Mi bebé, Leo, llegó a mis brazos, perfecto, ajeno al dolor de mi cuerpo postparto y a la distracción de mi esposo, Mateo, obsesionado con sus redes sociales.
Apenas Mateo se fue, una supuesta enfermera se llevó a mi hijo y mi mundo se derrumbó cuando regresé a una habitación vacía.
Pocos días después, un video horrible de mi "rescate" circuló por internet, convirtiéndome en el monstruo de la nación, abandonada por mi esposo y mi propia familia.
¿Cómo era posible que mi vida se destruyera tan rápido, y por qué mi ex-mejor amiga, Carolina, parecía disfrutar tanto de mi humillación?