Lamento el daño
img img Lamento el daño img Capítulo 5 Recordando (parte 1)
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Capítulo 8 Malgeniados img
Capítulo 9 Tensión en la pelea img
Capítulo 10 No tengo idea... Gabriela img
Capítulo 11 Huida img
Capítulo 12 Fuego img
Capítulo 13 Una tonta (parte 1) img
Capítulo 14 Una tonta (parte 2) img
Capítulo 15 Aceptando la culpa img
Capítulo 16 Calmando la ira img
Capítulo 17 La excusa perfecta img
Capítulo 18 Los errores pesan img
Capítulo 19 Sensaciones extrañas img
Capítulo 20 Si soy culpable iré al infierno con gusto img
Capítulo 21 Será mi esposo img
Capítulo 22 No te enamores de mí, Vainilla img
Capítulo 23 Sentimientos encontrados (parte 1) img
Capítulo 24 Sentimientos encontrados (parte 2) img
Capítulo 25 Tendremos guardaespaldas. img
Capítulo 26 ¡Estoy jodido, no joda! img
Capítulo 27 Ser sincero img
Capítulo 28 Aclarando un tema img
Capítulo 29 Contoneando caderas img
Capítulo 30 Perdonado img
Capítulo 31 Indecisión img
Capítulo 32 Me están presionando img
Capítulo 33 Intento de secuestro img
Capítulo 34 Somos novios img
Capítulo 35 Ella es peligrosa img
Capítulo 36 Dos pájaros de un tiro img
Capítulo 37 Por fin novios img
Capítulo 38 Ya no había marcha atrás... img
Capítulo 39 Su mujer img
Capítulo 40 Decisión tomada img
Capítulo 41 Era un desastre en estos días img
Capítulo 42 Jugar con fuego img
Capítulo 43 Cada uno en su mundo img
Capítulo 44 Me entregó el control img
Capítulo 45 Fue una transacción img
Capítulo 46 De regreso a Bogotá img
Capítulo 47 Un mal plan (Parte 1) img
Capítulo 48 Un mal plan (Parte 2) img
Capítulo 49 Esto es un código rojo img
Capítulo 50 Enfrentando a mamá img
Capítulo 51 Es mi decisión img
Capítulo 52 Es únicamente mía. img
Capítulo 53 Seré su aliado o su verdugo img
Capítulo 54 Charla con papá img
Capítulo 55 Metida de patas (Parte 1) img
Capítulo 56 Metida de patas (Parte 2) img
Capítulo 57 Me está volviendo loco img
Capítulo 58 Era un sapo img
Capítulo 59 Deseo una vida con ella img
Capítulo 60 Amenaza a las Maldonado img
Capítulo 61 ¿Mapa tiene novio img
Capítulo 62 Embarazada img
Capítulo 63 Seremos padres img
Capítulo 64 Reprimenda img
Capítulo 65 Celos (Parte 1) img
Capítulo 66 Celos (Parte 2) img
Capítulo 67 La carta img
Capítulo 68 Nuestra boda img
Capítulo 69 Preocupación img
Capítulo 70 Abominación img
Capítulo 71 Amenaza img
Capítulo 72 Los apoyaré img
Capítulo 73 Intento de secuestro img
Capítulo 74 Metida de patas img
Capítulo 75 Necesito cruzar la línea img
Capítulo 76 Me estaba cansando img
Capítulo 77 En el infierno img
Capítulo 78 Dejo este tema aquí img
Capítulo 79 Una vida juntos img
Capítulo 80 Extrañándola (parte 1) img
Capítulo 81 Extrañándola (parte 2) img
Capítulo 82 Sentencia a muerte (parte 1) img
Capítulo 83 Sentencia a muerte (parte 2) img
Capítulo 84 Habla contigo misma img
Capítulo 85 Decisión tomada img
Capítulo 86 La ruleta giró img
Capítulo 87 La desaparición de María Paula img
Capítulo 88 Incertidumbre img
Capítulo 89 Hijo por hijo img
Capítulo 90 Se entregó img
Capítulo 91 Tienes miedo img
Capítulo 92 Iniciando terapias img
Capítulo 93 Venganza cobrada img
Capítulo 94 Soy un boleto de canje img
Capítulo 95 Devastador img
Capítulo 96 A kilómetros de distancia img
Capítulo 97 Contradictorio img
Capítulo 98 Rescatamos a Gaby img
Capítulo 99 Duele en el alma img
Capítulo 100 Un latido es vida img
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Capítulo 5 Recordando (parte 1)

Emmanuel

Miré con fijeza a Alexey de nuevo, desde hace rato tenía un cuento raro con Mapa. Aunque los dos se mantienen en que son amigos, pero se veían extraños.

-Más te vale. Ya contraté la compañía femenina para dentro de ocho días. Tendremos a cinco bellas y despampanantes mujeres con sus preferencias.

Choqué las cinco con Samuel, estos éramos nosotros. Un muro impenetrable de amistad sincera. Desde el mismo instante en que llegué a esta gran familia, me hicieron sentir eso... una familia. Pero no iba a permitir una falta hacia mis tesoros; mis hermanas eran sagradas. Y les he enseñado a Eduardo José y Camilo Andrés el respetarlas y defenderlas con nuestras vidas. No vendrá un aparecido a ofenderlas.

-Alexey. -sonrió, advirtió mi llamado de atención-. Así me muelas a palo, sabes que también puedo causarte daño. Si Mapa sale lastimada mañana, una vez la ponga a salvo, escóndete. Solo por esta vez lo pasaré, a la segunda te la verás conmigo.

Estaba a punto de reventarle la cara al rubio. Traté de calmarme, pero ¿cómo se le ocurría invitarla a un antro como ese? Mi pequeña Blanquita no era mujer para esos lugares de mala muerte, menos mi pequeña Morenita y donde va una va la otra.

-¿Recuerdas, hermano, lo que le pasó una vez a Samuel? -habló el economista.

-Si ya lo sé, si no te hacemos caso al momento de curarnos, te las desquitarás.

-Espero que lo tengas claro.

-¡Emmanuel! -Al girar la mujer con quien vine, me llamaba.

-Ya regreso.

-Compártela. -sonreí.

-No es nada mío, ya saben a dónde deben llamarla. Ya regreso. -Al llegar donde Lina la tomé de la cintura.

-Morenazo ya me voy, tengo otros clientes.

-Listo preciosa. Te acompaño a tu auto.

-Gracias por invitarme a una reunión tan familiar.

-Sabes cuál es nuestra relación, no pienses en nada diferente.

Por el modo de mirarme, debía de tener presente que ya no puedo llevarla a cama, no sea que se haga falsas ilusiones, solo hasta el fin de semana.

-Sí, ya sé cómo eres. El verga sin dueña. -sonreí de nuevo.

A mi madre no le agradaban para nada las amigas con quienes salía, se quedaba callada, aunque esa mirada era una daga. Al llegar a su auto, la besé, jugué con su lengua y para finalizar le mordí el labio, sacándole un sutil jadeo.

-Nos vemos dentro de ocho días.

-Solo porque tienes una verga mágica y sabes moverla. De lo contrario, eres un patán con modales.

-Gracias. No eres la primera en decirlo.

La vi partir, al darme la vuelta me llevé por delante a una chica... ¡Rubí! Pero hasta en la sopa la encuentro.

-Lo siento.

-Discúlpame a mí, sin las gafas no veo.

Tenía los ojos rojos. Hice a un lado el malestar de incomodidad que ella me generaba desde... siempre. Para dejar salir al médico. Saqué del bolsillo la pequeña linterna que siempre cargaba y revisé su ojo. Parece una conjuntivitis severa.

-¿Te estás medicando?

-Sí. -Fue un susurro, sus ojos cafés se humedecieron.

-Debes cuidarte, tienes mucha irritación ocular. -Se puso las gafas, la ponía nerviosa. Sonreí, era una niña-. Recuerda que tienes una cita el lunes.

-Así no tenga ojos, asistiré.

- Sentido de responsabilidad. Empiezas bien, niña. Ahora con permiso.

-Pase. -Lo dijo como si estuviera echando a un perro.

-¿Me acabas de decir canino? -Esta vez su mirada era retadora.

-Usted lo ha dicho.

-Voy a ser tu jefe. -Era osada la intelectual.

-Aquí somos familia.

No dije nada y me alejé, vaya manera de decirle en la cara sin decirlo que era un perro.

......***......

Gabriela

Llegamos a las dos de la mañana del triple matrimonio. Quedó precioso, espero algún día también casarme. El problema ahora era que no tenía claro quién será el susodicho. Bajamos del carro de Eulises; los cuatro nos vinimos con él, y mis padres bajaron del suyo.

-Gabriela. -llamó Raquel.

Frente a mamá, nos decimos los nombres correctos. Si algo la enojaba era el no llamarnos como correspondía o utilizáramos el diminutivo, los apodos frente a ella quedaron descartados; de lo contrario, eso para mamá era el inicio de una guerra. Aunque había excepciones, en su vida solo se lo aceptaba al tío Alejo.

-Dime manita. -Le dije cerca del oído.

-Esta tarde olvidé decirte, te llamó José Saldarriaga.

A Raquel siempre le había llamado la atención él, desde la primera vez que vino invitado por papá. A ellos les caía muy bien, pero yo solo lo veía como un amigo. Cuando ingresé a la universidad, él cursaba el último semestre; aun así, nos hicimos buenos amigos. Luego, cuando realizó las pasantías en CM abogados, el bufete de la familia, le fue muy bien y papá, como su mentor, lo alentó para abrir su propio bufete.

Él se inclinó laboralmente por el lado comercial. En todo caso, ya tenía cuatro años en donde había ido escalando favorablemente en el mundo del derecho comercial. A mí no me gustaba, pero a mi pequeña hermana sí. Aunque le llevaba casi siete años.

-Lo llamaré cuando sea la hora correcta.

Tenía la excusa perfecta para llamarlo mañana. Lo invitaré a merendar a la casa para hablar del favor requerido, ojalá acepte la propuesta. Espero no hacerle daño a Raquel, aunque si él acepta, le contaré a mi hermana. Ante todo, la lealtad familiar.

-Sigue sin llamarte la atención.

-Exacto, aunque voy a pedirle un favor.

-Gabriela. -llamó mamá-. Mañana debo viajar a finiquitar la obra en Panamá. Iré con tu padre, quedas a cargo de la casa.

-Perfecto, mamá. Ahora voy a dormir, estoy cansada.

Cada uno ingresó a su habitación. La señora Fernanda tenía la particularidad de hacer cambio y renovación cada cinco años. Por eso, desde el mes pasado mi recámara fue remodelada con tonos turquesas, convirtiéndola en una habitación de ensueño. Me cambié de ropa, desmaquillé el rostro, lavé mis dientes, tomé el vaso de agua, y me metí debajo del edredón para dormir.

El problema vino al cerrar los ojos. De una parte, la imagen de un castaño de ojos cafés, cuerpo perfecto, sonrisa endemoniada, besador experto, invadió mis pensamientos. Mis ojos se humedecieron, lo peor de todo era que él no había mentido, no jugó conmigo, siempre fue muy claro cuando le propuse en la tercera visita conyugal que tomara mi virtud y me enseñara. Una vez más regresé al pasado.

-¿Qué tiene de malo?

-¿Es en serio tu propuesta, Gaby? Acabas de ofrecerme tu virginidad, ¡mira donde estamos! -Ya lo había decidido, por eso me lancé a besarlo.

Se sorprendió, pero no se apartó. Por unos minutos siguió el beso, luego con delicadeza me alejó. Esos preciosos ojos cafés se habían oscurecido.

-¿Te disgustó?

-No es eso, cachetona.

De tanto decirme ese apodo, ya lo amaba, solo él me dice así. Cuando los niños lo correteaban por donde fuera con el zapato para pegarle, de ahí tenía ganado el apodo de mini Chuky, ese tampoco me enojaba, al contrario; si algo admiraba de mi madre era ese poco filtro que tenía para decir las cosas y apoyar a quien tenía la razón ante sus amigos.

-¿Entonces?

-Ven, -me sentó en la cama-. Es tu virtud, se supone que las mujeres se las entregan al hombre amado. -Por eso, idiota, ¿no lo captas?- Gaby...

-No es nada de eso. No hay amor, pero quiero hacerlo con alguien de confianza. Tú puedes enseñarme las técnicas, nada de romanticismo.

-Eres rara.

-¿Hasta ahora lo notas? -Se pasó la mano por el rostro.

-Sin sentimientos, solo será sexo. -afirmé-. Nada de embarazo. Esto es técnico, por eso debes cuidarte, yo también lo haré. -volví a aceptar sus condiciones-. Por eso lo haremos la otra semana. Quiero que pienses muy bien, Gabriela Maldonado Villarreal. No quiero que luego me salgas con; estoy enamorada.

» No lo digo por ser una mierda, sabes lo mucho que te aprecio. Solo quiero dejarlo claro y que seas consciente de esta locura. Para nosotros, los hombres es muy fácil excitarnos. Pero las mujeres no. -Tomó mis manos-. ¿Por qué razón pides esto?

No podía decirle lo perdidamente enamorada que estaba de él desde los trece años. Me puse roja, desvié la mirada.

-Solo quiero.

-Gabriela...

-Sabes el problema de obesidad por el cual pasé, por eso mi piel tiene estrías, no me siento cómoda.

-¡Tienes un cuerpo lindo!, ¿esa es la razón por la cual te has mantenido virgen? Ese es tu miedo a perder tu virginidad, Gaby, tienes veintiún años.

-Es muy fácil para ti decir eso porque tienes el cuerpo perfecto, de un modelo de revista. Pero sabes que hasta mis dieciocho años fui gordita.

-Eras una mujer rellena, una linda cachetona, no obesa.

-Lo dices porque me ves con afecto familiar, pero afuera los hombres no piensan así. El adelgazamiento dejó imperfecciones. Quiero sentirme segura, Samuel.

-¿Por qué no le pides lo mismo a Ernesto, Emmanuel, Egan o Alexey?

            
            

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