Deseos cumplidos
img img Deseos cumplidos img Capítulo 1 Saboreando
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Capítulo 31 Ella lo extrañaba img
Capítulo 32 Yendo a un viaje de negocios con Rufus img
Capítulo 33 Un beso inesperado img
Capítulo 34 En el baño img
Capítulo 35 Reviviendo un viejo romance img
Capítulo 36 El sangrado escarlata img
Capítulo 37 De una muchacha a una mujer img
Capítulo 38 A espaldas de Lionel img
Capítulo 39 Un payaso siendo observado img
Capítulo 40 Una trama siniestra img
Capítulo 41 Llevando una amante a la fiesta img
Capítulo 42 Belleza impresionante img
Capítulo 43 Vídeo obsceno img
Capítulo 44 Volver a casa contigo img
Capítulo 45 Cassandra ha vuelto img
Capítulo 46 Estoy aquí img
Capítulo 47 Delicadeza img
Capítulo 48 Cassandra a solas con Lionel img
Capítulo 49 Tengo algo que decirte img
Capítulo 50 Divórciate y sé mía img
Capítulo 51 Estás perdiendo todo el rato img
Capítulo 52 Ella nunca podrá escapar de él img
Capítulo 53 Desafortunadamente no era Rufus img
Capítulo 54 Ivy está embarazada img
Capítulo 55 El sueño img
Capítulo 56 Un pájaro enjaulado que quería volar libre img
Capítulo 57 ¿Quién es mejor cazador img
Capítulo 58 La pelea en la mansión Tang img
Capítulo 59 Un diseñador especial img
Capítulo 60 Esperando la tormenta que está por llegar img
Capítulo 61 El beso en el ascensor img
Capítulo 62 La tormenta img
Capítulo 63 La enfermedad de Cassandra img
Capítulo 64 Feliz cumpleaños, Cassandra img
Capítulo 65 Casi img
Capítulo 66 La reina del hielo img
Capítulo 67 Estoy casada img
Capítulo 68 Estoy dispuesto a esperar img
Capítulo 69 El competente asistente de Rufus img
Capítulo 70 Secreto revelado img
Capítulo 71 El desastre del vestido img
Capítulo 72 La incesante furia de la tormenta img
Capítulo 73 Soy un ciervo img
Capítulo 74 La sonrisa en momentos difíciles es la más amarga img
Capítulo 75 Deseosa por su calor img
Capítulo 76 El comienzo de la pesadilla img
Capítulo 77 Un sueño simple img
Capítulo 78 Es mejor estar bien embarazada que bien casada img
Capítulo 79 No eres más que una amante img
Capítulo 80 Una oportunidad para quedar embarazada img
Capítulo 81 Me desharé de todo lo que se interponga en tu camino img
Capítulo 82 El jefe enigmático img
Capítulo 83 Una mujer trabajadora img
Capítulo 84 La noria: el sueño de toda niña img
Capítulo 85 ¡Suéltame! img
Capítulo 86 Te profanaré bien img
Capítulo 87 El reencuentro con Dylan img
Capítulo 88 Tan cerca y a la vez tan lejos img
Capítulo 89 Nos volvemos a encontrar img
Capítulo 90 Un regalo precioso img
Capítulo 91 El sueño de su infancia img
Capítulo 92 ¿Quién es el culpable img
Capítulo 93 Sus ojos intensos img
Capítulo 94 El trato propuesto por Ivy img
Capítulo 95 Una reunión con damas img
Capítulo 96 Vernon en problemas img
Capítulo 97 Un invierno turbulento img
Capítulo 98 La guerra entre hombres img
Capítulo 99 Segunda ronda de negociaciones img
Capítulo 100 ¿Quién es mi héroe img
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Deseos cumplidos

JACINTA CANINO
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Capítulo 1 Saboreando

En algún lugar de la ciudad de Roma, mientras la luna proyectaba un brillo místico en la noche oscura, un lujoso crucero blanco atravesaba silenciosamente los tranquilos torrentes del océano. La fiesta en el barco estaba en pleno apogeo, con un ambiente lleno de canto y baile. Todos a bordo estaban felices, disfrutando de la animada y divertida atmósfera en la que estaba sumergidos.

Mientras tanto, en una habitación de lujo del yate, se observaba una silueta proyectada en la puerta de vidrio, borrosa por el vapor de la ducha caliente, lo que la hacía misteriosamente atractiva. El sonido del agua goteando en el suelo contrastaba notablemente con el silencio de la noche. En la habitación había un ambiente acogedor y atractivo.

Al otro lado de la puerta de cristal, un hombre esperaba pacientemente, apoyado contra la cabecera de la cama, y entre sus delgados dedos, sujetaba un cigarrillo a medio fumar. Disfrutando cada bocanada de humo, lucía irresistiblemente varonil. Golpeando suavemente las cenizas de su cigarrillo, respiró hondo y echó una hermosa serie de anillos de humo. Para él eran como una obra de arte. La piel morena del hombre exudaba un atractivo brillo bajo la tenue luz. Su constitución era delgada y firme, sin ningún rastro de grasa. Cada aspecto de su apariencia era simplemente perfecto.

Él entrecerró un poco los ojos, esos ojos tan agudos como los de un águila, que emanaban una extraña sensación de siniestra languidez. Su rostro bien esculpido era irresistible, sus labios sensuales, delgados y rosáceos mostraban una sonrisa con ligero rastro de burla. Sus ojos, ardientes de fuego y deseo, fijaron la mirada a través de la puerta de cristal. Estaba examinando cuidadosamente cada centímetro de pliegues y curvas de la mujer dentro del baño.

La puerta se abrió lentamente. La bata de seda blanca que llevaba puesta la mujer mostraba su atractiva figura. Se estaba secando su largo cabello negro con una toalla. Ajustándose la bata, se volvió hacia él y le dirigió una sonrisa tentadora.

Él estaba abrumado por el repentino estallido de hormonas al verla. Se veía sexy mientras se frotaba el pelo. Debajo de su cabello estaba su adorable rostro, un rostro que no tenía ninguna imperfección. Era la definición de belleza asombrosa. Ese rastro de ligero sonrojo en sus mejillas era un festín para la vista. Se preguntaba si tal vez había algo en su piel que la hacía sonrojar después de cada baño, ya que no podía evitar mirarla. Para él, ella se parecía a una delicada flor en pleno florecimiento.

"¿Ya se te ha pasado el efecto del alcohol?", preguntó el hombre, todavía con el cigarrillo entre los dedos. "Sí", respondió la mujer levantando las cejas.

Rápidamente, el hombre guapo y fornido que unos segundos antes estaba acostado en la cama se acercó a ella. Sus manos se extendieron para darle la bienvenida, pasando los dedos por su esbelta espalda mientras le daba un abrazo. Con los labios pegados a la oreja de la mujer, él susurró: "Mmm, hueles muy bien". La sensualidad oculta del susurro la excitó, e hizo que ella echara para atrás la cabeza. Él lo hizo intencionalmente.

Viendo cómo el hombre jugaba con ella, se sonrojó con timidez. Aún se sentía un poco mareada por el efecto del vino. Si su mente no se hubiera quedado en blanco esa noche, de ninguna manera se hubiera pegado el revolcón con este hombre.

Recordó que ya era la segunda mitad de la noche. Antes de eso, había estado tan borracha que no podía recordar cómo había llegado a ese lugar. Los momentos de locura con el hombre, seguidos de un baño caliente, le habían devuelto casi por completo la sobriedad, o por lo menos revivido su cordura.

"Por favor... Debo irme", la dama imploró al hombre, su mente estaba despejada y estaba recuperando plena conciencia. Cubierta bajo la bata de baño, sintió un dolor sordo en su cuerpo y un caos total en su mente. En la noche de su graduación, no podía creer lo que le había pasado en esta tierra extranjera con un total desconocido.

"Mi nombre es Rufus Luo", se presentó el hombre en lugar de dejarla ir.

El tono frío de la dama no logró alejar al hombre, al contrario, lo indujo a que se acercara aún más. Su voz grave y profunda era tan cautivadora, y la sonrisa en su hermoso rostro era tan terriblemente tentadora y carismática.

"Mire señor, no tiene que decirme su nombre. Solo estamos satisfaciendo nuestras necesidades individuales. Después de esta noche, no habrá nada entre nosotros. Sin ataduras".

La chica parecía estar molesta por su acción de presentarse, lo que despertó en él interés en un mayor desarrollo de su relación de una noche. La dama se dio la vuelta, con su elegante cabello mojado dejando un toque fresco y gentil en su piel.

"Has estado genial esta noche. ¿Habrá una próxima vez?", dijo el hombre llamado Rufus con una sonrisa esbozando en los labios. La sonrisa en su rostro era tan deslumbrante que la mujer, que se esforzó mucho por mantener una distancia segura entre él y ella, estaba algo aturdida

"Lo siento. Tengo que irme ahora". La chica finalmente reunió todas sus fuerzas y decidió irse.

Sin dudarlo, la mujer se quitó la bata de baño bajo la mirada del hombre y rápidamente recogió la ropa esparcida por el suelo para vestirse. Cuando estuvo lista, tomó su bolso rápidamente con sus manos delgadas y temblorosas, pero el cual cayó al suelo y todo lo que había dentro quedó regado por el suelo.

Ella frunció el ceño y dejó escapar un grito. Se recogió el pelo largo detrás de la oreja para que no le tapara la vista y se agachó para recoger sus cosas. Esto hizo que el hombre dibujara una sonrisa asusta en su rostro, como si descubriera algo realmente interesante.

Arrastrándose rápidamente desde la cama, antes de que la mujer tuviera oportunidad de detenerlo, tomó el pasaporte que estaba en la esquina. Como es natural, le echó un vistazo a las páginas del pasaporte. No pudo evitar que su sonrisa se hiciera más grande.

"¿Cassandra Qin?", él leyó el nombre.

"¡Devuélvemelo!", gritó la señorita.

Al escuchar que el hombre la llamaba por su nombre, la chica, que hasta ese momento estaba ocupada recogiendo las cosas del suelo, se levantó rápidamente para quitarle el pasaporte de las manos. Sus hermosos ojos brillaban con furia y fuego, mirando al hombre que, de manera muy descortés, había mirado su pasaporte sin su consentimiento.

Probablemente ella no había anticipado que lo que iba a suceder luego sería todavía menos cortés. De repente, él la atrajo a sus brazos, disfrutando del aroma familiar que la mujer emanaba, y que deleitaba su olfato. Al estar tan cerca del hombre, en estado consciente, comenzó a ponerse nerviosa y sus latidos comenzaron a acelerarse. No solo los latidos del corazón se aceleraron, sino también su respiración. De repente, los sentidos de esa noche loca empezaron a inundarle la mente.

"¿Nos damos un beso de despedida?", preguntó el hombre travieso en un tono juguetón.

Aunque disfrazada en forma de pregunta, esta oración era en realidad una imperativa, para demostrar que era lo suficientemente "educado" como para pedir el consentimiento de la mujer en sus brazos antes de besarla. Sin embargo, parecía que ella no tenía un "no" como opción, ya que no tenía forma de escapar. Tan pronto como él terminó la oración, antes de que ella pudiera dar una respuesta, él selló su boca con sus sensuales labios.

Con sus brazos alrededor de la cintura de la dama, el hombre no le dio ninguna oportunidad de resistirse. Después del beso prolongado, la chica apenas podía sostenerse, por lo que no tuvo más remedio que seguir sujeta en sus brazos. Mirando al hombre con ira que iba en aumento, se sentía más desprotegida cada segundo que pasaba. Al instante siguiente, no esperó más para escapar del lugar, dejando en el suelo sus cosas todavía dispersas, y al hombre con una sonrisa descaradamente perversa en el rostro.

Con un fuerte golpe de la puerta, la espaciosa habitación quedó en silencio, solo con el hombre dentro.

Sus ojos miraron a su alrededor, como si tratara de encontrar alguna pertenencia de la mujer, y finalmente aterrizó la vista en la mancha roja de la sabana. Su sonrisa ahora se volvió más misteriosa y más difícil de interpretar.

Este hombre había vivido en Roma durante muchos años, y la noche anterior le habían invitado a una fiesta de vino, donde conoció a la encantadora chica. Era extremadamente raro que, en una aventura de una noche, su compañera fuera virgen. ¿Eso se consideraba suerte? No podía responder a su pregunta, al menos no por ahora.

Lo único que él sabía era que esta mujer había dejado una impresión indeleble en su mente. Y aun hasta ese momento, él seguía saboreando la noche llena de pasión y locura que había pasado con ella, y todavía podía percibir su aroma impregnado en su piel.

            
            

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