En la biblioteca de la hacienda, tres expedientes sobre la mesa decidían mi destino.
Eran los "Tres Potrillos", los solteros más codiciados de Jalisco, y se esperaba que eligiera a uno para un matrimonio que aseguraría el futuro de mi familia.
Pero yo no veía tres opciones, veía tres tumbas.
Mi mente se inundó con recuerdos de una vida pasada de dolor, de tres maridos y tres funerales.
Patrick, Leon, Máximo... los amé, me abandonaron por la misma mujer y murieron trágicamente.
Siempre fue por Sasha, la hija de nuestro mayordomo, esa frágil y humilde "víctima" a la que todos idolatraban, incluso a costa de sus propias vidas y mi felicidad.
Mi vida pasada fue una farsa, un sacrificio calculado para protegerla, mientras yo era el peón, el daño colateral.
Pero ahora, la fría determinación reemplazó el dolor.
Miré a mis padres, con sus caras expectantes, y declaré: "No voy a elegir a ninguno de ellos."
El silencio fue total, pero yo ya tenía un nombre en mente para esta nueva vida.
Uno que no tenía cabida en su mundo, pero que me daría la fuerza para reescribir mi historia: Roy Castillo.