-¡Estás contratada!- Dice la mujer con firmeza, causando escalofríos en todo mi cuerpo. -Inicias ya mismo, no hay tiempo que perder-. Se acerca a mí y extiende su mano para presentarse. -Soy Minerva Di Napoli-. No quería ser descortés, así que estrecho mi mano con ella y deseo ver mucho a ese hombre, por eso alzo mi mirada para verlo, pero no está, y eso me causa curiosidad.
La señora suelta mi mano y se para frente a mí, haciendo que la mire. -Mis nietos son mellizos, que te los voy a presentar dentro de poco. No te preocupes por mi hijo. Supongo que ya sabes quién es.
-No- Respondo con total sinceridad, aunque percibo que lo había visto antes.
-Leonardo Di Napoli, el multimillonario, el más poderoso y fuerte querido.
-¿Di Napoli?- Preguntó asombrada porque había oído hablar de él. Incluso, muchos dicen que está relacionado con la mafia.
-Solo te digo una cosa, Sofía. Si a mis nietos les llega a pasar algo bajo tu responsabilidad, serás mujer muerta. Este no es un trabajo cualquiera.
-Lo comprendo... Pero no sabía que trabajaría para un hombre como su hijo- Respondo con firmeza, volviendo a mirar donde estaba aquel hombre. No entiendo por qué mi necesidad de verlo y más ahora que sé quién es.
La risa de la mujer resuena en la habitación, llamando mi atención. La veo girarse y caminar hacia una mesa, donde hay una carpeta color marrón, y la toma para luego voltear a mirarme. -no mires a donde nada se te ha perdido. Esto no es un juego, si te equivocas, pierdes. ¿acaso te has arrepentido de venir?- Sofia mira a Minerva con preocupación. -no hay retroceso, si te vas morirás, y no solo tu, tu amiguita también
-¿me estás obligando?- mira a Minerva con extrañeza -no puedes decirme algo tan cruel
-¿Quieres que mande a tu amiga tres metros bajo tierra?
-¡Está bien! ¡No le hagan daño a mi amiga, por favor!- espeto con enojo al sentirse contra la espada y la pared
-Perfecto-. Sonríe. -Lucifero, trae a mis nietos, por favor.
-Como ordene, señora-. Se marcha rápidamente.
-Sofía, este trabajo será algo corto, hasta que mis nietos sean adolescentes. No me mires así, querida. Más bien, piensa que la vida te está sonriendo. Tendrás muchos beneficios, serás millonaria y nada te va a hacer falta. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? ¿Algún problema por resolver...? - Saca los documentos de la carpeta y luego el bolígrafo. -Acércate-. Le ordena, y Sofía asiente.
-Yo...-. Ella recuerda la deuda que tiene.
-¿Tú...? Dime y firma rápido. Todo lo que quieras, te lo voy a conceder. Vendré a visitar las veces que sean necesarias.
-Las personas con dinero hacen lo que les place. Esto que usted está haciendo se llama manipulación. Me arrepiento de haber venido.
-Me agrada tu honestidad y fortaleza para decirme lo que piensas. Ahora, firma y deja tus datos bancarios para que de inmediato recibas tu primera paga.
Minerva coloca el documento y el bolígrafo sobre la mesa, y Sofía se acerca con enojo. Desea saber muchas cosas. Necesita saber la verdad del por que la amenazó para aceptar este trabajo y por qué la señora fue la que habló y no el padre de los mellizos.
-Firma-. Minerva está impaciente, y Sofía no tuvo opción más que firmar aquel documento que ni siquiera tuvo tiempo de leer. Si a su amiga le pasa algo, jamás se lo perdonaría.
-Perfecto-. Dice al ver que Sofía firmó y suelta el bolígrafo para luego retomar su compostura. -Otra cosa más, linda. Cambia tu forma de vestir. Aquí, la señora soy yo, y estoy más a la moda que tú-. Esboza una sonrisa maliciosa. -Cuidado con ver a mi hijo con otros ojos. Estás aquí solo para ser la niñera de mis nietos. Y otra cosita. Llama a tu amiga y dile que se vaya. Mis nietos necesitan mucha atención. En cuanto te pregunten por su verdadera madre, solo dile que esta salvando a los animales de África.
-¿Qué? ¿Por qué mentir tanto?-. Sofía siente dolor de cabeza con tanta información que debe procesar.
-Al pasar el tiempo, lo sabrás. Y porque me caíste bien, te advierto, no te fijes en mi hijo Leonardo. Él es inalcanzable y solo lastima a las mujeres...-. Iba a decirle algo más, pero fue interrumpida por una dulce voz.
-¡Abuelita!-. La niña se detiene al verla cerca de una mujer totalmente desconocida. -¿Mi mami ha llegado?-. Pregunta jugando con sus manitas y su pequeño corazón latiendo a velocidad de la emoción.
-Mi pequeña Chiara-. Le habla, siendo literalmente otra persona. Ya no tiene ese fuerte carácter malévolo. Ahora es gentil y cariñosa.
-¿Y dónde está?-. Michelle es el otro mellizo y pregunta con arrogancia.
Sofía mira a Minerva y no se siente capaz de mentir de esa forma, no a unos niños inocentes que necesitan a su verdadera madre.
-No puedo, señora-. Susurra, y Minerva se preocupa.
-ya firmaste, solo se una buena chica ¿Quieres escucharlos llorar?-. Pregunta, y Sofía negó con la cabeza.
-¿Eres tú nuestra mamita?-. Pregunta la niña, provocando un vuelco en el corazón de Sofía, quien se vuelve lentamente con los nervios de punta y mira a aquellos dos pequeños que la observan con intriga sin parpadear