Llevaba diez años en este mundo, siendo Lina Salazar, la esposa perfecta de Máximo Castillo y madre de Leo. Mi sistema marcaba un 100% de "Afinidad" con Máximo, creyendo que había alcanzado la felicidad por la que renuncié a mi sueño de bailaora de flamenco. Todo mi sacrificio parecía haber valido la pena.
Pero la llegada de Sofía, la amazona y "amiga de la infancia" de Máximo, lo desmoronó todo. Máximo la presentó como si nada, mientras mi propio hijo, Leo, la abrazaba con una intimidad que nunca me había mostrado. Luego, la pulsera de coral que Máximo dijo haber comprado para su madre apareció en la muñeca de Sofía.
Descubrí que Máximo y Leo llevaban años visitando a Sofía en secreto, que habían pasado su cumpleaños juntos mientras yo estaba enferma en casa, e incluso que Sofía dormía en mi cama cuando estuve en coma. Cada mentira, cada traición, se clavaba más hondo, mi mundo se oscurecía. Me llamaba "una copia barata" en vez de a la original.
La ira y la confusión me consumían. ¿Cómo mi sistema podía decir 100% de afinidad y que yo era tan amada, cuando en realidad mi vida era una farsa calculada? ¿Era toda mi existencia solo una sombra de otra mujer?
Cuando Sofía llegó a mi casa con un ramo de adelfas, a las que soy gravemente alérgica, y Máximo corrió a auxiliarla cuando ella fingió un tropiezo, mientras yo me asfixiaba, supe que era el final. Cuando anunció que estaba embarazada de Máximo, mi sistema intervino, dándome la claridad para ver la horrible verdad. Fue entonces cuando me levanté, di dos bofetadas que resonaron en la sala, y anuncié: "Se acabó. Regreso a mi mundo original".