imbécil por lo que yo sabía. Él es alto, moreno y guapo. Con cabello oscuro y rizado, cortado muy corto, pero lo suficiente para mostrar un ligero rizo. Con unos ojos esmeralda realmente impresionantes y una ligera capa de vello facial en su mandíbula afilada, es el hombre más guapo que he visto jamás. Él me sonríe, una sonrisa genuina que no ocupa todo su rostro, pero ilumina esos ojos esmeralda. - Whisky. -Su voz es suave y segura, y sus labios carnosos todavía están inclinados en una sonrisa. Oh sí. Vamos a divertirnos esta noche.
Pido un whisky para Mae y tomo otra cerveza, pero espero no tener oportunidad de beberla.
Mi cuerpo está en alerta máxima y no quiero nada más que robarle a este extraño para pasar la noche. "Soy Archie", digo después de agradecerle a Mae por las bebidas y pasarle el whisky al apuesto extraño. Él toma un sorbo del vaso y mis ojos se posan en esos labios que cubren el borde. Sus ojos se encuentran con los míos mientras deja el vaso. - Perro. -¿Padres religiosos? -No sé por qué carajo pregunté eso. Debería decir "Salgamos de aquí" y te voy a follar tan bien que ni siquiera recordarás que ese es tu ridículo nombre. Sus ojos se oscurecen un poco y quiero patearme el trasero. - Sí. -Toma otro sorbo. -Pero no tengo un hermano al que llamar Able. Buen trabajo, Archie. Caerá de rodillas aquí mismo en la taberna con esa charla sexy que comenzaste. - ¿Quieres irte de aquí y no hablar? Oye, nadie nunca me ha acusado de ser sutil. Casi se ahoga con el siguiente sorbo de whisky, pero se recupera rápidamente y me sonríe, sacudiendo la cabeza. - No pierdes el tiempo ¿verdad? - De ninguna manera. -Me levanto, dejo suficiente dinero en el mostrador para cubrir nuestra cuenta y dejarle a Mae una propina decente, y le extiendo la mano, conteniendo la respiración. Él me mira fijamente por un momento, pero me saca de mi miseria y toma mi mano, dejándome levantarlo y sacarlo por la puerta sin perder tiempo. A nadie por aquí le sorprenderá saber que estoy saliendo con alguien que no conozco. Mae's no es un bar gay ni nada por el estilo, pero tiene una bandera de arcoíris en la ventana y deja en claro que todos son bienvenidos. Entonces, mucha gente de aquí, con todo tipo de sexualidades, viene a quedarse. Y joder, lo hago. No lo veo como algo malo. No lo veo como algo malo. En realidad no estoy buscando el amor ni nada parecido. Habrá mucho tiempo para eso. Ahora mismo simplemente me estoy divirtiendo y tengo cuidado de no poner nervioso a nadie. Cuando nos vamos, no puedo soportarlo más y arrastro su cuerpo hacia el mío, mis labios chocan contra los suyos y siento mi primer sabor.
Y qué sabor tiene. Gimo mientras él abre su boca para mí, permitiendo que mi lengua se deslice dentro y se enrede con la suya. Sus manos van a mi cabello, sus dedos tirando de mis mechones rojos. Él se recuesta contra el ladrillo del edificio y mis manos recorren sus costados, nuestras pollas rozándose entre sí a través de nuestros jeans. Maldición. Podría correrme aquí mismo, así como así, chupándote la lengua y frotándote, pero no quiero eso. Quiero tomarme mi tiempo para desmontarlo. -Por favor dime que vives cerca -jadeo contra sus labios y me sumerjo en otro sabor de su dulce boca. Él niega con la cabeza, su pecho sube y baja contra el mío con respiraciones frenéticas, sus manos todavía en mi cabello. -Vivo a dos horas de distancia. -Mierda -maldigo, dejando mi frente descansar contra la suya. Podría llevarte a mi casa... Nunca lo hago, pero aún no he terminado de besar esa boca, y tampoco puedo esperar dos horas. -Tengo una habitación de hotel. -Su hermosa boca se levanta en una sonrisa casi tímida. - Por supuesto. -Tomo su mano y empiezo a caminar hacia el único hotel de la ciudad, que en realidad es un motel. Maldita sea, sólo espero que esté hablando de una habitación en esta ciudad. Él no se opone y de hecho me lleva a su habitación, saca una tarjeta llave de su billetera y nos deja entrar, donde él me conduce nuevamente, nuestras bocas chocan mientras la puerta se cierra detrás de nosotros. Le pongo la camisa por encima de la cabeza y noto que su cuerpo es tan grande y fuerte como el mío, si no más. Me pregunto a qué se dedica (sin duda, es trabajo manual), pero no pregunto ese tipo de cosas. No estamos aquí para hablar y conocernos. Él me quita la camisa por la cabeza y sus ojos están pegados a mi pecho y estómago, observando perezosamente mientras pasa sus dedos sobre mi vientre. Ya no tengo abdominales marcados, pero el paisajismo me da suficiente ejercicio para mantenerme firme, y él parece apreciarlo mientras se lame los labios y luego se sumerge nuevamente en mi boca. Lo beso hasta dejarlo sin aliento, desabrochando el botón de sus jeans y teniendo cuidado de bajar la cremallera. -Dime qué quieres -digo contra sus labios, mirando hacia abajo para ver la punta húmeda y roja de su pene sobresaliendo de su ropa interior. Gimo y encuentro sus labios de nuevo, besándolo fuerte y desesperadamente. -Lo que sea -dice contra mi boca. - Todo. Puedo ir en ambos sentidos. Gimo de nuevo, mordiendo su labio inferior. - Yo también. - Le beso el polvo de la barba de su mandíbula y lo bajo por su cuello. -Pero realmente quiero estar dentro de ti esta noche. ¿Quieres esto? Me aparto lo suficiente para mirarlo a los ojos y él niega con la cabeza, mordiéndose el labio inferior, pero no parece asustado. - Sí. Eso es todo lo que necesito oír y realmente, tengo que dejar de hablar.
Luchando contra el impulso de preguntarle sobre la última vez que alguien estuvo dentro de él y, ya sabes, cuál es su color y estación favoritos. Porque Jesucristo, yo quiero hacer esto, y esto no soy yo. Esto es ridículo. Ya basta de hablar y basta de pensar. Caigo de rodillas y bajo sus jeans junto con su ropa interior, dejando que su polla dura se libere y golpee contra su estómago inferior. Gimo, mis manos recorren su firme estómago, el escaso vello oscuro que cubre sus pectorales y el camino desde su ombligo hasta el mechón de vello oscuro alrededor de su pene. Se quita los zapatos, los jeans y la ropa interior antes de que yo le quite lentamente cada uno de los calcetines y deje que mis manos recorran sus muslos. Él me mira y una expresión de admiración cruza su rostro.
Mi corazón late fuerte en mi pecho. Nunca había sido así antes. Debería irme. Invento alguna excusa, pero no puedo obligarme a levantarme. En lugar de eso, agarro la base de su gruesa polla y juego la punta con mi boca, gimiendo suavemente mientras una ráfaga de líquido preseminal golpea mi lengua. - Maldita sea, por supuesto que sabes bien. Siento su mano acariciando mi cabello y miro hacia arriba, viendo la expresión feliz en su rostro. Me tomo mi tiempo saboreándolo. Bromeando con su polla y probando las venas que recorren el grueso eje con mi lengua. Arrastrando la punta sobre cada uno y deleitándose con los profundos gemidos de placer que provenían de él. Relajo mi garganta y lo tomo hasta el fondo, ahogándome un poco cuando llega al fondo, pero manteniéndolo bajo control. Él maldice, sus dedos apretándose en mi cabello.
-Demasiado bueno. Te necesito. Quiero tomarme mi tiempo con él. Quiero decirle que tenemos tiempo y quiero que me lo imponga, pero