"Maren, ¿no te has dado cuenta de todo el honor que ha traído Nadia a nuestra familia? Y mírate a ti, lo único que has hecho es hundirnos".
"Recuerda que Nadia puso su vida en peligro por ti. Es hora de devolverle el favor".
"¡Elijo a Nadia! Hagan lo que quieran con Maren".
"¡Yo también elijo a Nadia!".
"Yo igual".
En las sombrías afueras de la ciudad, en una fábrica abandonada, Maren Morgan tenía las manos fuertemente atadas. Con impotencia, escuchó cómo sus tres hermanos elegían a Nadia Morgan, su hermanastra, por encima de ella.
Su última esperanza era Wilbur Thorpe, el prometido al que había amado profundamente durante más de diez años, el hombre con quien había compartido su infancia.
Wilbur estaba cerca, impecablemente vestido. Su porte era pulido y distante.
Sus miradas se cruzaron brevemente, pero los labios del hombre se abrieron solo para pronunciar unas palabras brutalmente desgarradoras: "Elijo a Nadia. Si se atreven a tocarla, se arrepentirán. En cuanto a Maren... No significa nada para mí. Hagan lo que quieran con ella".
El desprecio de Wilbur destrozó el alma de Maren como un cuchillo. Recordaba muy bien todo lo que había sacrificado para mantenerlo con vida, donándole sangre varias veces, incluso cuando los médicos le advirtieron de que tal vez ella no sobreviviría.
Aunque ya esperaba algo así, escuchar sus frías palabras rompió su corazón en lo más profundo.
El dolor era tan abrumador que no podía ni hablar.
No pudo hacer nada más que ver a Nadia rompiendo en llanto y lanzándose a los brazos de Wilbur. El mismo hombre que había sido frío y distante con ella ahora secaba tiernamente las lágrimas de su hermanastra.
Sus hermanos rodearon protectoramente a Nadia, colmándola de afecto, completamente ciegos al sufrimiento de Maren.
Nadie se preocupaba por ella, ni siquiera la miraban.
Maren se estaba enfrentando a los secuestradores, que se acercaban con cuerpos sucios y miradas lujuriosas.
"¿Quién lo hubiera imaginado? La familia Morgan abandona a su hija legítima para proteger a una bastarda. Parece que esta noche nos ganamos la lotería".
"Tranquilos, muchachos, todos tendrán su turno...".
Maren retrocedió contra la pared, viéndose atrapada.
Su garganta ardía por los gritos anteriores, y todavía sentía el sabor de la sangre.
Mientras su familia celebraba el rescate de Nadia, a ella se le escapaba el último hilo de esperanza.
Finalmente, se rindió.
El rostro de su madre apareció en su mente y sintió una oleada de fuerza. Estaba cansada de vivir en esa pesadilla.
En un repentino arrebato, Maren levantó la cabeza y fue corriendo hacia la pared, pero, antes de que pudiera avanzar mucho, el líder de los secuestradores la agarró del pelo y la tiró con fuerza para detenerla.
De repente, una bofetada feroz aterrizó con fuerza en su rostro.
"¡Ni lo pienses, perra! Aún no hemos terminado contigo".
El brutal impacto hizo que Maren cayera inconsciente, pero a nadie pareció importarle.
Los secuestradores se rieron maliciosamente y se acercaron con desesperación. Sus sucias intenciones estaban claras.
Unas manos ásperas comenzaron a agarrar su ropa.
Pero, justo cuando se disponían a desgarrar sus prendas, ella abrió los ojos.
Todo rastro de vulnerabilidad desapareció y fue reemplazado por una mirada feroz.
Reaccionando por instinto, se impulsó hacia arriba y rodeó el cuello del secuestrador más cercano con sus muñecas atadas.
Luego, usando su impulso, giró sus manos decisivamente.
Se escuchó un nauseabundo chasquido mientras el hombre caía sin vida al suelo.
Aprovechando la breve conmoción, Maren ejecutó una patada alta que derribó a los secuestradores restantes.
La amenaza inmediata estaba neutralizada, pero ella mantuvo el ceño fruncido. No entendía lo que estaba pasando.
Algo no iba bien.
¿Cómo había derribado a los secuestradores con tanta facilidad? ¿Por qué sus movimientos le resultaban naturales y familiares, pero también olvidados?
En ese momento de incertidumbre, unos recuerdos sepultados emergieron con tanta intensidad que la abrumaron.
Fueron desde sus primeros días hasta su traumático secuestro, seguido por un descenso al mundo criminal hasta llegar a una vida marcada por sangre y caos.
Ahora lo recordaba todo.
Hacía seis años, siendo la hija legítima de la adinerada familia Morgan en Baimsa, unos enemigos la secuestraron por viejos rencores. Había perdido cuatro años de recuerdos durante sus días en el mundo criminal, pero ahora lo recordaba todo.
Según los rumores, la habían vendido a una zona de prostitución.
Pero la verdad era que Nikolas Edgeworth, el temido líder del Inframundo Soberano, la adoptó como su hija adoptiva.
Durante esos cuatro años, Maren experimentó una profunda transformación. De ser la protegida niña de los Morgan, se convirtió en una figura formidable del mundo criminal y pronto fue reconocida como la única sucesora del Inframundo Soberano.
Solo había sido una de los muchos hijos adoptivos de Nikolas, pero sobrevivió a todos los demás herederos en una brutal lucha por el poder y ascendió como la indiscutible gobernante del mundo criminal.
No obstante, durante una operación secreta dos años atrás, la traición de su propia gente la llevó a un campo minado.
Tal vez fue entonces cuando los lugareños la encontraron con vida y la entregaron a las autoridades. Una prueba de ADN confirmó que era la hija perdida de la familia Morgan, por lo que la entregaron a ellos.
Sin embargo, la traición y el campo minado le arrebataron sus recuerdos.
Era recién ahora que las compuertas de su memoria se abrían de golpe.
Maren estaba perdida en sus pensamientos cuando la sobresaltó una voz masculina furiosa.
"¿Maren? ¿Qué demonios estás haciendo, maldita?".