Como Invocar a un tritón

Autor: Loveless_Diaura
Descargar libro
Como Invocar a un tritón

Como Invocar a un tritón

Autor: Loveless_Diaura
Género: LGBT+
Palabras: 85436
4.8
¿Conoces la famosa historia de la sirenita? ¿Sabías que tiene un origen cruel y triste? Esta es la Historia de un tritón, magnifico y bello ser mitológico que habita en los mares, quien al encontrarse con un humano salva su vida, evitando un suicidio. Esto desencadenará una serie de eventos que no terminan en un cuento de hadas, precisamente ¿Estás dispuesta o dispuesto a cambiar tu mente?

Capítulo 1 1: Un silencio celeste

La historia que verás a continuación fue real, yo tuve la fortuna y también la desgracia de ser parte de ella, tomé la decisión de que esta anécdota debía ser publicada, pero al mismo tiempo tengo un inmenso coraje, pues esta historia ya la conoces, pero la versión modificada, pues fue adaptada para encajar en la sociedad, cómo si no hubiese bastado con todo lo ocurrido.

En fin, para hacer esto más interesante te tengo una apuesta, si está historia logra mover algo dentro de ti, aunque sea sólo un milímetro, deberás compartirla, por el contrario, si lo único que hacen es aburrirte, tendrás toda la autorización para difamarla, ¿Aceptas?

Antes de que comiences, debo advertirte que hay algunas cosas crueles por acá, prepárate.

Dicho esto, ¿Estás dispuesto o dispuesta a cambiar tu mente?

_______________

Recuerdo con claridad el día en que intenté suicidarme, no estoy realmente orgulloso de aquello, pero, ¿Qué puedo hacer?

-Un humano menos, un humano más, ¿Qué mas da? En realidad no importo, pues, aún si yo no existo, el mundo no cambiará -Eso era lo único que pude pensar.

Lo sé, sé que es una salida cobarde, tan solo me dejé llevar por el mar de problemas que me inundaban.

Haciendo memoria, recuerdo que me sentía... vacío. Esa sensación: Saber que hay gente a tu lado y sentirte solo, o tener una buena vida y sentir que nunca es suficiente.

Por más que te esfuerzas en ser feliz, la vida te arrebata esa oportunidad. No importa quien o que seas, en alguna etapa de la vida todos conocen a la "señorita depresión", la "señorita soledad", el "señor miedo", así como a muchos otros señores, señoras o señoritas más, depende de cada quien como lo enfrenta.

Para mi esto difícil, más de lo que debería. Mi enfermedad se llama Síndrome de Borderline o trastorno límite de personalidad, un trastorno de identidad de Clasificación B "Exagerado- dramático" que causa conductas impulsivas y descontrol emocional en la víctima. Según los especialistas, debía asistir a terapia por al menos 3 años, en sesiones cortas e intensas, a parte de recibir un tratamiento medico (antidepresivos, pastillas, parches, etc...)

Sin embargo, no me gustaba la idea de crearme una dependencia a la "droga" a la que los doctores llaman "medicina" , ni la de contarle todos mis problemas a esos "psicólogos" que solo me escucharán mientras les pague y, tal vez, al final de cada sesión, ellos también se burlen de mi. Sé que los estigmatizo, pero he tenido malas experiencias con ellos, esta es la única manera en que me podré quejar.

Ese día, mi mejor amigo me había traicionado, acostándose con mi "novia" (Si así se le puede considerar) mi abuela había fallecido, ella era la única que me cuidaba, debido a esto mi primo me había golpeado, también me había corrido de su casa, no tenia dinero para comer, estaba a punto de reprobar la escuela, y me convertí en el objeto de burla en el colegio.

¿Qué otros motivos quería para suicidarme?

Ya no importaba nada, si seguía vivo solo me esperaba más sufrimiento, o al menos eso pensé. Tal vez parezca poca cosa, pero no puedes ir por ahí minimizando los sentimientos de otras personas solo porque la estés pasando peor.

Mi duda en el momento fue, ¿Cómo hacerlo? Soy demasiado cobarde hasta para morir.

¿Pastillas? Sí, eso sería bueno, fácil, sencillo; pero no las conseguiré. Los doctores no son estúpidos.

¿Cortarme las venas? No, eso dolería demasiado...

¡Eureka! Lanzarme al mar.

Planeé el suceso por días, finalmente tomé mucho valor, subí hasta la cima de una barranca, me amarré piedras a los pies, cargue mismos bolsillos con estas, después me acerqué a la orilla. Casi nadie visitaba esa playa porque decían que había "tiburones" así como "criaturas desconocidas de naturaleza malvada", para las personas era una playa sola y "peligrosa".

¡Perfecta para el plan!

Luego de eso, salté.

Pasado un tiempo no podía respirar, el agua me asfixiaba, mi visión se torno borrosa, mis oídos dolían debido a la presión del mar. Sentí una sensación de ardor en todo mi cuerpo conforme más me iba hundiendo, pero después vino la calma, una maravillosa calma que parecía acabar con todos mis problemas.

Poco a poco deje de percibir la realidad. Me odié, me odié por desear justo en esos últimos instantes de conciencia, con toda mi alma, que alguien gritara mi nombre, que alguien deseara que viviera, alguien que me hiciera aferrarme a la vida, que me diera una razón para seguir luchando o algo por lo que luchar. Pero no había nada, sólo un cuerpo sumergiéndose en el agua junto con algunas sombras a su alrededor.

Cerré mis ojos, veía un negro noche con algunos reflejos del Sol que se colaban por mis párpados, pasado un rato alcancé a distinguir una sombra sin forma, acercándose cada vez más a mí. Al inicio temía que fuese un tiburón, pero, a final de cuentas, ya no sentía nada, por lo que me relajé esperando ser devorado. Sin embargo, de pronto, sentí el frío aire en mi cara, escuché las olas del mar, a las aves, era un sonido, como si alguien estuviera nadando.

¿Es esto una alucinación?, ¿Es parte de morir? Sentí una superficie plana, rugosa, así como una sensación de presión constante en mi pecho, entonces respiré. Unas húmedas pero extrañamente suaves manos pasaron por mi rostro.

Abrí mis ojos, alcanzando a distinguir una figura borrosa. Podía reconocer la arena debajo de mí, la cuál era cálida

Luego de un rato, cuando mi visión se aclaró, pude ver que lo que era la sombra, era un hombre muy joven.

Él colocó su oído en mi pecho, apretándose fuertemente contra el, se quedo callada unos segundos para ,finalmente, dar un enorme suspiro. Seguramente pensó que ya estaba muerto. Se quedo mirándome, hasta que se decidió a hablar.

-Nombre...- Dijo algo inseguro, apartando la mirada como si estuviera avergonzado. Su voz era dulce y calmada.

-¿Mi nombre?

Asintió con la cabeza. Estaba a punto de contestar cuando se me ocurrió mirar hacia abajo. Solté un grito, haciendo que la criatura se hiciera para atrás. Criatura, pues se trataba nada más ni menos, de un tritón, ¡Un Tritón!.

Me arrastré aún más lejos de él, posteriormente quedé hiperventilándome en la arena, tan sólo me limite a observarlo desde lo lejos, hubiera corrido si mis extremidades me lo hubieran permitido, pero aún estaba recuperándome de aquella sumergida.

Él sonrió, amablemente, se quedó pensando un rato, después de unos minutos me dijo, señalándose a si mismo.

-Thálassa.

No respondí nada, seguía impactado, a parte no entendía lo que estaba diciendo, ¿Qué significaba "Thálassa"?

Esperé a que algo pasara, y mientras lo hacía comencé a analizar al hombre pez. Era muy bello, he de admitir. Lo que más me llamó la atención era el estampado de burbujas en sus ojos.

La criatura parecía no querer hacerme daño, pero seguía sin confiar en él

-¿Es tu nombre?- pregunté de la manera más formal que pude, no sería bueno alterarlo.

-mm -Asintió con su cabeza en forma de respuesta.

-...Pactli -Le respondí, señalándome a mi mismo, como él estaba haciendo.

Sonrió. Me Miró por un buen rato, pero no dijo nada.

-¿Entiendes lo que digo? - Nunca había visto un tritón, así que no había manera de saber si realmente me estaba entendiendo del todo, o simplemente estaba tratando de ser amable.

-Si, idioma humano, e idioma sireno.

Aunque su léxico era limitado, podía entender lo que me decía. Finalmente tomé valor y me acerqué, a final de cuentas si me mataba, eso era lo que estaba buscando desde un inicio.

Hablé con él, lentamente, para que pudiera entenderme. Aunque decía pocas palabras me dio mucha información sobre él

Me contó de su vida en el mar, sobre los deberes que tenían los tritones, también me pregunto si había tenido algún accidente, o si alguien me había empujado al mar.

Simplemente pude no haber dicho nada, pero inconscientemente terminé diciéndole la verdad

-Fue un suicidio, o un intento de ello.

Increíble, ni siquiera para morir sirvo

-¿Suicidio?, ¿Quieres morir? -Se sorprendió un poco

-Si

-¿Por qué?

-No he tenido una buena vida, de hecho es una mierda, pero eso no importa. No querrás escuchar los problemas de un adolescente cualquiera, ¿Verdad?

Se quedó pensando un momento para después decir :

-No es así

-¿Qué?

-Me agradas. Quiero compañía, tuya, si estás sólo ven, yo aquí para ti.

-¿Como planeas que concordemos? No podemos buscarnos.

La criatura se quedó pensando, luego se quitó un collar que tenía y me lo ofreció

-Mágico, ponlo en tu pecho, presión fuerte, me llamará. Tú no más sólo, lo prometo. Acércate

Lo obedecí.Hizo un movimiento de manos bastante extraño, indescriptible. Las colocó en mi pecho provocando una sensación de calor que me asustó. Inmediatamente me hice para atrás

-¿¡Qué fue eso!?

-Conexión, caracola, tu, magia y yo

-Estamos... ¿Conectados?

-mm

-Gracias, supongo, pero trata de evitar hacer cosas así sin avisar. Me asusta

-Lo siento

-¿Estás seguro de esto?

-¿Por qué?

-¿No se supone que el contacto entre humanos y sirenas, o bueno, en este caso, tritones está prohibido? Según lo que he escuchado, casi todos los libros de ficción lo dicen.

Dió un no muy largo suspiro, engrosó su voz, como si tratara de imitar a una persona, después pronunció "Si ser vistos, si humano agradecido, contacto no prohibido..."

-¿En el océano también existen reglas? Es interesante, pero me tengo que ir. Debo buscar donde pasar la noche, no tengo casa

-Vuelve -Esbozó una sonrisa

-No lo dudes -Respondí a lo lejos mientras me marchaba.

Caminé por un buen rato hasta que me topé con una casa en estado de abandono profundo, a tan solo veinte minutos de la playa.

Nadie quería vivir cerca de esa playa desde que hubo una época en qué las aguas eran tan turbulentas que acababan hasta con el mejor nadador, así que no habría persona alguna que reclamara esa casa.

Sería difícil empezar la remodelación de aquel viejo, polvoriento lugar, pero no tenía otra opción. Comencé por limpiar las telarañas de los muebles

Tendré que conseguir dinero de algún modo

No tenía ni siquiera una cama, por lo que dormí en el piso. Al día siguiente planeaba recoger mis cosas (Que estaban aún bajo el dominio de mi primo) para acoplarme a mi nuevo hogar, a pesar de todo me sentí algo aliviado. Tenía la pequeña esperanza de que alguien esperaría por mi.

Había pasado tanto tiempo desde que alguien me recibía con una sonrisa.

Aunque, siendo honesto, no se me habían quitado las ganas de morir.

Si voy mañana, ¿Estaré haciendo lo correcto?

Seguir leyendo
Descargar libro

Tal vez le gustaría leer

MALDITO.

LGBT+ Bel.

En tan solo una noche la vida de Leo dió un cambio de 180°, por su curiosidad llevó a todos a una desgracia. Desde aquella trágica noche su vida se volvió en un infierno, llena de dolor,tristeza y tragedia. No obstante, quien le volverá a dar color a su vida será su alfa, quien resultará siendo su pareja destinada.

Leer ahora

La sumisa II: Una segunda vida a sus pies

LGBT+ Carolina Chibiusa

Nayara (cuyo nombre de pila es Carolina) y Andrea tuvieron una larga relación de Dominación/sumisión dónde pasaron por altos y bajos, incluso en un tiempo que estuvieron separadas y Carolina tuvo una relación con otro Dominante, pero el tiempo y el destino volvió a juntarlas, nayara se terminó convirtiendo en la esclava consensuada de su Ama Andrea. Tanto Nayara como Andrea eran mujeres muy exitosas, nayara tenía una cadena de restaurantes internacionales llamada "buena chica", Andrea Tenía una empresa llamada "internacional bussines" que facturaba varios millones de dólares mensuales. Nayara era ante los ojos de todos una gran empresaria, una mujer poderosa y exitosa pero en casa era la puta esclava de su Ama y le encantaba serlo pues la amaba con todo su corazón y sabía que ella también le correspondía a su manera. Pero cuando la vida de ambas no podía ir mejor, justo cuando eran muy felices un trágico accidente de auto las separó, Andrea muere instantáneamente en ese accidente y nayara muere de pena unas semanas después sobre la lápida de la tumba de su Ama, de este modo al fin se pudo volver a encontrar con ella. Todos pensarían que este podría ser el fin de nuestra historia, pero no, Andrea y nayara viven la vida eterna en su propio paraíso personal, donde sólo están ellas dos, juntas por siempre y para siempre hasta que algo muy inesperado sucedió.

Leer ahora

Su esposa, su juego, su escape

LGBT+ Gavin

Mi esposa desde hace cuatro años, la CEO de tecnología Eva Valdés, metió a su nuevo juguetito a vivir en nuestro penthouse. Nuestro matrimonio era un contrato: mi sumisión emocional absoluta a cambio de su amor, regido por una estricta regla de "cero contacto" que ella imponía como una religión. Después de que su crueldad me llevara a intentar suicidarme, hizo que sus guardias me sacaran a rastras de la cama del hospital. ¿Mi crimen? Tenía que disculparme con su amante por "asustarlo" con mi intento de suicidio. En la habitación de él, le dio de comer en la boca el caldo de pollo especial que su chef siempre me preparaba cuando yo estaba enfermo. Cuando me negué a disculparme, me obligó a beber un vaso de tequila tras otro, sabiendo que tenía una úlcera por estrés que podría matarme. Mientras yo yacía en el suelo, vomitando de agonía, su amante se agarró el estómago y anunció que creía estar embarazado. Miré a mi esposa, esperando que se riera de lo absurdo. En lugar de eso, una mirada calculadora cruzó su rostro. Realmente estaba considerando esa farsa. En ese momento, murió la última pizca de esperanza de que alguna vez me hubiera amado. Mientras me desmayaba por el dolor y el alcohol, se llevaron mi camilla. Eva se inclinó y susurró: "Ya que tantas ganas tienes de dejarme, voy a hacer que te esterilicen. Nunca tendrás una familia con nadie más". Cuando desperté, prendí fuego a su mundo y me fui para casarme con su mayor rival.

Leer ahora

Siete Años de Una Farsa

LGBT+ Gavin

Era el séptimo aniversario de bodas y la tensión en el comedor de los Fuentes era palpable, Sofía, como siempre, sostenía una sonrisa forzada, mientras su esposo, Ricardo, un genio arqueólogo, permanecía ajeno, rígido y distante. Todo se vino abajo cuando, intentando mostrar fotos familiares, la pantalla grande del comedor proyectó, por error, la transmisión en vivo de la cámara de seguridad del estudio de Ricardo. Lo que vimos nos heló la sangre: gemidos ambiguos de dolor y placer, Ricardo aferrado a su escritorio, y una mujer, Elena Vargas, su supuesta "terapeuta", asistiéndole con una pericia explícita en su cuerpo. La humillación me quemaba la cara; él, que se estremecía con mi roce, ¿pagaba a otra para excitarse así? Sin decir una palabra, cancelé mi beca en Florencia, mi sueño de toda la vida, y con la voz extrañamente calmada, marqué el número de un abogado: "Buenas noches, hablo para solicitar una cita para iniciar un trámite de divorcio".

Leer ahora

Otra Familia De Mi Marido

LGBT+ Gavin

Mi carrera como diseñadora de moda iba en ascenso, y la consulta con una clienta importante prometía ser una más de mis rutinas glamorosas. Mientras esperaba en su lujosa residencia, un vaso de agua en mano, mi clienta me pidió un momento para atender a su hijo. Fue entonces, a través de un ventanal, que vi una escena que me paralizó y me quitó el aire. Mi esposo, Mateo, el chef exitoso y dueño de restaurantes, ese con quien compartí ocho años de mi vida, estaba jugando como padre con un niño de unos cinco años. La clienta salió, tendió ropa, y entre ella, la camisa de lino azul que le regalé a Mateo en nuestro aniversario. "Mateo, cariño, ten cuidado con Leo" , le dijo ella, y esa palabra, "cariño" , me perforó el alma. El niño me señaló, preguntó quién era, y la respuesta de ella fue "la diseñadora que te conté" . En ese instante, me di cuenta de que para Mateo, en su vida secreta, yo no era su esposa, sino una completa extraña. Mi matrimonio... ¿era todo una farsa monumental? Las noches de "problemas en el restaurante" , los viajes de "negocios" , sus promesas de un futuro juntos. El dolor era tan agudo que apenas podía sostenerme, pero no iba a desmoronarme frente a la otra familia de mi esposo. Salí de esa casa, de esa escena robada, y manejé sin rumbo, las lágrimas nublándome la vista. En nuestro "hogar" , encontré una caja con fotos de Mateo y Ana, ella embarazada, él sosteniendo al pequeño Leo con un amor que nunca me había dado. Un certificado de nacimiento confirmaba: Leo García, hijo de Ana García y Mateo Rivas, nacido hace cinco años. No era un desliz, era una vida entera construida sobre mis espaldas. La rabia y el dolor me hicieron gritar hasta que no pude más. "Hoy estuve en la casa de Ana" , le dije a Mateo cuando llegó, "vi a tu hijo" . Su falso arrepentimiento y sus mentiras absurdas, como decir que Leo no era suyo, hicieron que mi corazón se endureciera. Viéndolo de rodillas, suplicando perdón con lágrimas falsas, supe que el hombre al que amaba nunca había existido. Entonces, en medio de su patético intento de manipulación, me propuso el colmo de la locura: "Podemos traer a Leo a vivir con nosotros, Sofía. Tú siempre quisiste ser madre" . ¿Qué? ¿Criar al hijo de su amante como si fuera mío? ¿Sería tan cínico? Cuando me gritó que todo era mi culpa, que yo no era "suficiente" por mi carrera, me di cuenta de que mi amor por él había muerto. "Quiero el divorcio, Mateo. No quiero volver a verte en mi vida" . Esa noche, salí de casa, con el corazón roto, pero con una nueva determinación. Llegué a casa de mi hermana Laura, y entre sollozos, le conté el infierno. Su apoyo incondicional me dio la fuerza para levantarme. "Ese desgraciado me las va a pagar", dijo Laura con rabia. Mateo no se dio por vencido, intentó registrar a Leo como nuestro hijo para proteger "su legado" . Laura le dio una bofetada y lo echó. "¡Lárgate de mi casa!" . Pero la guerra apenas comenzaba, y yo le prometí una cosa: "Y yo soy Sofía, la mujer que te va a quitar hasta el último centavo que te ayudé a ganar" . Cuando Mateo y Ana aparecieron de nuevo, ella teatralmente arrodillada, usando a Leo como escudo, mi hermana los despachó sin piedad. Pero un detalle me heló la sangre: el gesto de Ana, tocándose el vientre, el mismo gesto de una mujer embarazada. No podía ser. Cuando los vi al día siguiente, la verdad, "embarazo en camino" , fue una bomba. No solo un hijo, sino otro en camino. Y entonces, Mateo soltó la verdad más cruel: "¿O quieres que le cuente a Sofía dónde estuvo tu maridito Ricardo anoche? ¿Quieres que le cuente sobre la 'amiga en apuros' a la que él también está 'ayudando' ?" Mi hermana, mi pilar, había sido traicionada por su propio esposo de la misma manera vergonzosa. En ese momento, supimos que estábamos juntas en esto, listas para luchar. No éramos víctimas, sino guerreras.

Leer ahora

La sed de Dominar El Destino

LGBT+ Gavin

Me casé con un hombre anciano y poderoso para salvar a mi familia, cambiando mis sueños de baile por una jaula de oro llena de un lujo que no me llenaba. Mi cuerpo ardía de pasión contenida, la misma que me había hecho una bailaora, ahora asfixiada por la rutina y la cama fría de mi marido. Una tarde, el jerez de más y una puerta equivocada me revelaron un secreto oscuro de la mansión: objetos exóticos y el aroma a incienso desvelaron un anhelo prohibido que pulsaba en mi interior. Luego, una amiga de mi marido me introdujo en su peculiar "terapia ecuestre", un club secreto donde mujeres como yo buscaban lo que les negaban en su casa, y donde encontré una conexión ardiente con un "torero" llamado Mateo. Pero mi mundo se rompió en pedazos cuando descubrí que mi marido, el hombre que me había "salvado", no solo sabía de mis encuentros secretos, sino que los había orquestado y grabado, vendiendo mi pasión y mi humillación como un espectáculo privado al mejor postor. No era una liberación; era una actuación cruel, una pornografía para deleite de una élite enferma. La rabia me consumió, y con ella, la sed de una venganza que me convertiría en la dueña de mi destino, cueste lo que cueste.

Leer ahora