Jamás imaginé que la noche que me arrancó la humanidad sería también la que me enseñaría a vivir de verdad.
Me llamo Aisha Howland. Tenía 23 años cuando mi mundo cambió para siempre. Tenía aviones, miedos, sueños... ya mis tres mejores amigas, que eran mi refugio, mi familia elegida. Éramos jóvenes, salvajes a veces, pero siempre humanas. Pensábamos que lo sabíamos todo sobre el amor, sobre el deseo, sobre el poder de decidir nuestro propio destino.
Qué ingenuas fuimos.
Fue bajo una luna teñida de rojo que ellos llegaron. Los Emperadores. Eternos, imposibles de describir con palabras humanas. Hermosos de una forma que dolía mirar, letales con una elegancia que cortaba el aliento. No nos preguntaron si queríamos cambiar. No ofrecieron una elección. Solo sangre. Dolor. Placer. Y una promesa oscura envuelta en fuego.
La transformación no fue una muerte, como muchos piensan. Fue un renacimiento. Violento. Inolvidable. Y, de cierto modo... perfecto.
Desde entonces, cada noche ha sido una prueba. Aprender a sobrevivir, a cazar, a obedecer instintos que antes me habrían aterrorizado. Pero también descubre algo más profundo: una nueva forma de amar, sin vergüenza ni miedo; de entregarme al deseo con una intensidad que antes solo soñaba. No hay tabúes aquí, no hay reglas impuestas por una sociedad frágil. Solo hambre, pasión... y poder.
Esta no es solo mi historia, sino la nuestra: la de cuatro mujeres que fueron arrancadas de la vida para convertirse en algo más. Algo eterno. Algo oscuro.
Y sí... también algo libre.