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La voz amable de la mujer alertó al joven ruso, quien retrocedió lentamente. Abrió su mochila y sacó los documentos que le había dado Stella en el desayuno. Sin siquiera responder, le extendió la mano con los papeles. La mujer soltó una risita.
-Sí, soy Edgar O'Neal... -logró decir mientras veía que la mujer tomaba los documentos y los anexaba en una carpeta negra que llevaba entre los brazos.
-Un placer, Edgar. Yo soy Ximena, secretaría principal del Gold and Silver Crowns -se presentó la mujer sin quitar esa sonrisa que le causaba escalofríos al joven-. Seré quien te guíe a tu clase y explique cómo funcionan las cosas por aquí. Tengo entendido que es tu primera vez en un colegio para nobles...
-Es correcto. -Su voz sonaba robótica y salía rápidamente por los nervios. Quería que ya acabara.
-Entonces, sígame, por favor. -Ella se giró y empezó a caminar. Edgar se limitó a seguirla sin hacer más preguntas. Pasaron por un pasillo y subieron en el ascensor hasta el tercer piso. Una vez allí, ella hizo una vuelta y abrió una puerta que tenía un cartel; "Comité Estudiantil". Edgar no dudó en echarle un vistazo, estaba sorprendido de lo que veía.
La sala del Comité Estudiantil era un espacio elegante y bien decorado dentro de la institución educativa. Las paredes estaban adornadas con cuadros que representan los valores de la institución y sus logros destacados. La iluminación suave, pero suficiente para crear un ambiente sereno y propicio para la concentración.
En el centro de la sala se encontraba una gran mesa rectangular de madera pulida, rodeada de sillas cómodas y ergonómicas. Sobre la mesa, estaban documentos y carpetas perfectamente organizados, evidencia del trabajo y la responsabilidad de los estudiantes que ocupaban estos asientos.
En una de las paredes, había un panel que exhibía el lema del Consejo Estudiantil, recordando a sus miembros la importancia de su papel en la comunidad estudiantil. Alrededor de la sala, se disponían estantes con libros y recursos de referencia, así como una pizarra donde se podían plasmar ideas y propuestas.
Ximena sonrió al ver la expresión de asombro del joven ruso. Acomodó la carpeta oscura sobre la mesa e invitó a pasar al chico, quien le hizo caso sin objetar.
-Esta es la sala del Comité Estudiantil, el lugar de mayor prestigio dentro de la institución, donde se reúnen los alumnos más destacados y ejemplares. Aunque en este momento está vacía debido a la temprana hora, te haré una breve descripción de los miembros, ya que cuentas con ellos para cualquier cosa -habló Ximena, paseándose por la sala hasta llegar al centro-. La presidenta del consejo es Charlotte Smith, una estudiante de último año reconocida por su liderazgo y habilidades organizativas. Junto a ella, ejerciendo como vicepresidenta, se encuentra Ava Wilson, también en su último año y destacada por su compromiso y capacidad para tomar decisiones. El primer secretario del consejo es Benjamín Fox, quien además de ocupar ese cargo, también es el presidente del comité disciplinario de tercer año. Benjamín destaca por su sentido de justicia y su compromiso con el orden y la disciplina en la institución -suspiró y continuó: -Por último, se encuentra Vénus Petit, la segunda secretaria del consejo y vicepresidenta del comité disciplinario, quien pertenece al primer año. Vénus es reconocida por su dedicación y capacidad para resolver conflictos, siendo una figura importante en el mantenimiento del orden y el respeto en la institución.
Edgar escuchó atentamente. Podría no interesarle mucho, pero la forma en que Ximena hablaba de ellos, solo le provocaba curiosidad.
-Juntos, estos estudiantes conforman el consejo estudiantil, encargado de velar por el buen funcionamiento y la excelencia académica de la institución, demostrando su compromiso y capacidad para liderar y representar a sus compañeros. -Ximena tomó su carpeta y salió del lugar, acompañada del pelinegro-. Es un trabajo relevante el de ellos, pero lo hacen con diligencia.
Edgar asintió ante las palabras de la rubia, ella sonrió y lo invitó a subir de nuevo al ascensor. No tenía ni idea de a dónde lo llevaba ahora, pero estaba muy emocionado. Demasiado creía. Aunque, se resintió por ello.
Al bajar hasta la segunda planta, la cual estaba llena de estudiantes y profesores. Era un sitio mucho más ruidoso que el anterior y eso intimidó un poco al pelinegro, pero se repuso cuando escuchó unas risas muy cerca de él. Cuando volteó su mirada, se topó con unos cabellos castaños y una enorme sonrisa, era un chico que se divertía junto a una chica pelinegra. Ambos parecían estar muy contentos. Y, sin esperarlo, se vio interesado en los ojos azules del castaño, que parecían tener el sol y la luna dentro. Era como si lo sumergieran en la oscuridad y la claridad.
El toque de Ximena en su hombro, le hizo pegar un brinco que lo devolvió a la realidad. Giró rápidamente para encontrarse con una expresión preocupada y sincera.
-¿Te encuentras bien? -le preguntó Ximena, alcanzando a tocarle el rostro con amabilidad. Edgar asintió todavía afectado por aquellos ojos que lo encandilaron un momento. Nunca esperó encontrarse con unos de un color tan hermoso.
-Sí, disculpe, me entretuve con algo -respondió. Ximena sonrió nuevamente y lo guio hasta el aula donde estudiaría a partir de ese momento.
(...)
Benjamín tenía el ceño totalmente fruncido ante la cantidad de papeleo que debía llenar por un nuevo estudiante que se transfirió ese mismo fin de semana, dejándolo sin tiempo para hacer el papeleo. Charlotte, una gran amiga suya y presidente del Comité Estudiantil, estaba igual o peor de atareada que él, así que no se quejó.
Se mantuvo sereno y empezó a llenar los papeles, después de todo, todavía quedaba tiempo antes de que empezara la clase.
-¡Benjie! -gritó la Marquesa Erika Schelling, la mejor amiga de Benjamín. Sus ojos oscuros se centraron en él apenas lo divisaron-. Tengo algo sumamente importante que contarte -dijo con seriedad la muchacha. El castaño soltó su bolígrafo y la observó durante unos segundos-. ¡El transferido es de nuestra clase! -exclamó, elevando los brazos de una manera escandalosa.
-¿En serio? -inquirió Benjie y revisó los papeles, los cuales confirmaban las palabras de su amiga-. Tienes razón... Y este tal Edgar O'Neal, ¿de qué familia vendrá? -se preguntó mientras tocaba su frente. No parecía sonarle el apellido.
-O'Neal... Bueno, conozco a una familia de marqueses con ese apellido, pero son de Argentina y, hasta donde sé, solo tienen una hija mujer. No sé más -musitó la marquesa, encogiéndose de hombros. Benjamín le sonrió, quiso responderle, pero la figura de un joven familiar para ambos se hizo presente en el salón.
Erika corrió a abrazarlo y darle un dulce beso en la mejilla, el chico moreno le sonrió en respuesta y caminó hacia Benjamín.
-Lu, te ves cansado como siempre -le dijo el castaño al moreno que se sentó a un lado suyo, tirando la mochila sobre el pupitre.