Mi dulce bestia
img img Mi dulce bestia img Capítulo 1 Prólogo
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Capítulo 6 Un hombre extraño img
Capítulo 7 Una invitación img
Capítulo 8 Impredecible img
Capítulo 9 Conversaciones incómodas img
Capítulo 10 Invitada inesperada img
Capítulo 11 Muy joven para morir img
Capítulo 12 Un aporte a la sociedad img
Capítulo 13 Unicornios y arcoiris img
Capítulo 14 En silencio img
Capítulo 15 Deseo img
Capítulo 16 Sin compromiso img
Capítulo 17 Una visita de advertencia img
Capítulo 18 Curiosidad img
Capítulo 19 Noche de películas img
Capítulo 20 Una niñera por una noche img
Capítulo 21 Es solo un bebé img
Capítulo 22 Relajarte y disfrutar img
Capítulo 23 Cansado de luchar img
Capítulo 24 Buenos candidatos img
Capítulo 25 Primera vez img
Capítulo 26 Juegos img
Capítulo 27 Familia img
Capítulo 28 Regalo img
Capítulo 29 Amor de infancia img
Capítulo 30 Extraño img
Capítulo 31 Rumor img
Capítulo 32 Poco hombre img
Capítulo 33 Sentimientos img
Capítulo 34 Ilusión img
Capítulo 35 Un tiempo img
Capítulo 36 Segura de sí misma img
Capítulo 37 No es tan fácil img
Capítulo 38 Ataque img
Capítulo 39 A tu lado img
Capítulo 40 Hablando del pasado img
Capítulo 41 De regreso en casa img
Capítulo 42 Mejor amigo img
Capítulo 43 Tu fragancia img
Capítulo 44 Escultura griega img
Capítulo 45 Malagradecido img
Capítulo 46 Un viaje de fin de semana img
Capítulo 47 Malestares y una noticia img
Capítulo 48 Me quedo contigo img
Capítulo 49 Hechos img
Capítulo 50 Una lección img
Capítulo 51 Demasiado sexy img
Capítulo 52 El indicado img
Capítulo 53 Tiernos img
Capítulo 54 Anuncio importante img
Capítulo 55 Cuando estamos juntos img
Capítulo 56 Solo contigo img
Capítulo 57 Mi esposa img
Capítulo 58 El inicio de una vida img
Capítulo 59 Antojos img
Capítulo 60 Epílogo img
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Mi dulce bestia

Joana Guzman
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Capítulo 1 Prólogo

Mia era de esas personas a las que les encantaba dejarse llevar por sus impulsos. Había terminado en más de un problema a causa de eso, pero la mayoría de veces las consecuencias fueron inofensivas: Un corte de cabello nada favorecedor, un brazo fracturado o un ridículo video en las redes que casi la lleva a la fama. Nada fuera de lo común.

Sus padres siempre le decían que tuviera más cuidado o un día de esos acabaría en un problema realmente grave. Mia soltó un suspiro, al parecer ese día había llegado. ¿Por qué tenían que tener razón en todo?

Se suponía que la misión de rescate debía ser más que simple. Solo tenía que seguir tres simples pasos: Entrar, encontrar y escapar. Llamó a su plan "La triple E", por razones obvias; no es que fuera muy dada a los planes.

Su plan había estado marchando a la perfección. Si, entró; sí, encontró y... no, no escapó. En su favor debía decir que había estado a punto de hacerlo cuando aquel hombre, que ahora la aniquilaba con la mirada, entró. Nadie vivía en ese departamento, estaba segura de eso; no es que alguien se lo hubiera dicho, pero a esa era la conclusión a la que había llegado después de una ardua investigación.

Miró al hombre, evaluando sus opciones de escape. Podía intentar derribarlo y salir corriendo, pero dudaba mucho que pudiera moverlo tan si quiera un centímetro; él era una masa sólida de músculo. Saltar por la ventana, por otro lado, no era una opción; no, si quería sobrevivir y no lo haría estando en el tercer piso. Era buena en muchas cosas, pero caer de pie desde esa altura, no estaba incluida en ellas.

Se distrajo admirando al hombre y se detuvo más de lo debido en algunas partes de su cuerpo. Sus ojos, más oscuros que la noche, captaron toda su atención. Eran tan escalofriantes que la temperatura del ambiente bajo un par de grados solo al verlos. Si las miradas mataran, en ese momento sus padres estarían llorando su pérdida mientras sepultaban su cadáver.

Sacudió la cabeza tratando de enfocarse en el presente, no era un buen momento para divagar en sus pensamientos.

La única solución posible para salir de allí, parecía ser hablar con el gruñón y explicarle el motivo de porque estaba allí, lo cual le llevaría a explicarle como entró y que, en algún momento, sin querer, había roto una de sus posesiones. Quizás podía omitir esa última parte, después de todo los pedazos estaban ocultos en una de las repisas de la cocina, que esperaba él no abriera hasta que ella estuviera en fuera de su alcance. Debería haber buscado un lugar mejor para ocultar aquel frágil jarrón.

-¿Quién eres tú? -preguntó el hombre irritado. No entendía a que se debía su mal humor. Sí, la había atrapado en su departamento, pero tenía una buena explicación.

-Hola. -Sonrió esperando que eso le ayudara en su causa. No lo hizo. El extraño frunció el ceño y la miró como si fuera una completa tonta.

            
            

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