Capítulo 1.
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Capítulo 1.
Wynnette.
Alicia en el país de las maravillas parece ser un tesoro creado por una mente sagaz que intentó decirles a los niños lo retorcido que es el mundo de los adultos. Y justo ahora, me siento como si estuviese atrapada en una caja de cristal, siendo tan diminuta ante una incierta realidad que poco a poco se difumina, convirtiéndose en una incógnita a la que nunca le encontraré respuestas.
Todos dicen que el miedo nos protege, que es un sentimiento necesario para forjar nuestra esencia, sin embargo, ahora no puedo odiarlo más. Soy una temerosa chica que se ha ocultado en la madriguera del conejo blanco por mucho tiempo, y ahora no puedo estar más que avergonzada con esa niña a la que le juré luchar por sus sueños...Me siento abrumada de mi propia mente.
Soltando un prolongado suspiro, pasé las manos por mi sudado rostro. Hoy es una de esas noches en la que mi corazón parece querer romper mi caja torácica y en la que mi cabeza tiene el mismo peso que mis angustias.
¿Debería levantarme y rendirme ante ésta confusa realidad? ¿O fingir que estoy cuerda y reconciliar un sueño que se tornará pesadilla?
¡Joder, como odio ser yo!
Han pasado seis meses desde el asesinato de Hannah Carsson, y desde esa madrugada de abril, mis días y noches se tornaron en un auténtico tormento, causando que algo tan simple como dormir se vuelva una tarea imposible.
Mis pensamientos siempre me conducen al mismo lugar, a aquella playa de Malibu en donde la hallamos apenas cubierta y con su piel tan pálida como un triste lienzo sin pintar. Antes de que pudiese premeditarlo, mis lágrimas bañaron mi rostro rebeldemente, dando paso a esos diluvios emocionales que todas las noches me invaden, estoy acabada.
Siento que no hay un día que los fantasmas del pasado no me visiten, y sé que todos debemos tener un proceso de sanación, que debemos respetar nuestros tiempos y disfrutar el cierre de nuestras heridas. Pero, el hoyo que hoy sustituye mi alma, no parece tener fondo, cada minuto que transcurre el dolor parece incrementar, puedo recordarla, pero, no como la amiga extrovertida que siempre tenía algo elocuente y lindo que decir, no, ahora sólo la recuerdo como un cadáver, como aquel cuerpo que solía ser el hogar de un espíritu lleno de magia, capaz de hechizar a cualquiera con sólo una sonrisa.
Me levanté de mi cama y encendí la luz de la habitación, no quería seguir sumergiéndome en la oscuridad, no quería seguir lamiendo la sangre de mis heridas como si fuese un acto abominable. Necesitaba calmarme, siento que viene sobre mí esa avalancha llamada crisis emocional, y estar sola en éste departamento lo hace aún peor.
Tomando una hoja en blanco y un lápiz de tinta, comencé a escribir todas esas palabras que no fueron dichas, esos sentimientos guardados tan a lo profundo de mí que incluso dan la impresión de estar olvidados por completo.
No sé cómo funciona éste mundo, no sé si Dios es la respuesta de todas esas preguntas, pero sé que en caso de que él realmente exista, le debe una disculpa a muchos, aunque, a éstas alturas no tengo porqué cuestionarme su existencia, no tengo porqué aferrarme a esperanzas que no conducen a nada, mi deber es sanar, es aceptar que Hannah no está.
Ella se fue llevándose una parte de mí, y ahora es inevitable no perderme en el intento de retomar mi vida, todos saben la razón de mis inseguridades y ansiedades, no le he dado la cara al mundo desde que ella partió. Encontrar el cadáver de tu mejor amiga en una playa donde se suponía que iba a ser el mejor verano de nuestras vidas, debería ser catalogada como una de las peores tragedias.
Mi mano temblaba a medida que se deslizaba por el blanco papel, las gotas saladas caían sobre éste, dejando huellas de color azul por todas partes, comencé a exhalar aire denso por los terribles recuerdos que bailaban como una danza satánica dentro de mi cabeza.
¡Siento como si me hubiese muerto yo!
Arrojando la hoja y el lápiz lejos de mí, estampé mi cara sobre la almohada, soltando uno de esos alaridos que expresan todo el maldito dolor que apaga la luz de una joven alma.
En unas horas asistiré a la Universidad y deberé fingir como si todo estuviese bajo control, ver el asiento vacío de Hannah va a ser la peor parte, no estoy del todo preparada para retomar mi vida después de todo esto. Pero, debo hacerlo para evitar morir estando aún viva.
6:25
El pitido de la cafetera sonó como un chillido desagradable, mis ojeras son más que visibles y mi irritación por la falta de sueño es casi palpable. Debo aprender a ir paso a paso, después de seis largos tempestuosos meses cargados de mucha aflicción, es complicado relacionarme socialmente con mis compañeros, profesores y amigos, y aunque mis ganas se encuentran desaparecidas en estos momentos, ya es hora de despertar.
Dándole un mordisco a mi pan de queso, mi teléfono sonó como si estuviese gritando, torné mis ojos en blanco y murmuré una maldición, últimamente es sumamente fácil exasperarme por todo.
Mirando la pantalla, observé la foto de mi hermano Mason, quise desviarla y seguir con mi desayuno como si nada pasara, pero, debo de admitir que he estado actuando como una autentica cobarde desviando las llamas y evitándolo a toda costa, de todos modos, tengo motivos para hacerlo. Mason tiene el pésimo defecto de decir las palabras equivocas en los peores momentos, y no tiene el tupe de enmendarlas. Sin embargo, sé que hace lo que puede para hacerme sentir "bien".
-Buenos días.- Dije adoptando un tono capaz de ocultar mi malestar.- ¿Cómo se encuentra el hermano más brillante de Londres?
Él soltó una risilla y yo sentí un poco de alivio, le haría pensar que estoy bien, así me salvaría de sus preguntas indiscretas y de su constante seguimiento. Esa es mi misión a partir de ahora, empujar las sombras lejos de mí hasta hacerle creer al resto que estoy resplandeciendo más que nunca... Aunque me esté llevando la mierda.
-Estupendo, mi madre me comentó ayer en la cena que hoy retomarías la universidad. ¿Es cierto?
En su tono de voz se podía distinguir esa curiosidad insaciable que una persona como lo es él posee, me gustaría de antemano cortar la llamada, pero no puedo ser así de determinada en ocasiones.
-Sí, en efecto, hoy iniciaré el semestre. No puedo faltar, al parecer habrá un seminario importante, y el profesor Harris quiere que asista.
-Me parece perfecto, después de estar escondida en lo que parecía ser un lapso de tiempo interminable al fin lograste hacer algo por ti.
Dios mío, mi paciencia se estaba agotando, no tengo ni siquiera dos minutos al teléfono cuando ya me veo invadida por esa necesidad de colgar y no responderle nunca más, o al menos hasta que esté emocionalmente estable.
-Si hermano, lo logré.
Hubo una pausa luego de mi susurro, él carraspeó como si estuviese invitándome a continuar, pero, ¿cómo podría hacerlo? Apenas puedo mantener una conversación básica, y él no ha sido la persona ideal para iniciar la mañana. Definitivamente el universo comenzó a conspirar en mí contra.
-Oye Wynnettte, ¿no quieres platicar un poco antes de que la rutina académica te acapare por completo?
Desmenuzando los sentimientos que me causaba su voz, por muy molesto que me pareciera Mason, podía percibir la preocupación detrás del teléfono, sé que quería asegurarse de que estuviera bien, pero ojalá que algún día toda mi familia comprendiera lo difícil que es vivir con una perdida tan traumática.
-Mason... mi psicóloga se encarga de ello, ¿está bien? No te preocupes, tendré un buen día y espero que tú también, hasta luego.
Corté la llamada antes de que él pudiese reclamarme por hacerlo o rogarme explicaciones, sé que lo hizo porque mi madre se aseguró de decirle lo sola y angustiada que me encontraba. Sé con certeza la fina línea que debe mantener un psicólogo con los familiares para evitar cuadros realmente depresivos o actos que inciten al suicidio. Y reconozco que en éste tiempo mi peor enemigo ha sido lo que mi cuello sostiene.
Tomé mis cosas y lavé rápidamente mis manos, hice un esfuerzo titánico para ocultar todo lo que no quiero que los demás vean en mí, no quiero regresar y ser señalada como: "Oh mira, es la chica que tuvo la trágica historia de verano, pobrecilla". Tendré la frente en alto y actuaré como si lo peor no hubiese pasado, sé que ese no es el deber, pero siempre he sido una mujer orgullosa y me rehúso a que me vean como una persona desolada, volveré, pero no como lo que fui alguna vez, simplemente con las emociones encerradas en lo que ahora llamaría mi caja de pandora.
Tomando mis llaves y rociándome un poco de perfume, salí del departamento, bajando las escaleras con miles de dudas y preguntándome firmemente: "¿Estoy completamente segura de esto?". Por supuesto que sí, ya no hay tiempo para dudas, recuerda Wynnette, Alicia descubrió el mundo con cada tropiezo, no manteniéndose escondida en la madriguera del conejo.
***
Tratar de pasar desapercibida no es una tarea fácil de llevar a cabo, y menos cuando tuviste un verano demasiado turbio del cual todos están al tanto. Con pasos un poco apresurados y sin bajar la cabeza en ningún momento, me las arreglé para llegar al salón de conferencias. Se encontraba casi vacío, sólo dos chicos estaban sentados cerca de la puerta de emergencia, no me molesté en dar los buenos días, mis ánimos no estaban disponibles ni siquiera para ser cortés.
Suspirando y sentándome en casi uno de las últimas filas, dejé caer mi cabeza hacia atrás, susurrando una maldición por el enorme arrepentimiento que me embargaba en éste instante. Venir sin duda no fue la mejor idea, aún no estoy del todo lista para enfrentar el hecho de que mentalmente aún no soy estable y de que estoy más sola de lo que creí.
Mal lunes para ser Wynnettte Harrison, mala semana y probablemente mal año.
El pequeño reloj que estaba sobre la parte inferior del pódium marcaba las siete con cincuenta y nueve, y al marcar las ocho en punto todo el lugar se empezó a llenar de universitarios eufóricos, no paraban de charlar y reír, tantas voces al unísono me empezaron a estresar, me removí incómoda en el asiento tratando de asimilar la ajetreada rutina universitaria. En otras circunstancias y con otros sentimientos y pensamientos, éste momento me daría igual, pero no, ahora estoy jodidamente dañada.
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