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img img Romance img Miedo al amor.
Miedo al amor.

Miedo al amor.

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Acerca de

Diana es una mujer de carácter fuerte, controladora y decidida, que siempre ha tenido todo lo que ha querido en su vida. Todo, excepto el amor verdadero. Sin embargo, cuando conoce a Luciano, él despertará en ella, emociones encontradas que le harán dudar de su poder y la convertirán en una mujer vulnerable y capaz de sentir.

Capítulo 1 La Dama Admirada

"DANNA D'AMARO" Chief Executive Officer

Estar parada frente a aquella puerta, es una de las cosas más complicadas que debe hacer Marina a diario y a las cuales, no se puede negar.

La joven asistente respira profundamente, sujeta la carpeta contra su pecho y toca la puerta.

-¡Puede pasar!

La joven oye la voz seductora que proviene desee dentro de la oficina y abre lentamente la puerta.

-P-permiso, jefa -tartamudea.

Diana puede notar los nervios en su asistente y eso es algo que le fascina: Ver que todos le temen.

Todos conocen el carácter fuerte de Diana y sus arranques repentinos, cuando alguien la contradice o cuando algo no sale como lo desea. No es fácil recibir un halago de ella, ni menos topársela cuando no ha tenido un buen día.

El hombre se voltea de espaldas a la asistente, acomoda su traje para evitar que Marina perciba lo que estaba ocurriendo en aquella lujosa oficina.

-¿Qué deseas Marina? -Le pregunta en un tono firme.

-Sra Danna, le traigo los documentos para la firma de la plataforma digital Virtuale Spazio.

-Está bien Marina, colócalos sobre mí escritorio. -Le ordena y la chica obedece.- Trae un café para Marcos y un té para mí.

-En seguida se lo traigo, con su permiso -responde mientras sale de la oficina y cierra cautelosamente la puerta.

-Siempre te sales con la tuya -afirma Marcos.

-¿Lo dudas? -sonríe elevando su ceja izquierda- ¡Siempre querido! siempre logro lo que me propongo.

El hombre la rodea por la cintura con sus musculosos brazos, la atrae contra su cuerpo e intenta besarla. Ella lo aleja colocando sus antebrazos en el pecho fornido de Marcos.

-Relájate querido. Ya regresará la secretaria y no quiero bajo ninguna circunstancia que sospeche que estamos juntos -dice mientras camina hacia el ventanal.

La elegante mujer, lleva tacones altos, falda ceñida a las caderas, por debajo de las rodillas y una hermosa camisa en chiffon con adornos de Swarovski que mandó a hacer en uno de los atelieres más famosos de París.

-¿Tanto te importa el que dirán? -cuestiona.

Diana voltea de forma violenta hacia él.

-¿De verdad crees que me importa para algo, lo que piensen de mí? -espeta.

-Sé que no, pero me sorprende que no quieras que sepan que tenemos algo.

-Es que 'nosotros' no tenemos absolutamente nada querido. -El tono sarcástico en su voz, es evidente- Tú y yo, sólo follamos de vez en cuando, -se mofa- y eso, sólo cuando mis picos de serotonina bajan o cuando deseo aumentar mi oxitocina. Es algo que aprendí en los libros que guardaba mi abuela. Todo tiene que ser natural.

-Bien, entonces no tengo nada que hacer aquí. -replica- Te dejo para que termines de cuadrar tus negocios.

-¿Te molestaste querido? -Le pregunta de forma burlona.

-¡No! Recordé que debo hacer unas diligencias y prefiero no interrumpirte -añade mientras saca del bolsillo del pantalón la diminuta pantie roja de seda y encajes que recién acaba de quitarle a su amante.

La huele y coloca sobre el escritorio. Ella arquea su ceja izquierda y la toma. Se sienta en su silla giratoria para colocársela.

En ese instante tocan a la puerta, ella saca rápidamente la pantie y la guarda en la gaveta de su escritorio.

-Adelante Marina. -dice mientras con un gesto le pide a Marcos abrir la puerta.

El pelirrubio abre la puerta. La joven entra nuevamente sosteniendo en sus manos la bandeja. Marcos toma la taza de té, se acerca al escritorio y se la entrega a Diana; luego toma la taza de café.

-Puedes retirarte Marina. Si necesito algo, te llamo.

-Sí, señora, con su permiso -responde y sale por segunda vez de la oficina.

Marcos se sienta en el sofá de cuero negro que está frente al escritorio de Diana.

Ella bebe su té sin dejar de mirarlo. Pasa la lengua por la orilla de la taza.

Él, en tanto, toma su café y la observa con deseo y apetito carnal.

-Dicen los antiguos magos, que si colocas una pantie en el café de un hombre, lograrás tenerlo a tus pies para siempre. -comenta con picardía.

Marcos se levanta y camina hasta donde está ella. Coloca la taza sobre el escritorio. Se aproxima y la ayuda a levantarse. Ella deja que él la tomé y la sujete con fuerza acicalándola contra su pecho.

-No creo que necesites de ello. Me tienes entero para ti. Sólo falta a que te decidas a huir conmigo.

-¿Estás loco? ¿Acaso piensas que todo este Imperio que cree lo voy a dejar sólo por un polla exquisita?

Aquellas palabras suenan excitantes, Marcos comienza a besarla con vehemencia. Sus manos se desatan sobre el cuerpo esbelto y suave de Diana. Ella disfruta del placer de sentirse viva. De saber que puede despertar deseo y pasión en cualquier hombre más joven, sin que la fortuna que posee, sea su único atractivo.

La pelinegra acaricia su ancha espalda, descendiendo por su lumbar hasta llegar a sus glúteos. Lo aprieta con fuerza. Él se estremece. A veces le cuesta entender como una mujer tan fría y calculadora como ella, puede ser a la vez tan apasionada y única.

Marcos sujeta a su amante por las caderas mientras camina en retroversa hacia el sofá, Se sienta. Diana sube su falda hasta los muslos, el pelirrubio baja su cremallera y ella se coloca a horcajadas sobre él.

Con la habilidad de una amazona, Diana se contonea sobre su polla, robándole suspiros y gemidos al apuesto hombre.

Si Marcos tuviese que describir a su amante diría que es una diosa egipcia, llena de secretos y con un poder increíble para doblegar y encantar a cualquier hombre, incluso a sus más acérrimos adversarios en el mundo de los negocios.

Ella se mueve cadenciosamente, elevando sus caderas y dejando que su polla entre y salga de su vagina. Marcos la sujeta por la cintura con fuerza y dirige sus movimientos para hacer que su miembro encaje profundamente en ella. Él está por tener un orgasmo, su cuerpo se tensa y su respiración es cada vez más agitada.

-¡Joder! Quiero correrme dentro de ti. -bisbisea.

Diana se levanta, se para frente a él y lo observa fijamente, mientras le dice:

-Hazlo, quiero ver como te masturbas frente a mí.

Marcos desliza su mano de arriba hasta abajo, mientras jadea y frota cada vez más rápido su polla hasta ver como la lava blanca producida por aquella erección volcánica descienda por las laderas de su miembro. Luego se levanta, va hasta el baño, se limpia y trae una toalla húmeda para limpiar los fluidos de Diana.

-Ve a hacer tus diligencias. Yo voy a revisar el contrato con la Innovation Tecnology.

–Está bien mi amor, cómo tú quieras.

–Ah, dile a Marina que no quiero que me moleste bajo ninguna circunstancia. Estaré ocupada el resto de la mañana.

Marcos sale de la oficina. Ella se levanta. Camina hasta el baño. Limpia su rostro con la toalla húmeda. Retira todo el semen de su rostro, cuello y pecho. Luego acaricia si piel. "Realmente está suave" se dice si misma mientras se observa al espejo. A sus treinta y ocho años, verse mucho más joven de la edad que tiene.

Una combinación perfecta de inteligencia, experiencia y belleza.

Sale del baño, se sienta, toma la carpeta, la abre y saca el documento de unas siete páginas. Comienza a leer el contrato. Es una meta más alcanzada.

"Ahora tendré mi propia plataforma para difundir mis emporios. Nadie me detendrá, eso se lo juré a mí padre. Quien a pesar de ser un excelente soñador, no pudo tener el éxito que hoy poseo" piensa mientras va revisando detalladamente cada una de las cláusulas.

En ese instante su móvil comienza a sonar. una llamada. Atiende la llamada no sin antes ver de quien se trata. Hace un gesto de desagrado, pero finalmente atiende:

-Hola querida. Ok. Yo paso por allá. Cuídate mucho. Besos.

Coloca el móvil sobre el escritorio. Se arregla el cabello. Se acomoda la camisa. Toma su cartera, sus lentes de sol y su sobretodo rojo.

Por todo el pasillo, la observan encantados sus trabajadores, tanto mujeres como hombres. Es una mujer hermosa, elegante, decidida y emprendedora. Todo lo que tiene lo ha logrado con su astucia y buenas ideas para los negocios.

Entra al ascensor. Baja hasta el último piso y camina hacia el estacionamiento.

Allí la espera Tarcisio, su chofer de confianza. Le abre la puerta. Ella sube al Audi Q5 2021 color negro, que acaba de comprar para sus viajes de negocios.

-Adoro este olor a cuero nuevo -comenta extasiada.

-¿A su casa? -pregunta el hombre de cabello platinado.

-No, Tarcisio, vamos a la clínica donde está internada mi hermana. Me mandó a llamar. Veamos de qué se trata ahora.

-A su orden mi señora -responde él.

El hombre dirige hacia donde Diana le informó. Hay algo de tráfico por la hora tope. Toma un desvío. Una de esas rutas que él conoce perfectamente.

Ya antes había sido funcionario de la Policía Estadal. Y durante más de diez años fue guardaespaldas de su padre; ahora era su hombre de confianza y un leal confidente..

Llegan a la Clínica. Ella se baja. Deja su cartera y chaqueta, sólo se coloca los lentes de sol. Camina hasta el edificio.

Siempre le causa ansiedad tener que volver a ese lugar. Nunca el pasado desaparece por completo.

A lo lejos ve a Raquel, la enfermera que la llamó. La mujer se aproxima hasta ella:

–¿Qué ocurre ahora Raquel?

–Su hermana tuvo un episodio de esquizofrenia e intentó lanzarse por la ventana.

–¡Dios mío!– dice colocando su mano en la boca.

–En estos momentos está sedada. Se necesita su autorización para recluirse en una de las habitaciones de menor riesgo para ella.

–Está bien. Quiero verla– responde Diana.

–¡Muy bien, sígame!

Raquel camina hacia la habitación donde está Isabella. Diana va detrás de ella. Llegan hasta la habitación. Diana se asoma por la ventanita de vidrio.

Raquel amaga para abrir la puerta. Danna la detiene.

–Mejor, será no molestarla.

–Como usted diga. Vamos entonces a administración para que dé la autorización y para que pueda ser trasladada en unos minutos.

–Gracias por cuidar de ella, Raquel.

–De nada, usted sabe que cuenta conmigo.

Danna firma la autorización. Sale de allí, como siempre consternada; sube a su automóvil, y regresa a su opulenta casa. Luego regresa a la habitación de su hermana. Isabella está acostada, con los ojos cerrados, se ve tan ausente, que en vez de parecer dormida pareciera estar muerta...

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