Matrimonio por contrato.
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Capítulo 5 Capitulo 5

Después de lo ocurrido, Damian continuó trayendo a la mansión diferentes mujeres día tras día, mientras Isabella, lo observaba en silencio, cada vez que llegaba.

Aún tenía su corazón destrozado, y dolía como un demonio verlo traer diferentes mujeres cada día. Sin embargo, entendió que solo era un matrimonio arreglado entre dos personas ricas, y que solo era un negocio, no por amor.

Todo esto es una mierda-Pensó y continuo bebiendo de su whisky. Miró las fotografías de su boda, en la cual, la única que sonreía, era ella.

Su vista falla, ya que nunca antes había tenido resistencia con el alcohol. Sin embargo, pensó que se volvería una alcohólica al ser su tercer día bebiendo. Creyó que su dolor sanaría con el alcohol, o que tal vez olvidaría todas las veces que ha visto a Damián entrar a la mansión con una mujer diferente cada día.

El poco contacto que ambos mantenían se había ido al demonio. Sus desayunos, almuerzos y cenas, eran en completo silencio, sin tan siquiera verse el uno al otro. No obstante, Bella deseaba con todo su corazón ir a sus brazos y decirle cuánto lo amaba, pero, sabía que todo sería ridículo y absurdo, decirle a Damián sus sentimientos.

Ella levantó su mirada al ver una silueta ante ella.

-¿Planeas volverte alcohólica?

-¿Tal vez?-Respondió y rio, se puso de pie y caminó hacia él

-Te caerás.-Habló y la sostuvo con cuidado, sin embargo, ella se sostuvo de su camisa y lo besó.

Damian se quedó inmóvil, pero, en segundos respondió a ella con pasión

-Te amo-Susurró y él la detuvo-Te amo, Damian

-Tonterías...-Respondió

-Te digo la verdad. Te amo, verdaderamente lo hago... Me encantas Damián, todo de ti me encanta, y yo...

-No digas idioteces y ve a descansar.

-¡Que no son idioteces!-Exclamó y lo empujó al sillón.

Bella tomó asiento en su regazo y nuevamente lo besó con pasión, haciendo que Damián posará sus manos en su trasero.

-Quiero... formar una familia contigo.

-¿Una familia? No seas ridícula.

Él se levantó y caminó alejándose, sin embargo, ella lo abrazó por su espalda

-He dicho que te amo...-Sollozó-¿Por qué no me amas? Suelo pasar horas en la bañera, me ducho constantemente, perfumo mi piel, pero tú... No puedo encontrar lo sucio y despreciable que ves en mí.

Damián se mantuvo en silencio, y solo acarició su mano. Él, dijo un par de palabras dirigidas hacia Bella, las cuales le resultó imposible escuchar.

-¿Qué has dicho?-Preguntó y él se liberó de ella.

-Ve a descansar, y no vuelvas a decir estupideces ante mí. Únicamente limitante a cumplir tu papel en esta casa.

Ella sintió su corazón romperse, y se sintió como una tonta al haber abierto su boca nuevamente: se arrojó al sillón y limpio sus lágrimas.

-¿De verdad quiero vivir así?-Farfulló

Ella cerró sus ojos

***

Isabella miró a su alrededor y sintió un pequeño dolor en su cabeza: notó que se encontraba en su habitación, y se quedó en silencio al recordar lo ocurrido entre ambos la noche anterior.

-He traído el desayuno, señora.-Leith se acercó a ella

-¿Cómo llegué aquí?

-Tomé el atrevimiento de pedirle al jardinero, que la trajera a su habitación, puesto que, estaba dormida en el sillón.

-Ya veo... A sido David.

-¿Por qué se ve tan triste señora?.

-¿Eh? No, no estoy triste.-Intentó sonreír, ocultando su tristeza-¿Dónde está Damián?

-¿Debería decirle esto?-Miró sus manos

-Por favor.

-Verá... El señor Lloyd, salió y regreso en horas de la madrugada en compañía de una mujer, por lo tanto, se encuentra en su habitación con ella y-

-Está bien. -Interrumpió-¿Quieres ir de compras? Ya sabes, no tengo quien deseé ir conmigo y...-Su voz se quebró y Leith la abrazó

-Usted es una mujer muy hermosa, y no tiene que derramar sus lágrimas innecesariamente. Así que, iré con usted de compras si así lo desea ¿Qué le parece?

-Bien... Vayamos...-Respondió y secó sus lágrimas.

***

Damian miró a la mujer colocarse el vestido nuevamente mientras fruncía el ceño.

-Vine a sentirme bien, no a sentirme decepcionada con un hombre a quien se le caía la polla cada dos minutos, y tan siquiera logró tocarme.

-Márchate-Habló y señaló a la puerta-Te he dado un obsequio para que seas feliz.

Ella buscó en su bolso y encontró un fajo de billetes en él, por ello, guardó silencio y salió de la habitación.

-¡Anne!

-Si señor.

-¿Tienes idea de que le gusta a Isabella?

-¿Disculpe?

Él ejerció presión en su entrecejo

-Vestidos, joyas, zapatos. Ya sabes, todas las cosas que las mujeres aman.

-Uhmm, si señor. Ella adora los tonos pasteles.

-Entonces ven aquí. Ayúdame a elegir para ella, un par de cosas.

Damián abrió la laptop y miró a Anne quien lo veía extrañado. Entendía a qué se debía esa mirada de confusión, pero, ni tan siquiera él, entendía el porqué decidió tomar esa decisión.

-Es todo tuyo. No importa el precio, ni nada de eso. Solo, tienes que elegir las cosas que más le gusten a Isabella, y puedes elegir para ti también.

-No señor, yo-

-Como agradecimiento.-Fijó sus ojos en ella-No me rechaces.

-Entendido, señor.

Damian se puso de pie, y marco a Max quien respondió con rapidez.

-¿Si?

-Tengo un trabajo para ti.

-¿De qué trata?

-Un collar de esmeralda y oro. Ve por él, y elige el más hermoso y costoso que haya en él, y tráelo a la mansión.

-Sí, entiendo, iré enseguida.

***

A pesar de que habían transcurrido horas, no podía sacarse de su cabeza y corazón aquel sentimiento ambiguo, en su pecho existía una gran soledad la cual nunca había sido llenada ni tan siquiera por el poco afecto que sus padres le brindaban. Y ahora, estaba casada con un hombre el cual la hacía sentir miserable.

Al llegar a la mansión, ella miró a Damián comer en soledad, pero en cuanto hicieron contacto visual, ella apartó su mirada y fue a la cocina intentando mantener su corazón tranquilo.

-Isabella-Mencionó su nombre y ella se detuvo

-¿Qué ocurre...?

-Ha llegado un obsequio para ti. Es de parte de Mía, lo ha enviado desde Inglaterra.

-¿Mía?-Lo miró-No conozco a Mía. Ya sabes, no soy de tener amigas, ni familiares cercanos a mí.

-Eso es porque es amiga de mi madre. Los obsequios están en tu habitación.

Bella asintió y fue a su habitación y tomó la caja en sus manos, encontrando en esta un hermoso vestido en tono pastel, de color rosa, en compañía de un par de tacones, y una caja con un colgante de oro y esmeraldas.

Ella suspiró, y guardo todo con rapidez dentro de la bolsa, y bajo nuevamente hacia la cocina.

-Disculpe señora Anne. ¿Podría encargarse de esto?

Anne miró a Damián y luego a Isabella quien mantenía la bolsa tendida hacia ella.

-Usted tiene una hija muy hermosa, y escuché que se graduará de la universidad, por ello, creo que este vestido le vendría bien a ella.

-¿Qué? No podría mi señora, ese vestido es...

-Ya la escuchaste Leith-Intervino Damián

-Bueno... Muchas gracias, señora, se lo entregaré a mi hija.

Bella sonrió y salió de la cocina, seguida por Damián quien dijo:

-¿No te gustaban los vestidos de colores pasteles?

-¿Cómo sabes que era un tono pastel?

-Mi curiosidad fue mayor y le eché un vistazo.

-Ya veo.-Le dijo y retomó su paso

-¿Qué hay del colgante?

-¿También lo viste?

-Por supuesto.

-No me ha gustado. Prefiero las cosas simples.

-Ya veo.

-Bien, entonces, nos vemos en la cena. Iré a darme una ducha y a descansar.

-Bien.

Isabella se alejó y respiró con tranquilidad al encontrarse en su habitación.

                         

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