Ámbar.
A veces me pregunto si todo este esfuerzo vale la pena. No es que me arrepienta, porque al final, soy la única que puede cambiar mi destino. Pero hay días en los que el cansancio pesa más que la esperanza, y todo lo que quiero es detenerme, aunque sea por un momento, respirar y olvidar que estoy cargando el peso del mundo sobre mis hombros.
Hoy es uno de esos días. El pequeño apartamento en el que vivo con mis padres es silencioso por la mañana, lo que me da un raro respiro antes de enfrentar la realidad. Mi mamá ya se fue a su trabajo en la tienda de abarrotes y papá, bueno, hace lo que puede con las reparaciones esporádicas que consigue en el vecindario. El dinero nunca ha sido suficiente, pero tampoco nos hemos muerto de hambre. No hasta ahora, al menos.
Me levanto de la cama con esfuerzo. Mis músculos están adoloridos, pero no de hacer ejercicio, sino de trabajar largas horas de pie en el café del centro comercial. No me quejo. Ese trabajo paga parte de mi universidad, y por más agotador que sea, al menos me mantiene cerca de mis sueños. Seré la primera en mi familia en graduarme. A veces pienso en lo orgullosa que estaría mi mamá si supiera cuánto sacrifico por este título. Pero, para ser sincera, creo que ella preferiría que dejara la universidad y me consiguiera un trabajo "serio", algo estable que nos ayude a pagar las cuentas.
Saco mis libros del pequeño escritorio que tengo al lado de la cama. El espacio es limitado, así que mis cosas están organizadas en pilas perfectamente calculadas. El lugar parece más pequeño de lo que es, pero me las arreglo. Siempre me las arreglo.
Miro el reloj: las 7:30 a.m. No puedo evitar sonreír pensando en que veré a Samuel hoy. Él no tiene idea de lo mucho que sus mensajes me ayudan a levantarme cada día. "Nos vemos esta noche, amor", decía el último que me envió anoche. Sus palabras, aunque simples, tienen un poder que no sé explicar. Con él me siento diferente. A veces olvido la presión, la falta de dinero, las expectativas... y solo puedo pensar en nosotros.
Samuel es diferente a mí en muchos sentidos. Viene de una familia que lo tiene todo: dinero, lujos, y una reputación que mantener. Al principio, me intimidaba estar con él. Sentía que todos a su alrededor podían notar que yo no pertenecía a ese mundo. ¿Qué pensaría su familia si supieran que su hijo está saliendo con una chica como yo? A él parece no importarle, pero yo nunca puedo dejar de pensar en eso.
A veces, cuando salimos, él me lleva a lugares que yo jamás habría soñado visitar. Restaurantes elegantes, eventos con personas que hablan de cosas de las que no tengo ni idea. Me esfuerzo por no parecer fuera de lugar, pero sé que no soy como ellos. Mi ropa, aunque siempre trato de verme bien, no se compara con la elegancia de los vestidos de las mujeres que él frecuenta. Ellos tienen vidas resueltas, y yo apenas sobrevivo.
Pero Samuel siempre me dice que soy especial. Que lo que importa no es el dinero ni el estatus, sino lo que llevo dentro. "Eres increíble, nunca dejes que alguien te haga sentir menos", me susurra cuando nota mi incomodidad. Y quiero creerle, de verdad quiero. Pero a veces, las miradas de los demás me hacen pensar que está siendo ingenuo. ¿Cómo puedo competir con ese mundo?
Mis pensamientos se interrumpen cuando suena mi teléfono. Es Samuel. Me toma un segundo decidir si debo responder o no. Es temprano, ¿por qué me llama a esta hora?
-Hola -respondo, intentando sonar despreocupada.
-Buenos días, amor. ¿Cómo va tu día? -su voz, suave y segura, me reconforta, como siempre.
-Acaba de empezar, apenas estoy levantándome -le digo, estirando mi espalda mientras me apoyo contra la pared. El sol entra por la ventana, apenas iluminando mi habitación.
-Estaba pensando... ¿te gustaría ir conmigo esta noche a la cena de mi familia? Es algo informal, pero me gustaría que vinieras.
Mi corazón se acelera. Nunca he ido a una cena formal con su familia. Solo los he visto en breves ocasiones y siempre me siento como una extraña. No es que no me quieran ahí, pero tampoco es como si me acogieran con los brazos abiertos. Su madre, especialmente, parece medir cada palabra que digo, como si estuviera evaluándome constantemente.
-No lo sé, Sam... -dudo, jugando con el borde de mi camiseta. La inseguridad me invade. No quiero decepcionarlo, pero la idea de estar rodeada de gente tan diferente a mí me hace querer huir.
-Vamos, será divertido. Además, quiero que mi familia te conozca mejor -insiste, su voz dulce, casi como una promesa de que todo estará bien.
-Está bien, iré -respondo, aunque mi estómago se revuelve con la idea.
Terminamos la llamada y me siento de nuevo en la cama, mirando mi reflejo en el espejo al otro lado de la habitación. ¿Qué es lo que ve Samuel en mí? ¿Qué será lo que su familia ve? A veces siento que estoy jugando un papel, pretendiendo ser alguien que no soy para encajar en su mundo.
Pero al final del día, sigo siendo la misma chica de este pequeño apartamento, con una familia que apenas puede cubrir los gastos y con un futuro incierto que parece estar siempre en el aire. La universidad es mi única salida, mi única oportunidad de cambiar este destino que parece haberme sido impuesto desde que nací.
Recojo mis cosas y me preparo para enfrentar otro día. Sé que, de alguna manera, sobreviviré a esta cena y a todo lo que venga. Siempre lo hago.
Comenzamos esta historia.
Les doy la bienvenida a mi mundo.
Gracias por darle la oportunidad a esta historia que amo mucho.
Recuerden que estoy en redes como Genemua.Libros, ojalá puedan pasarse por allá para ver a los personajes como YO me los imagino.
Nos leemos después.