Madre soltera y CEO
img img Madre soltera y CEO img Capítulo 4 ¿Embarazada
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Capítulo 6 ¿Quién es el padre de mis trillizos img
Capítulo 7 El escándalo y sus consecuencias... img
Capítulo 8 ¿Mi padre está muerto img
Capítulo 9 Heredera y billonaria img
Capítulo 10 Nacimiento de mis trillizos img
Capítulo 11 Marca de familia... img
Capítulo 12 La marca de los miembros de la familia Rincón... img
Capítulo 13 Carece de moral... img
Capítulo 14 Los Bentley del año img
Capítulo 15 Soy Rafael Rincón img
Capítulo 16 Encuentros inesperados img
Capítulo 17 Lo que se hereda no se hurta img
Capítulo 18 Encuentro con los trillizos img
Capítulo 19 Parecido inocultable img
Capítulo 20 ¡O sea! ¿Cielo o infierno img
Capítulo 21 Padre e hijos… img
Capítulo 22 La cita img
Capítulo 23 Recuerdos de una noche… img
Capítulo 24 ¿Qué busca al acercarse a mí img
Capítulo 25 ¡Estás despedido! img
Capítulo 26 ¡Sesión extraordinaria! img
Capítulo 27 ¡Imán para las tóxicas! img
Capítulo 28 Paseo a la Hacienda img
Capítulo 29 ¡Yupiii! img
Capítulo 30 ¡Suéltame, Mirelys! img
Capítulo 31 ¿Son tuyos los trillizos img
Capítulo 32 ¡Recapacitando! img
Capítulo 33 ¡La tóxica, esa! img
Capítulo 34 ¡Me da vergüenza, que seas mi hermana! img
Capítulo 35 ¡En riesgo, el patrimonio de mi familia! img
Capítulo 36 No compartiré mis ganancias contigo img
Capítulo 37 Visita inesperada img
Capítulo 38 Aclaratoria y declaración img
Capítulo 39 ¡Cuando tú vas, yo vengo! img
Capítulo 40 Encerrona… img
Capítulo 41 Gran decepción img
Capítulo 42 ¿Me acusan de algún delito img
Capítulo 43 El tiro por la culata img
Capítulo 44 La sacrifica y difama img
Capítulo 45 Definitivamente, es un sinvergüenza e infiel... img
Capítulo 46 Domando yeguas indóciles img
Capítulo 47 Arrebato de celos img
Capítulo 48 ¡Vaya, forma de amar! img
Capítulo 49 ¡Es nuestra primera cita! img
Capítulo 50 ¡Estoy muy confundida, Rafael! img
Capítulo 51 Me mordiste duro img
Capítulo 52 ¡Estoy enamorada! img
Capítulo 53 Me enamoré perdidamente img
Capítulo 54 Secuestro de Sofía img
Capítulo 55 Amor a primera vista img
Capítulo 56 ¿Saben si hay alguna persona desaparecida img
Capítulo 57 Segundo plan en marcha img
Capítulo 58 ¿Amnesia img
Capítulo 59 ¿O es una treta img
Capítulo 60 Madre e hija img
Capítulo 61 ¡¡¡Son mis hijos!!! img
Capítulo 62 Revelación... img
Capítulo 63 La otra Sofía img
Capítulo 64 La fe img
Capítulo 65 Paranoica img
Capítulo 66 Amnésica img
Capítulo 67 ¿Tú eres mi esposo img
Capítulo 68 ¿Los trillizos son mis primos img
Capítulo 69 Reencuentro familiar img
Capítulo 70 Calmando mis sensaciones y emociones img
Capítulo 71 Manipulación img
Capítulo 72 La traición... img
Capítulo 73 Verdades ocultas img
Capítulo 74 La quiebra de los viñedos img
Capítulo 75 Inicios de recuperación de la memoria img
Capítulo 76 Especial de confesiones img
Capítulo 77 Anillo de compromiso img
Capítulo 78 ¡Ellos buscaban un papá! img
Capítulo 79 ¡Este era tu juego! img
Capítulo 80 Tres anuncios img
Capítulo 81 ¿Eres nuestro padre img
Capítulo 82 Boda exprés img
Capítulo 83 Un embarazo reciente img
Capítulo 84 Nuestro escondiste img
Capítulo 85 Es un hombre severo img
Capítulo 86 ¡Señora Rincón! img
Capítulo 87 Destitución del cargo img
Capítulo 88 ¿Desconfianza img
Capítulo 89 Origen de Martín Elías img
Capítulo 90 Nuevos descubrimientos img
Capítulo 91 La celebración de cumpleaños img
Capítulo 92 Celebración íntima img
Capítulo 93 Mirelys desaparecida img
Capítulo 94 Detención de José David img
Capítulo 95 ¡Vaya familia! img
Capítulo 96 La cita img
Capítulo 97 Verdaderos monstruos img
Capítulo 98 ¡Somos muy selectivos! img
Capítulo 99 Mi mujer y mis hijos me esperan img
Capítulo 100 Parte final I img
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Capítulo 4 ¿Embarazada

En Ciudad La Rosa, Sofía:

En el interior de mi Bugatti, me esforcé por recordar con exactitud, que me ocurrió en la noche anterior. Aún siento mareos, náuseas y mucha hambre, además de un extraño dolor y ardor en mis entrepiernas.

«No puedo creer, que me haya acostado con alguien y haber perdido así mi virginidad» especulé, arrepentida de no haber vigilado mi bebida, puesto que sé que esto es normal en este tipo de lugares.

Llegué al Conjunto Residencial donde habito con mis amigas gemelas Shayla y Sheyli Núñez, ellas son idénticas, liberales, independientes, mayores que yo por tres años, pero excelentes amigas. Cuando entré al ascensor recibí el primer rayo de luz sobre lo que pasó…

«Después de estar como dos horas bailando, salí de la pista muy sudada y me senté en nuestra mesa, en la cual estaban servidas nuestras bebidas. Estuve un rato ahí, sentada, bebiendo cuando de repente, comencé a sentirme mal».

Justo cuando recordé esto, se abrieron las puertas del ascensor y mis amigas estaban de pie, ante la puerta esperando.

—¡SOFÍAAA! —Gritaron ellas, emocionadas de verme, me abrazaron y comenzaron a hablar y preguntarme simultáneamente.

—¿Dónde estabas? ¿Qué te pasó? ¿Por qué dejaste tu coche en el estacionamiento de la Discoteca? —Me preguntaron las dos.

—Estábamos muy preocupadas por ti —me comentó Shayla, con su voz desgarrada y dejando escapar unas lágrimas.

—Íbamos otra vez a la disco, para saber de ti —me afirmó Sheyli, con una voz dramática.

—¡Tranquilas, amigas! ¡Cálmense porque estoy bien! Viva y sana —les respondí con una sonrisa fingida, para no preocuparlas más.

»Déjenme comer, bañarme, descansar y luego hablamos —susurré muy bajo, mostrando nuevamente una falsa sonrisa.

—¡Genial! —Me contestó Sheyli— Así nos volvemos a acostar para descansar otro rato más, pues tengo una fuerte resaca.

Entramos las tres en el apartamento, cada una en su propia habitación. Cuando de repente, me vino a la memoria, otra imagen borrosa de lo que me pasó anoche.

«Alguien me arrastró por las escaleras, hacia el área de las salas privadas de la Discoteca, me pegó duró en la cara y me caí»

Recordé esto, pero de forma muy confusa y distorsionada, no veía bien el rostro. Me dolía la boca, me acerqué al espejo en mi habitación, observé la partidura en mi labio inferior. Asimismo, me llegó la imagen de un hombre fuerte, musculoso,

ayudándome, pero hasta ahí, llegó la memoria.

«No recuerdo ni siquiera su nombre», pensé decepcionada de mí misma, no me esforcé por recordar más, puesto que esto,

acentuaba el dolor de cabeza que sentía.

Al final, para evitar preocupaciones a mis amigas, no les hice referencia a lo que me había sucedido. No obstante, tomé una decisión, nunca más visitaría ese lugar. Fue una experiencia muy traumatizante para mí.

Quince días después, Sofía:

—¡¡¡Dios!!! ¡Ayyy! —grité fuertemente, haciendo que mis amigas corrieran a mi habitación.

—¿Qué te pasó, Sofía? —me interrogó Shayla, mirándome a la cara, mientras me colocaba su mano en la frente, porque estaba muy sudada y me veía demacrada.

—Siento unos retorcijones en el estómago, como si algo me diera vuelta en él. ¡Ayyy! Es un dolor muy agudo —me quejé, agarrándome de su cintura, mientras estaba sentada en la cama.

Ellas me llevaron al baño e insistieron en llevarme al médico, pero no quise ir, porque eso se me pasaría, pensé yo, creyendo que era un cólico cualquiera por lo que comí el día anterior. Así estuve varios días más.

Justo antes de cumplir el mes de mi acto de graduación, mis padres insistieron en llamar. Para que me dejaran tranquila, decidí responder su videollamada.

—¿Hija que tienes? —me preguntó mi madre al verme acostada.

—¡Nada! Estoy descansando ¿Para qué me llaman? —pregunté con rebeldía y resentida con ellos, por no haberme acompañado a mi acto de grado. De repente, si hubiesen venido, nada de lo que supongo que me pasó, me hubiera sucedido.

—¿Por qué nos tratas así, Sofía? Somos tus padres —respondió papá, con una sonrisa maliciosa, la cual ya conozco.

«Algo quiere de mí», reflexioné entrecerrando mis ojos, preparándome para alguna solicitud de parte de él y mi madre lo confirmó con su mirada angustiada. Dispuesta a no complacerlo, sea lo que sea, le pregunté…

—¿Qué quieres de mí? Porque tú solo llamas cuando “tú” deseas algo.

—¿Por qué eres tan grosera y altanera, Sofía? Recuerda que somos tus padres…

—Y ustedes, ¿si recuerdan que soy su única hija? —Interrumpí violentamente y con rabia— ¡En fin…! ¿Qué quieren? ¿Para qué me llaman?

—¡Ejem, ejem! —Carraspeó mi padre— ¿Recuerdas tu compromiso con José David? —preguntó mi padre, sin filtro alguno.

—¿Mi qué? —Cuestioné asombrada— ¿Vas a seguir con esa estupidez? En pleno siglo XXI y tú con una mentalidad tan retrógrada de principios de mundo ¡Olvídalo! —grité.

»Yo no te mandé que dieras tu palabra a tu amigo, cuando era aún una niña. Resuelve “tus problemas” A mí me dejas tranquila. ¡Por Dios! —gruñí nuevamente, cerrando la llamada, dejando a mi padre con la palabra en la boca.

«¡Mierda! ¿Qué se cree? ¿Qué puede negociar mi vida, como si fuera una más de sus posesiones?», analicé con rabia, al ver como no le importa lo que pienso, siento o deseo. Ellos insistieron varias veces en la llamada, pero no les respondí.

Al mes de mi graduación…

Con nuevos síntomas de enfermedad en mi cuerpo, náuseas, vómitos matinales intensos, dificultad para respirar, dolor pélvico y cansancio extremo, opté por pedir a mis amigas me llevarán a la clínica.

Una vez en la clínica, al comenzar el médico a examinarme me hizo toda una serie de preguntas, mientras me retorcía de dolor cólico, no sabría explicar bien que era. El caso es que no me dio nada para el dolor ni el malestar, sino que ordenó a mis amigas me llevaran al laboratorio.

En el laboratorio, me hicieron exámenes de sangre, heces y orina. Por lo visto, el médico que me atendió lo que menos quería era calmar mis malestares. Con la sangre que me sacaron, creo que analizaría hasta la fecha de nacimiento de mis abuelos.

«¡Por Dios! Reconozco que no soy valiente para las jeringas, me dan pavor y encima me duele mucho cuando la aguja entra en mi piel» pensé, a punto de comenzar a llorar por todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

—¡Calma hermanita! Ya pronto sabremos que tienes y al empezar el tratamiento sentirás alivio —me consoló Shayla, mientras Sheyli, empujaba la silla de ruedas de vuelta a la emergencia, en donde esperáremos los resultados.

A la hora exacta de haber tomado las muestras, los de laboratorio le entregaron al médico mis resultados. Este, revisando detalladamente los mismos, se acercó para darme una nueva orden: «Hacer ecografía pélvica».

Tragando en seco y preocupada, en vista que el médico no me dio un diagnóstico, sino que me ordenó hacer otro examen, le pregunté:

—Doctor ¿Por qué requiero de una ecografía pélvica? —interrogué con mucha inquietud y un poquito de susto en el estómago, que, por cierto no se había vuelto a quejar de dolor ni de retorcijón.

—Porque necesito comprobar que ocurre con el feto, en vista, que lo único que arrojan los resultados, es que estás embarazada.

—¿Quéeeeee…? —grité asombrada y muerta de pánico.

            
            

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