La dulce venganza del CEO desalmado
img img La dulce venganza del CEO desalmado img Capítulo 6 CARA A CARA CON EL ENEMIGOPOV GABE II
6
Capítulo 10 JOREL Y GABE II img
Capítulo 11 ANELIESIS img
Capítulo 12 ANELIESIS II img
Capítulo 13 ¿QUÉ COÑO img
Capítulo 14 ¿QUÉ COÑO II img
Capítulo 15 VOTACIONES img
Capítulo 16 VOTACIONES II img
Capítulo 17 SANATORIOS E INSTITUCIONES MENTALES img
Capítulo 18 SANATORIOS E INSTITUCIONES MENTALES II img
Capítulo 19 UN AMANTE img
Capítulo 20 UN AMANTE II img
Capítulo 21 IMPORTANTE E INDISPENSABLE img
Capítulo 22 IMPORTANTE E INDISPENSABLE II img
Capítulo 23 NO TENGO CELOS DE TI img
Capítulo 24 NO TENGO CELOS DE TI II img
Capítulo 25 DIABETES TIPO 1 img
Capítulo 26 DIABETES TIPO 1 II img
Capítulo 27 MIS 20 AÑOS img
Capítulo 28 MIS 20 AÑOS II img
Capítulo 29 ¡NO ME PONGAS A PRUEBA, OLIVIA! img
Capítulo 30 ¡NO ME PONGAS A PRUEBA, OLIVIA! II img
Capítulo 31 PASADO, PRESENTE Y FUTURO img
Capítulo 32 PASADO, PRESENTE Y FUTURO II img
Capítulo 33 NO HAY NADA QUE PUEDA HACER POR TI img
Capítulo 34 NO HAY NADA QUE PUEDA HACER POR TI II img
Capítulo 35 SANGRE img
Capítulo 36 SANGRE II img
Capítulo 37 SEÑOR, SU ESPOSA... img
Capítulo 38 SEÑOR, SU ESPOSA... II img
Capítulo 39 EL PATEK PHILLIPPE img
Capítulo 40 EL PATEK PHILLIPPE II img
Capítulo 41 JÓDETE img
Capítulo 42 JÓDETE II img
Capítulo 43 CASI ME QUITAN EL CORAZÓN QUE NO TENGO img
Capítulo 44 CASI ME QUITAN EL CORAZÓN QUE NO TENGO II img
Capítulo 45 EL DÍA DESPUÉS img
Capítulo 46 EL DÍA DESPUÉS II img
Capítulo 47 ATENCIÓN, ¡ESTO NO ES UN EXAMEN! img
Capítulo 48 ATENCIÓN, ¡ESTO NO ES UN EXAMEN! II img
Capítulo 49 CONTRATACIÓN img
Capítulo 50 CONTRATACIÓN II img
Capítulo 51 BUENAS NOCHES img
Capítulo 52 BUENAS NOCHES II img
Capítulo 53 LA MUJER DEL CAFÉ img
Capítulo 54 LA MUJER DEL CAFÉ II img
Capítulo 55 ISABELLE ABERTTON img
Capítulo 56 ISABELLE ABERTTON II img
Capítulo 57 ¿TENEMOS UNA RELACIÓN img
Capítulo 58 ¿TENEMOS UNA RELACIÓN II img
Capítulo 59 LA FAMILIA DE ANELIESE img
Capítulo 60 LA FAMILIA DE ANELIESE II img
Capítulo 61 UN DISPARADOR img
Capítulo 62 UN DISPARADOR II img
Capítulo 63 EN LA HABITACIÓN DEL DIRECTOR GENERAL img
Capítulo 64 EN LA HABITACIÓN DEL DIRECTOR GENERAL II img
Capítulo 65 La racaille img
Capítulo 66 La racaille II img
Capítulo 67 L'amour est une maladie img
Capítulo 68 L'amour est une maladie II img
Capítulo 69 Réciprocité img
Capítulo 70 Réciprocité II img
Capítulo 71 Rita Abertton img
Capítulo 72 Rita Abertton II img
Capítulo 73 Moi, toi et elle img
Capítulo 74 Moi, toi et elle II img
Capítulo 75 Tuez-moi ! img
Capítulo 76 Tuez-moi ! II img
Capítulo 77 Quelques bonnes nouvelles img
Capítulo 78 Quelques bonnes nouvelles II img
Capítulo 79 Jeu de la vie img
Capítulo 80 Jeu de la vie II img
Capítulo 81 Mon rêve réalisé img
Capítulo 82 Mon rêve réalisé II img
Capítulo 83 Laissez-moi entrer img
Capítulo 84 Laissez-moi entrer II img
Capítulo 85 Des « I » à l'infini img
Capítulo 86 Des « I » à l'infini II img
Capítulo 87 Je suis le favori img
Capítulo 88 Je suis le favori II img
Capítulo 89 Reste avec moi, Olivia img
Capítulo 90 Reste avec moi, Olivia II img
Capítulo 91 Personne dans ce monde n'est votre ami img
Capítulo 92 Personne dans ce monde n'est votre ami II img
Capítulo 93 Cette voiture, je l'ai conduite moi-même img
Capítulo 94 Cette voiture, je l'ai conduite moi-même II img
Capítulo 95 Votre « fils » img
Capítulo 96 Votre « fils » II img
Capítulo 97 Comment faire img
Capítulo 98 Comment faire II img
Capítulo 99 Les valises img
Capítulo 100 Les valises II img
img
  /  2
img

Capítulo 6 CARA A CARA CON EL ENEMIGOPOV GABE II

- No, no lo hiciste. Pero pediste préstamos bancarios. Y como garantía diste todo... Pero no a la familia, porque nadie preguntó. - No contuve una sonrisa al ver la expresión de asombro e impotencia en su rostro.

- Pero... Sigue sin tener nada que ver con Clifford. - Incluso con la habitación climatizada a temperatura ambiente, noté las gotitas de sudor en su frente y me entraron ganas de reír.

Sí, después de más de diez años sentí ganas de reír por primera vez. Y nunca imaginé que el hombre que me hizo llorar por primera y última vez también sería capaz de hacerme reír de nuevo, aunque esa alegría momentánea fuera la razón de su fracaso.

- En realidad, lo es. Compré el banco. Lo que hace que tus deudas sean mías.

Ernest frunció los labios, intentando comprender. Pero no necesito explicarle que compré el banco para que la deuda fuera mía. Eso sería entregarle parte de lo que yo había preparado para él con tanta dedicación durante los últimos diez años.

- I... No entiendo a dónde quiere llegar, Sr. Clifford.

- Iré directo al grano, Sr. Abertton: quiero que su hija, Olivia, se case con mi hermano, Jorel.

Los labios de Ernest volvieron a crisparse y una ceja se alzó interrogante. Intentó decir algo, pero la voz parecía traicionarle y no le salía.

- Sus deudas están vencidas. Y la casa está a punto de ser embargada por el banco. - Se lo expliqué.

- I... Puse la empresa en venta - alegó - La concesión de la autopista podría darse a nombre de la deuda.

- ¡No! Te quitaré tu casa, confiscaré tus bienes, tendrás que dárselos al concesionario. Seguirás sin pagar tus deudas al banco.

- Los tipos de interés... Son demasiado altos.

- Francamente, no me importa. Firmaste el contrato.

- No entiendo por qué Olivia está en esta conversación.

- Quiero que mi hermano se case. Es hora de que se comprometa. Es tan simple como eso.

- Jorel Clifford... Es un hombre muy famoso en los medios nacionales...

- Sí... - Sonreí.

- Por cosas malas. - Tragó saliva.

- ¿Por casualidad ?su hija es una princesa de porcelana

- Para mí lo es.

- Ya veo... ¡Seguramente por eso te quedaste en casa mientras toda la familia estaba aquí! - Sonreí, sin poder contenerme - ¡Esos lazos familiares y paternos me hacen añorar esto! - Suspiré - Podrías volver en dos vidas y seguirías sin pagar tu deuda conmigo, Abertton.

- Tu hermano no es un buen partido para nadie.

- No estás en posición de elegir.

- Jorel Clifford es un borracho adicto al juego y a las mujeres.

Aquí hay algo que no sabía: que Jorel apostaba. Pero, ¿qué tiempo tenía yo para leer cotilleos? Mi vida estaba demasiado ocupada para hacer de niñera de Jorel.

- Por lo que sé, Olivia nació de su relación con una de estas mujeres de origen dudoso.

- No tienes derecho a hablarme así.

- Sí, me pertenece. Tu casa me pertenece. Tu empresa me pertenece. El coche que conduces me pertenece. Tú me perteneces. Y tu hija me pertenecerá.

- Sr. Clifford, ¿podemos negociar por mi hija Rita? - Finalmente cedió y decidió hacer una oferta.

- No, no estoy interesado en Rita Abertton para ser la esposa de Jorel.

La respiración del bastardo se hizo pesada. Y si le sobrevenía una enfermedad repentina o cualquier otra cosa, le devolvería a la vida, costase lo que costase, porque no podía morir sin pagar cada lágrima que había llorado, cada dolor que me había herido y cada grito que había proferido en medio de la nada, tratando de encontrar respuestas que no existían.

- Sr. Clifford, no entiendo lo que realmente quiere.

- ¿No he dejado suficientemente claro que quiero que tu hija Olivia sea la esposa de mi hermano Jorel?

- Con todo respeto, pero mi Olivia es una chica espectacular. Tu hermano... la hará sufrir.

No pude evitar reírme. Aquella cena fue muy divertida. Y pensé que ver a ese hombre cara a cara por primera vez me haría sufrir como un bicho, como en el pasado. Pero no. Sería tan fácil destrozarle y verle sufrir que ni siquiera me pareció tan divertido como pensaba. Porque con demasiada rapidez aplastaría a ese gusano.

- Suelo trabajar con objetivos, Sr. Abertton. ¡Y éste ya está cumplido! - Me levanté y me dirigí al lugar donde había dejado a su familia, tomando asiento a la mesa.

- Buenas noches a todos. Soy Gabe Clifford.

En cuanto me senté a la mesa, el maitre me trajo el menú, que me ofreció en primer lugar.

- Soy Rita Abertton. - La mujer se presentó, pero a mí no me interesaba nada más que elegir lo que iba a pedir para cenar.

- Señor Clifford, ¿ha conseguido hacer negocios con mi marido? - preguntó la mujer de voz chillona, entrometiéndose donde no debía.

- Creo que sí -miré a Ernest sentado a la mesa, totalmente desestructurado y sin palabras.

- Mi hermana Olivia tiene una foto de tu hermano", mencionó el aprendiz adolescente, volviéndose hacia mí.

- ¿Es tu hermana una soñadora? - Sonreí, con todo mi sarcasmo.

- En realidad, ¡sólo es una chica con buen gusto! - guiñó un ojo y bebió un sorbo del agua de su vaso.

Me di cuenta de que aún no habían hecho sus pedidos.

- Patatas Chipperbec con champán Don Perignon y vinagre de Ardenne francés, fritas en grasa de oca y sazonadas con sal de trufa francesa y virutas de trufa italiana y queso pecorino. Sustituya la salsa de la casa por con salsa Mornay queso suizo. De postre, una cassata italiana aromatizada licor con con compota de mango y granada. La base Bailey's debe ser Zabaione. En cuanto a las bebidas... Traigan lo mejor de la casa, por favor. Después de todo, estamos celebrando, ¿no es así, Sr. Abertton?

Pronto las mujeres de la familia empezaron a hacer sus pedidos. Esperé a que todas eligieran y volví a llamar al maitre pidiendo otro plato de la carta.

- Comes mucho -me llamó la atención el aprendiz de adolescente-, no sé cómo te las arreglas para estar tan delgado.

- Todavía no he comido. - La miré directamente a ella, que mantenía la cabeza erguida, mirándome fijamente. ¡Petulante!

- Mi hermana no puede comer mucho. Tiene diabetes de tipo 1. ¿Tu hermano Jorel come tanto como tú?

¿De verdad me estaba preguntando cuánto comía Jorel? Hacía por lo menos cinco años que no veía comer a Jorel. Vivíamos vidas separadas. Sólo hablábamos una vez al mes, cuando venía a casa de Clifford a recoger el dinero. Ni siquiera sabía si mi hermano era alérgico a algo. Y no tenía ninguna obligación de saberlo.

- Jorel prefiere comer otras cosas, no comida. - No pude evitarlo, al notar la mirada de reproche de la señora Abertton.

- ¿Entonces, Sr. Abertton? ¿Tenemos un acuerdo? - Le pregunté.

- No, Sr. Clifford. Desafortunadamente no tenemos un acuerdo. - el hombre pagó para ver.

- ¿Qué quiere decir con que no aceptó un acuerdo? - La Sra. Abertton dejó claro su descontento con su marido.

Esperé a que llegaran los platos mientras escuchaba al aprendiz adolescente hablar sin parar. Lo bueno era que la aprendiz de modelo no podía introducirse en la conversación, porque la menor no la dejaba. Me di cuenta de que no hacía falta mucho para que Olivia fuera la favorita de su padre, ya que sus dos hijas eran simplemente aburridas e incómodas.

El propietario del concesionario de la autopista de Abertton, que iba a la quiebra porque yo había comprado todas las empresas que competían con él e invertido mucho para dejarle sin posibilidad de luchar contra todas, que en realidad era una sola, estaba pálido como una servilleta.

Había pedido varios préstamos para terminar trabajos que había empezado, intentando sacar su nombre de la oscuridad para poder presentarse a licitaciones, y al final no podía ni pagar a sus empleados, que llamaban a su empresa amenazándole. Y sí, compré todos los bancos con los que se había endeudado. Y con cada uno utilizaba contratos cada vez más imposibles de cumplir financieramente. Al final, Ernest debía más de lo que podía devolver en toda su vida. De hecho, ni siquiera sabía cómo aquel hombre mantenía a su familia comiendo y bebiendo.

En cuanto me sirvieron la comida, probé un bocado y miré a Ernest Abertton:

- ¿Tu respuesta final es no?

- Mi respuesta final es no. - Confirmó vacilante.

Me levanté, aflojándome un poco la corbata, seguro de que estar cerca de aquel hombre monstruoso era lo que me estaba dejando casi sin aliento.

- Sufra las consecuencias de su decisión, Sr. Abertton.

Me fui sin despedirme. Antes de dejar el lugar, le dije al maitre:

- La factura la pagará el Sr. Abertton. No suelo hacer esto, pero él insistió.

No es que necesitara dar ninguna satisfacción a un simple maitre, pero quería dejar claro que Ernest correría con los gastos. Para mí, el importe final de todo lo consumido aquella noche era lo que solía dar de propina a los buenos camareros en los restaurantes de Dubai, por ejemplo. Pero sabía que a Abertton le entrarían sudores fríos cuando se enterara de que yo pagaría la comida. Él se lo perdería, no yo. Sabía que Ernest se retractaría de su decisión y uniría al chuchu con mi hermanito vividor, que ahora había descubierto que también era jugador.

Por eso odiaba a la gente. No valía la pena querer a ninguna. El único que me llegaba al corazón estaba muerto. Y Ernest Abertton pagaría por ello hasta su último aliento.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022