La dimensión del deseo

Autor: Rossetica
Descargar libro
La dimensión del deseo

La dimensión del deseo

Autor: Rossetica
Género: Suspense
Palabras: 99482
5.0
Leer ahora
Descargar libro
Luego de la salida de la dimensión del sexo, dónde todo salió mal, Amaia tiene que volver a su familia, a su vida y a Aidan. ¿Sabrá gestionar tanto? ¿Cómo la recibirá su familia y su gran amor?

Capítulo 1 Analogías

Amaia

Estaba sentada en la terraza de mi pequeño apartamento, disfrutando de un lindo amanecer.

Solo eso era lindo en mi vida... los amaneceres que adornaban la vista de mi nuevo hogar.

Otra noche más en la que no dormí más de cuatro horas, me llevó a la terraza a fumarme tres cigarros, tenía la sensación de que nunca más conseguiría dormir una noche entera.

Y sí, ahora fumaba...

Todos los recuerdos me envolvían como cadenas de fuego, me veía girando en un carrusel de dolor.

Y lo peor de todo... Es que Aidan no estaba. El había prometido repetidas veces que me protegería siempre, que no me dejaría sola, que estaba a salvo con él.

Pero no lo estuve, y aún al día de hoy, sigo sin estarlo.

La diferencia es que ya no necesito de un hombre que jure que me va a proteger y después no lo haga. Hoy soy tan poderosa como hace ocho meses fuí débil.

En esa misma medida avancé de menos a más y aunque sé, que tuve que sacrificar mucho para conseguirlo, hay momentos en el camino, que la vida te recuerda, que cada ser humano está solo en el mundo.

Aunque haya nacido el mismo día de mi hermana, lo hice sola, todos lo hacemos solos y nos vamos solos también.

Yo tuve que irme sola, tuve que sanar sola y así mismo tendré que regresar... sola.

Ya no lo tengo a él, el ya no me tiene a mí. Mi familia ahora es la suya y yo no soy más, que un triste recuerdo de su pasado y un amargo vacío de su presente.

Porque regresaré, pero sé, que nada será igual; porque no me esperan, puede que no me quieran y desde luego, difícilmente me perdonen.

Mirando el sol llenar por completo de su luz y calor mi terraza, abrazo mi cuerpo rememorando con tristeza y furia todo lo que me trajo aquí.

Aquella maldita noche, ese cerdo que hoy sentencian, a nada, comparado con lo que merece, me sacó a la fuerza de mi casa, de entre las manos de mi propio padre, que me dejó ir.

No hizo nada para protegerme de aquel miserable que me lo quitó todo.

Hasta lo que no sabía que tenía... me quitó.

Mientras Andrew me llevaba amarrada en su auto, yo gritaba y nadie me oía, los malditos dispositivos no emitían sonido alguno.

Después supe que alguien los desconectó. Alguien que trabajaba para Archer, el supuesto capitán encargado de Andrew, pero todo eso era una farsa. Andrew nunca ayudó a la policía a desmantelar nada.

Mientras yo veía como un auto venía detrás nuestro y hacía cada gesto que podía para que me vieran, Andrew cada vez aceleraba más. Yo confiaba en que Aidan nos seguía, que me encontraría como siempre dijo que haría, pero no fue así.

Aquella noche nada fue como debía hacer sido. Aquella maldita noche perdí todo, ganando nada.

Lo peor de todo fué, ver a mi hermana tirada en el suelo y no poder ayudarla, dejarla, porque estaba siendo llevada a la fuerza por Andrew; pero sobre todo ver morir la esperanza que creció en mí cuando ví que habíamos volcado. Casi me quemo dentro del coche, pero el maldito me salvó, para luego quemarme la vida el mismo.

El cuarto cigarrillo de la corta mañana estaba encendiendo, cuando un toque me hizo atrapar mi arma de la gaveta pequeña del mueble de la sala. Tocaron otra vez, pero esta ocasión sentí las llaves entrando en el cierre y mientras apuntaba con mi arma hacia la puerta, se dibujó delante de mis ojos la figura de Douglas.

- Joder, Amaia.¿Por qué coño no abres? Sabes que me preocupo, pensé que, alomejor de nuevo...

- Tranquilo comandante que la vida solo se intenta quitar una vez, cuando ves que fallas,te traen de regreso y toda la mierda sigue en el mismo sitio, llegas a la conclusión que no vale la pena. Que tienes que hacer algo para barrer tu solo tus porquerías o volverás una y otra vez al punto de partida.

- No estoy de humor para tu filosofía negra está mañana, tenemos cosas que hacer.

- Al menos tómate un café, y deja de entrar en mi casa cuando te da la gana. Las llaves se las dejé a Julia, no a tí y no veo a tu mujer por aquí. Deja de robarle mis llaves - sonrió mostrando el llavero que volvió a guardar en su pantalón y fue directo a mi cafetera a preparar café.

El había estado para mí todo este tiempo, y Julia, su mujer, me había acompañado en cada paso de las decisiones que tomé. Las buenas y las malas.

Mientras yo terminaba mi vino mañanero y Douglas se bebía su café, me ofreció unos documentos.

Me senté sobre la banqueta de la isla de la cocina y los tomé.

- ¿Estás segura Amaia?

- Sabes que sí, Douglas.

Me va a pagar todo lo que me ha hecho, toda esa gente me lo debe. Y la única paz que podré sentir, será el día que les quite la vida. Uno a uno. No los quiero muertos hoy, ni los quiero libres. Pero quiero matarlos yo, con mis manos y sin que nadie me lo impida. Y esta es la única manera.

- Sabes que en teoría yo no sé nada de tus planes, y en la prática estoy contigo hasta el final.

- Gracias, lo sé...

- Hoy es el día hermosa, hoy verás a tu familia de nuevo... Y a él.

Su cuidado para hablar de Aidan siempre me enternecía, sabía cuánto me dolía hasta escuchar su nombre. Cuando lo pensaba en mi cabeza, me dolía lo que jamas seré capaz de describir.

- No voy a hacerlo Douglas, hoy no. Iré al juicio porque se lo debo ya sabes a quién, pero no me presentaré hoy frente a mi familia. Y desde luego no frente a Aidan.

Me senté en el sillón de la pequeña sala y desde ahí podía ver a Douglas perfectamente. Era todo pequeño pero práctico, justo lo que necesitaba para mí sola y sobre todo para sentir que podía oír todo lo que pasaba en la casa entera. Si me veía en un sitio grande sentía que me podrían estar esperando detrás de cualquier columna.

Estaba bien, decía mi psiquiatra pero yo no me sentía bien del todo. Había mucho por trabajar.

- Amaia, él empieza a trabajar ya, será ascendido a comandante, le van a asignar un nuevo grupo de trabajo y las respectivas condecoraciones. Ya está rehabilitado y aunque te duela, el hizo su trabajo. Atrapó a todos los

cabrones esos y aunque no lo quieras aceptar, era lo que tenía que hacer.

- Ya lo tengo asumido Douglas, a ver si te vas a creer que voy al psiquiatra a perder el tiempo. Pero el que lo tenga claro no quiere decir que me duela menos.

Tu mejor que nadie sabes lo que me pasó, y él no estaba. Lo voy a querer toda la vida, pero no se cuando voy a superar todo. Ya nuestra historia no tiene arreglo.

- ¿Por eso nunca te has quitado tus sortijas de matrimonio?...¿Porqué no tiene arreglo?

No pude decir nada, mi vista viajó automáticamente a mi dedo. Justo al lado de mis sortijas de matrimonio me había hecho un tatuaje. Una rosa negra, como símbolo de lo que un día nos unió y llevaba otra parecida detrás de la oreja, me las hice como marca de un pasado tan amado como odiado por mi. Una rosa por el y una por mí.

- Ya me voy, solo quería que tuvieras claro que una vez firmes, perteneces al cuerpo. Nadie puede saber a qué te dedicas y serás metida en el sistema como un agente más. A pesar de que me encargué de que te asignen el caso que quieres, tienes que saber que en el futuro no será así. Tu comandante se comunicará contigo en tres días y te dará la información que necesitas para empezar tu misión. Yo apartir de este momento soy tu coronel, pero sigo siendo tu amigo. Cuando Aidan sepa todo, tendrás mi casa a tu disposición. No habrá espacio en el mundo para esconderte. Porque querrá recuperarte a como dé lugar. Pero al menos seremos dos con armas para defenderte.- sonreí sin alegría.

Firmé los documentos y devolviéndolos a sus manos me despedí de el.

Me puse un vestido negro, era el color perfecto para una ocasión tan oscura como esta y un pañuelo en la cabeza que cubriera mi pelo con unas enormes espejuelos de sol. No quería ser reconocida.

Saliendo hacia el juzgado me llegó el correo de confirmación de mi entrada a la agencia secreta.

Ya era oficial...

Comenzaba mi venganza.

Aitana

Aquella mañana estábamos todos visiblemente nerviosos.

Mi madre no había dormido en toda la noche, se había pasado la mayor parte de ella hablando y fumando con Aidan.

Él se había quedado con nosotros y se había hecho demasiado unido a mi madre, creo que por compartir la opinión de que Amaia seguía viva.

Después de aquella noche en qué mi hermana nunca volvió, todo se tornó tan incierto, que era como vivir en tierra de nadie. Habíamos perdido el horizonte. No veíamos más que niebla.

Mi padre nunca apareció, mientras Ashton luchaba por su vida en el hospital y yo estaba bajo observación médica en una sala de urgencias, mi padre se marchó de nuestras vidas hasta la fecha.

Aidan, había descubierto a través de Sila, dónde estaba el club de Simón. Le avisó a mi hermana por un mensaje que ya no tenía que seguir a mi padre pues ellos iban hacia el club. Recibió al instante una respuesta que decía que ella se iría conmigo y con Ashton para el hotel y lo esperaríamos allí.

Nadie podía adivinar que Andrew la tenía y que se la llevaría con él.

Ese mensaje no lo envió Amaia.

Carter se entregó solo esa misma noche, y Muriel por su parte fue capturado junto a Simón.

Fué Simón quien le dijo a Aidan que su hermano estaba en la dimensión. Era un engaño, pero Aidan cegado por su deseo de enfrentar a Andrew, no lo pensó dos veces y salió hacia el internado.

La desesperación era tan grande que perdió el control de su auto y se volcó rodando por un barranco.

Aquella nefasta noche, perdí a mi hermana, casi pierdo a Ashton y a Aidan le costó un mes en rehabilitación y bastante tiempo en atención psiquiátrica para sacarlo de su estado de negación por la perdida de mi hermana.

Se refugió en el alcohol y justo hace dos meses hoy, que le dieron el alta. Desde entonces vive con nosotros, él y su particular carácter.

- Si les parece bien desayunamos y nos vamos todos preparando.

Ninguno me miró, pero al menos entraron y después de picar algo de desayunar, se vistieron para irnos.

- Nena, todo va estar bien. Cuando los condenen, podremos seguir adelante amor, necesitamos cerrar esta etapa.

Me recosté sobre el cuerpo de Ashton que me abrazaba frente al espejo de la habitación y mirándonos fijamente por nuestro reflejo le dije...

- Ash, no confío en que alguna vez cerremos ninguna etapa, tu hermano y mi madre fingen vivir, pero no viven. Esta familia está astillada y eso no tiene arreglo cariño. Pero te amo por tratar de animarme. - levanté mi rostro a su cuello y lo besé. Era tan alto que ni en tacones estaba a su altura.

- Aitana, ya mi hermano va a empezar a trabajar y eventualmente se irá de viaje, eso lo ayudará y tu madre, cuidando de Allan va a ir poco a poco resignandose a qué la vida sigue. Ten fé.

- Ocho meses Ash, ocho meses muy duros y muy pocos cambios cariño. Pero me gusta que seas positivo. Porque yo no puedo serlo.

Misteriosamente el internado se incendió, justo después de ser desalojado por la investigación policial. Pero aquel incendio se cobró la vida de Dalila, o al menos eso fué lo que dictaminó uno de los bomberos encargados del tema. Eso trajo como consecuencia que Allan, el niño de ella con Andrew, se quedara con Sila, pues Aidan que lo adoraba, estaba hospitalizado y no se encuentra aún en condiciones de cuidar a un pequeño y además enfermo. Pero ahora que las cosas cambiaban de rumbo mi madre se haría cargo del pequeño mientras nosotros trabajamos y estudiamos. Hoy el pequeño estaba con Savier y Katy.

Katy era la hija de la cocinera del internado, que tras el incendio se acercó mucho a Savier y terminaron viviendo juntos.

- Vamos Aitana, bajen - gritaba mi madre desde abajo.

- Vamos nena, quiero salir de esta mierda ya.

Ya nos esperaban listas Camila y Sila, así como mi madre y mi cuñado.

Una vez llegamos al juzgado y nos sentamos todos, tuve las dos sorpresas más grandes de mi vida.

Cuando todos los letrados entraron a la sala con sus respectivas togas y demás aditamentos para desempeñar su trabajo, trajeron a los acusados.

Simón estaba en el primer banco, al lado de Carter y Muriel. Todos esposados.

Camila y Sila ahogaron su llanto y se dieron las manos a modo de apoyo pues ambas estaban en la misma situación, enamoradas de dos mafiosos que a pesar de sus fechorías habían sido la salvación de ambas chicas.

Yo no las juzgaba, no podía. Todos tenemos un pasado, y aunque el de ellos era muy oscuro, ellas tenían el derecho de amar a quien quisieran.

Yo estaba enamorada del hermano del hombre que arruinó mi vida, la de mi hermana y la de mi madre.

Nadie escoge a quien ama.

Y justo en ese momento de mi analogía, concluí en qué Andrew no estaba en la sala.

Con Aidan y Ashton a cada lado de mi cuerpo era difícil tener libertad de movimientos.

A pesar de eso, luché incómoda por mirar a las otras puertas de la sala por donde pudieran estar trayendo a Andrew, y me tropecé con la mirada azúl de alguien a quien conocía tanto como a mí...

Amaia.

Seguir leyendo
Descargar libro

Tal vez le gustaría leer

Lilim: el misterio de Nica

Suspense Diego Cabeza

Gabriela es una mujer perturbada, que intenta refugiarse en un pueblo en medio de la nada, aceptando un empleo como niñera de un adolescente un tanto extraño. Pero desde el momento de su llegada a este pueblo nota que cosas muy extrañas y espeluznantes suceden allí, y todo parece girar en torno al niño que ella debe cuidar... sin darse cuenta se sumerge en un mundo oscuro en donde una guerra entre demonios esta por desatarse.

Leer ahora

La millonaria encarceló a su esposo

Suspense rabbit

Llevaba diez años casada con George Norris. Para todos, éramos la pareja perfecta. Sin embargo, todo cambió después de que mi querido mentor, Timothy Mills, falleció repentinamente tras una cirugía exitosa. Estaba triste, pero al mismo tiempo me di cuenta de que algo no estaba bien. Para confirmar mis sospechas, revisé las grabaciones de vigilancia de la noche de su muerte. En las imágenes, Timothy había tocado el timbre para pedir ayuda tres veces, pero George lo ignoró. En lugar de eso, se besuqueó con una enfermera en la sala de tratamiento. Le dijo con dulzura: "No te preocupes, él no pasará de esta noche". En ese momento, mi amor y confianza de una década se desmoronaron por completo. Me sequé las lágrimas y marqué el número de mi abuelo, al que no llamaba desde hacía diez años. "Abuelito, han pasado diez años y es hora de terminar nuestro acuerdo".

Leer ahora

DESNÚDAME el Deseo. Obsesión

Suspense LILIANA SANTOS

Sinopsis Desnúdame el Deseo es una historia llena de secretos, en dónde la protagonista esconde su procedencia y él, esconde que es casado al momento de conocerse, Camíl se vuelve su obsesión porque es la única que desnuda su deseo como hombre ya que su esposa no despierta nada en él al momento de ellos conocerse y aún después de él volver a ser el mismo macho animal depredador, aún después de hacerle el amor a su esposa como antes, como siempre, él no deja a Camíl, ella se vuelve su droga y sin importar que deba hacer, la tendrá a su lado. Enzo Adriel De Luca es jefe de familia y de la Mafia Checa, herencia familiar que en realidad no le tocaba, herencia que es procedencia de la organización a la que pertenece. Cada cabeza de familia coloca a su heredero en el puesto de Šéf, (Jefe). Cada cierto tiempo. Clark Berklee era el sucesor, cometió errores imperdonables causantes de prácticamente llevar a la organización a las manos de las entidades judiciales. Enzo le quitó el puesto de jefe de la Mafia Checa ahora su venganza es letal. Camíl Linares Mackenzie, una heredera de empresas multimillonarias, que se esconde de las sicópatas de madre y abuela, porque ellas hicieron un trato y si por alguna razón Camíl sale de su escondite, su padre y abuelo morirán porque la terrible Caterina Mackenzie los asesinará. Para la familia Oslo Mackenzie, Camíl, está muerta. Para Enzo, Camí se vuelve todo y al volverse parte de su vida llama el interés del temible Clark Berklee, entrando en una venganza que a ella no le corresponde. :✿:✦•───•✦:✿:✦ │  │ :✿: │.:✿: :✿:❤️ *´¨)* ¸.•*¸.•*´¨).•*¨) (¸.•´*(¸.•´*(.¸. •*❤️ LILIANA SANTOS REP DOM

Leer ahora

Hasta la muerte, un voto sangriento

Suspense Gavin

Mi esposo Alejandro y yo construimos nuestro imperio sobre un pacto de sangre: "Hasta que la muerte nos separe". Durante quince años, esa promesa fue nuestro cimiento. Hasta que encontré las fotos de su amante. Se negó a darme el divorcio. Me atrapó con nuestro juramento mientras ella llamaba para anunciar su embarazo. La eligió a ella, incluso me golpeó para protegerla. En su boda, puse una grabación de él llamándome "un desecho" y "estéril". "¿De qué sirve una esposa que no puede darte un heredero?", le había preguntado él a ella. Pero su amante me había enviado un pequeño regalo de bodas: un expediente que detallaba el secuestro que sufrí años atrás. No fue un ataque al azar. Alejandro lo había planeado. Lo orquestó para quebrarme y, en el proceso, provocó la pérdida de nuestro único hijo. El último informe en el expediente eran sus propios análisis médicos. Yo no era la estéril. Era él. Y el bebé de ella no era suyo.

Leer ahora

Mi Corona, Su Fin: Un Corazón Vengativo

Suspense Gavin

Mi prometido fingió su propio secuestro como una retorcida prueba de lealtad, apostando a que yo arriesgaría a nuestro hijo nonato para salvarlo. El shock de su traición me costó a nuestro bebé. Cuando lo confronté, protegió a su amante y quemó las cenizas de nuestro hijo frente a mis ojos. Se burló diciendo que yo solo era su "soldadita leal" y que únicamente la muerte nos separaría. Tenía razón. Solo que nunca se dio cuenta de que hablaba de su propia muerte, a manos de la reina que es dueña de todo su ejército.

Leer ahora

Amor envenenado, Justicia amarga

Suspense Gavin

Mi madre, una enfermera que dedicó cuarenta años a cuidar de los demás, fue envenenada y abandonada para que muriera después de una gala de beneficencia. La responsable, Keyla de la Torre, se presentó en el tribunal con una máscara de inocencia y lágrimas, alegando que había sido en defensa propia. ¿El verdadero horror? Mi esposo, Gerardo Garza, el mejor abogado de la Ciudad de México, era quien defendía a Keyla. Hizo pedazos el buen nombre de mi madre, retorciendo la verdad hasta que el jurado creyó que Keyla era la víctima. El veredicto llegó como un rayo: "No culpable". Keyla abrazó a Gerardo, y por un instante, una sonrisa de triunfo cruzó su rostro. Esa noche, en nuestra fría mansión en las Lomas, lo confronté. "¿Cómo pudiste?", le dije con la voz rota. Él, con una calma que helaba la sangre, respondió: "Era mi trabajo. Keyla es una clienta muy importante". Cuando le grité que ella había intentado matar a mi madre, me amenazó. Dijo que usaría los expedientes médicos confidenciales de mi mamá, su historial de depresión, para pintarla como una mujer inestable y con tendencias suicidas. Estaba dispuesto a destruir su memoria para proteger a su clienta y su carrera. Estaba atrapada, humillada, con el corazón destrozado. Él había sacrificado a mi madre por su ambición, y ahora intentaba borrarme a mí. Pero mientras firmaba los papeles de divorcio que él ya tenía listos, un plan salvaje y desesperado comenzó a tomar forma en mi mente. Si querían que desapareciera, iba a desaparecer. Y luego, los haría pagar.

Leer ahora