El Juego de Venganza de la Novia Fantasma
img img El Juego de Venganza de la Novia Fantasma img Capítulo 3
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

POV de Eva:

Un hijo de tres años. Y otro en camino. Mi mente, todavía lidiando con lo imposible, hizo los cálculos. Damián había seguido adelante, no hacía meses, sino años. ¿Su "búsqueda de cinco años" por mí? Una mentira. Una farsa cruel y elaborada. No me había estado buscando; había estado construyendo una nueva vida, una nueva familia. Mi fantasma era un chivo expiatorio conveniente para su nueva felicidad.

La ironía sabía a ceniza en mi boca. Pasó cinco años supuestamente buscándome, solo para encerrarme de nuevo cuando finalmente regresé. Quería casarse con Carla. Quería que yo muriera, en silencio, convenientemente, para que su nueva vida perfecta no fuera perturbada.

Una risa amarga y sin humor escapó de mis labios. Era un sonido crudo y seco.

-¿Explicar? -grazné, la palabra era una maldición-. No hay nada que explicar, Damián. Tus acciones hablan más fuerte que cualquier palabra que puedas inventar.

Me aparté de su repugnante exhibición, mi mirada cayendo sobre la pila de rocas afiladas. Tenía que salir. Mi cuerpo roto, mi cuerpo moribundo, necesitaba moverse. Mis manos, en carne viva y sangrando por mi escape desesperado de la simulación, arañaron la piedra. Cada movimiento enviaba dolorosos rayos de agonía a través de mi brazo, hasta mi hombro, pero lo ignoré. Tenía que hacerlo.

Las lágrimas corrían por mi rostro, rastros calientes mezclándose con el sudor frío y la mugre. Mis dedos, raspados y desgarrados, estaban resbaladizos por la sangre, pero seguí cavando. No moriría aquí. No así. No después de todo. Mis padres. Necesitaba ver a mis padres. Ellos escucharían. Ellos entenderían. Ellos me amarían.

Una débil rendija de luz, casi imperceptible, se asomó a través de una grieta en el derrumbe. Un pequeño faro de esperanza. Mi respiración se cortó. Empujé más fuerte, un sollozo desesperado saliendo de mi garganta.

Justo en ese momento, la voz de Carla, un susurro enfermizamente dulce, cortó el aire.

-¡Damián, mira!

Escuché un grito repentino, luego un golpe sordo. Me di la vuelta, mi corazón latiendo con fuerza. Carla yacía en el suelo, acurrucada en un ovillo, agarrándose el abdomen. Una mancha oscura y húmeda floreció debajo de ella.

-¡Mi bebé! -gritó, su voz penetrante-. ¡Me empujó! ¡Ella me empujó!

Antes de que pudiera reaccionar, una bota pesada se estrelló contra mi mano extendida, clavándola en el suelo. Un dolor que hizo crujir los huesos subió por mi brazo, un crujido repugnante resonando en la caverna. Grité, un sonido primario arrancado de mi garganta. La agonía familiar y profunda. Era el mismo dolor que sentí cuando las criaturas en la simulación me rompieron las extremidades, cuando morí de hambre, cuando fui torturada. Esto no era la simulación. Esto era real. Este era Damián.

Apartó su pie bruscamente, luego levantó a Carla con rudeza, su rostro contorsionado por la furia. Ni siquiera miró mi mano destrozada. Simplemente pateó la pila de rocas sueltas cerca de la entrada, haciéndolas caer y sellándome aún más.

-¡Monstruo! -rugió, su voz temblando de ira-. ¡Intentaste matar a mi hijo! ¡Intentaste lastimar a Carla! -Sus ojos ardían de odio. No había visto nada. No había preguntado. Simplemente asumió. Su amor, su devoción, era un escudo para ella, un arma contra mí.

La traición fue completa. No era solo que él hubiera seguido adelante. Era que me veía como una villana, una amenaza, un inconveniente que debía ser descartado.

Me mordí el labio, con fuerza, hasta que el sabor metálico de la sangre llenó mi boca. Mi mano destrozada, casi con seguridad rota, temblaba mientras la sacaba lentamente de debajo de las rocas. Miré a Damián, mis ojos ardiendo con un odio que reflejaba el suyo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022