- Cariño, ¿en dónde estabas?
- ¡Madre! Tú siempre asustando, pareces un fantasma, no dejas esa costumbre.
- ¿Y tú sigues faltando el respeto a tu madre? ¿Eso te enseñé, Maskyn? - pregunta Hailey.
- ¡Jajaja, lo siento, madre!
- ¿De dónde vienes, hijo?
- Estaba dando unas vueltas. ¿Y Dulce María?
- Ya duerme, cariño. Como tu hermano está de luna de miel, se quedará una semana más.
- Déjalos, madre, que disfruten. Tú más que nadie sabes que uno necesita su momento de pareja.
- ¡Y yo concuerdo contigo! Mi preocupación es que Emma tendrá dos bebés y eso no es fácil.
- Esa Emma es una roca, no siente.
- Tenías que ser hombre, testarudo. Aún no me has dicho ¿dónde estabas? Aquí no me muevo y tú tampoco hasta que no me lo digas.
- Mamá, ya te dije, haciendo unas vueltas.
- ¿Tienes novia?
- ¡No, mamá, qué va! Nada que ver.
- Eso decía tu hermano.
- Él y yo somos muy diferentes, así que no. Aunque soñar no cuesta nada. Me iré a dormir.
- Eres un mal hijo.
- Sabes que no, te amo, madre.
- ¡¡Tonto!! Te aprovechas de que te amo.
- Jajaja, no madre, me marcho, tengo sueño.
- Dulces sueños, mi amor. Pero ven, dale un besito a tu madre.
- Ay, mamá, ¿no crees que ya no estamos para eso?
- Te he dado una orden.
Maskyn asiente y con una sonrisa se acerca a su madre Hailey y le da un beso en la frente.
- Dulces sueños, hijito.
- Igual, madre.
Subo a mi habitación. Mi madre es santa para mí, mejor madre en esta vida mis hermanos y yo no pudimos tener. Incluso no, no la merecemos. Como hijos le hemos faltado a ella, pero aun así ella nos ama.
Me despojo de la ropa y me doy un baño. Necesito entretenimiento. Termino de bañarme y salgo del baño para agarrar mi teléfono y hacer una videollamada con la actriz que tanto me gusta. Es increíble la experiencia de esta mujer, me gusta hacer este tipo de cosas con ella, sabe lo que hace y lo que me gusta. Ya aliviado, me acuesto a dormir...
Al día siguiente... Maskyn despierta a las 6:30 am. Ya es costumbre para él despertar automáticamente a esa hora, aunque hay veces en que duerme más tiempo, pero es por el cansancio.
- Hoy tendré un buen día, lo presiento - dice Maskyn hablando solo. Sale en ropa deportiva, sudadera y una camisa esqueleto. Va al área de hacer ejercicio y ahí está su hermana Channel.
- Cómo estás de buena, Channel.
- Maskyn, qué costumbre, no hacer ruido cuando entras.
- Tú siempre de miedosa.
- Hermano, ¿crees que mi cuerpo está bien?
- Sabes que si no fuera así ya te lo hubiera dicho. ¿Por qué lo preguntas?
- ¡¡Nada!! Olvídalo. Últimamente quisiera tener una relación seria.
- ¿Tú? Pobre del que esté contigo.
- Idiota, ¿viniste a fastidiarme o a hacer ejercicio?
- Las dos cosas.
- Huiss, no te soporto.
- Me amas, sin mí te mueres.
- En tus sueños, idiota.
- Ah sí, ¿y quién es el que te ha salvado el pellejo?
- Más bien haz ejercicio, a ver si desayunamos en familia.
Maskyn se ríe maliciosamente. Ambos hermanos terminan su jornada de ejercicio y salen sudados, cada uno a su habitación para desayunar. Al poco tiempo llega Maskyn al comedor y ya Channel estaba comiendo.
- Hijo, qué bueno verte - dice el señor Arturo.
- Buen día, padre. ¿Para qué soy bueno?
- Necesito que me ayudes, hay unas tierras que tengo y necesito chequearlas. ¿Me acompañas?
- Padre, de hecho, tengo asuntos que hacer hoy.
- ¿Cómo cuáles? ¿Ir a tu vida de vago? - dice el señor Arturo enojado.
- Querido, estamos desayunando - dice Hailey.
- Papá, si eso es lo que tú piensas de mí por no haber seguido tus pasos, no lo voy a discutir contigo - dice Maskyn serio.
El señor Arturo da un golpe con su mano en el comedor, haciendo exaltar a Channel y a Hailey.
- Me voy - dice Maskyn porque ya sabe que su padre va a empezar a discutir.
- Tú no te vas a ningún lado.
- Padre, no quiero discutir contigo. Voy a ver a mi sobrina y luego tengo cosas por hacer. Si al menos confiaras un poco en mí, quizás tú vieras más paz.
- Entonces, ¿por qué no me hablas claro, Maskyn? - habla en voz alta el señor Arturo.
- ¡¡Basta los dos!! No es el momento, cuando se va a comer, se hace con respeto y en armonía, Arturo y Maskyn - dice Hailey molesta.
- Por eso es que nuestros hijos no obedecen, porque tú los consientes y yo siempre soy el malo - dice Arturo molesto a Hailey.
- No puedo creer que me estés diciendo esto, Arturo - Hailey se puso de pie y se marchó a su habitación, siente que las lágrimas se le van a salir.
- Hailey - grita Arturo, pero es inútil, ella ya se fue.
- Huy, papito, esto te va a salir caro - dijo Channel.
- Cállate, Channel - la regaña Maskyn.
- ¡Maldición! - dice Arturo y se pone de pie. - Tú y yo, Maskyn, vamos a hablar, ¿entendido?
Dicho esto, Arturo se fue hacia donde está su esposa.
- ¿Por qué no le dices la verdad y ya?
- Porque no me gusta que se metan en mi vida, Channel, así que calladita o les cuento a nuestros padres de tus maldades.
- ¡Más de las que tú y Charles han hecho, no!
- Pero en una mujer esas cosas se ven mal y no creo que quieras que nuestro padre ya no te vea como su angelito consentida. Mejor me voy a ver a mi sobrina - dijo Maskyn y se marchó al jardín.
Él trata de respirar profundo para no llegar con amargura a Dulce María. Desde una distancia ve a Johana, la niñera de Dulce María, cantándole a la bebé. Maskyn se acerca en totalidad.
- ¡Buenos días!
- Oh, buenos días, señor Maskyn - dice ella con respeto.
- Ahora resulta que eres niñera y cantante.
Johana se puso avergonzada.
- Señor, ¿le importa si le dejo a Dulce un momento? Necesito hacer algo - dice ella nerviosa.