Capítulo 5 La tormenta se avecina

El día siguiente amaneció con una sensación de expectativa en el aire. Laura se despertó más temprano de lo habitual, decidida a prepararse para enfrentar el reto que representaba trabajar con Alex Caravasile. Se vistió con un traje que le daba confianza, uno que la hacía sentirse muy poderosa y lista para conquistar cualquier obstáculo.

Al mirarse en el espejo, se recordó a sí misma que no permitiría que la frialdad de su jefe la desanimara; por el contrario, cada interacción sería una oportunidad para demostrar su valía.

Al bajar a la cocina a prepararse un café, se encuentra a su hermana Sofía que se despertó muy temprano también para ir a la universidad.

"Buenos días, Sofía hermanita mía de alma. No esperaba verte tan temprano. ¿También tienes un día complicado por delante?"

"¡Buenos días! Sí, tengo una presentación importante en la universidad hoy. Estoy un poco nerviosa, la verdad. ¿Y tú? ¿Lista para tu segundo round con el jefe exigente?"

(Laura riendo) "Bueno Sofía, "lista" es una forma de decirlo. Pero hoy me siento más segura. Creo que este traje me da la suerte que tanto necesito porque déjame decirte que mi jefe es demasiado exigente."

"¡Claro que sí Laura! Y además, no necesitas un traje para ser increíble, Laura. Sé que vas a enfrentarte a todo con esa cabeza tan brillante que tienes."

"Gracias, Sofía. ¿Y tú? Seguro que lo harás genial en tu presentación. Si necesitas practicar, aún tengo tiempo antes de salir."

"No, ya practiqué demasiado. Creo que me estoy estresando de más. Pero me quedo tranquila porque te tengo como ejemplo. Si tú puedes manejar a un jefe como ese, yo puedo hablar frente a mis profesores."

(Laura sonriendo) "Eso fue dulce. Bueno, hagamos un trato: hoy nos va a ir excelente a ambas. Y luego celebramos juntas, ¿vale?"

"¡Vale! Aunque tú tráeme todos los chismes del día, quiero saber si tu jefe arrogante se suaviza contigo."

"No esperes milagros. Pero quién sabe, tal vez logre un pequeño avance hoy."

Las dos ríen mientras recogen sus cosas para salir de casa. En la puerta, se despiden.

"Mucha suerte, Laurita. ¡Sé tú misma, eres la mejor!"

"Gracias igualmente, Sofía. Vas a brillar, lo sé. ¡Nos vemos luego!"

Al llegar a "Los Laureles", el ambiente parecía más tranquilo, pero Laura sabía que eso podía cambiar en cualquier momento. Se dirigió a su escritorio, revisando mentalmente las estadísticas que había analizado el día anterior. Todo tenía que estar perfecto; no podía permitirse ningún error. Apenas se sentó, Alex apareció en la puerta de su oficina, su figura imponente proyectando una sombra que hizo que su corazón latiera con fuerza.

"Señorita Kim," comenzó, su voz tan helada como la mañana. "Quiero que prepares una presentación sobre el informe que revisaste. Tendremos una reunión con el equipo de marketing en la tarde, y necesito que estés lista para exponer tus conclusiones."

Laura sintió cómo la presión aumentaba en su pecho, pero mantuvo la compostura. "Por supuesto, señor Caravasile. Me aseguraré de que esté lista a tiempo," respondió, tratando de proyectar una seguridad que aún no sentía por completo.

"Espero que no me decepciones de nuevo," dijo Alex muy imponente, y con eso se dio la vuelta, dejando a Laura en un mar de incertidumbre.

"No lo decepcionare jefe" respondió Laura

La tarea que se avecinaba no solo era un reto profesional, sino también una prueba personal. Sabía que debía impresionar no solo a Alex, sino también a los demás miembros del equipo, quienes la observarían con ojos críticos.

A medida que los minutos se convertían en horas, Laura se sumergió en su trabajo, investigando, analizando y construyendo una presentación que reflejara su habilidad y su compromiso. La sala de reuniones estaba reservada para la tarde, y Laura tenía que asegurarse de que cada diapositiva, cada gráfico, cada palabra, fueran perfectas.

Sin embargo, la presión era abrumadora. No solo tenía que impresionar a Alex, sino que también sentía la mirada escrutadora de sus compañeros de trabajo. Algunos de ellos eran veteranos en la empresa, y Laura podía sentir que había una barrera invisible que debía romper. Mientras pasaba por su mente la posibilidad de fallar, la determinación comenzaba a tomar el control.

Llegó la hora de la reunión, y Laura se preparó para subir a la presentación frente al grupo. La sala estaba llena, y el silencio era palpable mientras todos se acomodaban en sus asientos. Alex se sentó al frente, con una expresión impasible que hacía que su estómago se retorciera. Sin embargo, recordó las palabras de su hermana Sofía: "No dejes que nadie te pase por encima." Laura respiró hondo y comenzó.

"La tendencia de los últimos meses muestra un incremento significativo en nuestras métricas de rendimiento, específicamente en la tasa de conversión de nuestros clientes," comenzó Laura, su voz resonando con confianza. "como pueden observar en los informes que les entregue y las diapositivas que les estoy mostrando, he analizado los datos y creo que hay varias áreas en las que podemos mejorar aún más."

Mientras avanzaba en su presentación, notó que algunos de sus compañeros comenzaron a asentir con la cabeza. La conexión que estaba creando con el grupo le dio un nuevo impulso. Pero cuando sus ojos se posaron en Alex, él simplemente la miraba, impasible y observador.

Laura terminó su exposición y esperó nerviosa las preguntas. Alex fue el primero en hablar. "Interesante, señorita Kim. Pero me gustaría saber cómo planea implementar estas mejoras. No basta con señalar problemas; es muy obvio que necesitamos soluciones concretas que nos puedes decir?" dijo, su voz cortante.

Laura tragó saliva, sintiendo que el desafío se intensificaba. "He esbozado un plan de acción que incluye reuniones semanales de seguimiento con el equipo para revisar los avances. También propongo implementar un sistema de retroalimentación que permita a los empleados compartir sus ideas y sugerencias," respondió, manteniendo la mirada firme en Alex.

"Eso suena bien en teoría," replicó él, cruzando los brazos. "Pero en la práctica, ¿cómo asegura que todos estén motivados para participar? Las iniciativas suelen fracasar por falta de involucramiento."

Laura sintió que el sudor comenzaba a acumularse en su frente. "Podemos incentivar la participación a través de reconocimientos y recompensas. Un sistema que valore las contribuciones de cada empleado. Creo que eso podría fomentar un ambiente más colaborativo," dijo con determinación, aunque la presión de su mirada la estaba minando.

La reunión continuó, y a medida que las preguntas y respuestas fluían, Laura se sentía más cómoda. Sin embargo, lo que comenzó como un intercambio de ideas pronto se tornó en un debate más acalorado. Alex parecía disfrutar cuestionando cada una de sus propuestas, desafiando su competencia y forzando a Laura a defender cada punto de su presentación, algo que por supuesto a Laura le incomodaba un poco las actitudes de su jefe Alex.

Cuando finalmente la reunión concluyó, Laura sintió que había pasado una prueba de fuego. Aunque había logrado captar la atención de algunos de sus compañeros, la mirada de Alex seguía siendo la misma: fría y crítica. Cuando el grupo comenzó a dispersarse, Laura se sintió exhausta, pero al mismo tiempo, satisfecha por haber defendido su trabajo.

Sin embargo, cuando se retiraba de la sala, Alex la detuvo. "Señorita Kim, un momento," dijo, su tono sin matices. "Quiero que te quedes después de la jornada. Necesito hablar contigo."

El estómago de Laura se hundió. "Por supuesto, señor Caravasile," respondió, aunque por dentro se preguntaba qué podría haber hecho mal. Se quedó en la oficina, revisando algunos documentos mientras la tensión crecía en el aire. Cuando la hora de cierre llegó, y el bullicio de la oficina comenzó a disminuir, Alex apareció en su puerta.

"Siéntate," dijo, gesticulando hacia una de las sillas frente a su escritorio. Laura tomó asiento, sintiendo que cada segundo contaba. "Quiero que sepas que, aunque tu presentación fue aceptable, aún hay muchas áreas en las que puedes mejorar. Esto es solo el comienzo, y no toleraré la mediocridad."

Laura sintió que la presión aumentaba nuevamente. "Entiendo, señor Caravasile. Estoy dispuesta a aprender y mejorar en cada aspecto," respondió, tratando de mantener la calma.

"Quiero que te involucres más en los proyectos del equipo. No solo en lo que te asignen, sino que busques oportunidades para mostrar tu iniciativa. Si no lo haces, me veré obligado a reconsiderar tu posición aquí," dijo Alex, su mirada fija y penetrante.

Laura sintió que su corazón se aceleraba. "Haré lo necesario para demostrar mi valía y seguir continuando mis labores en esta empresa tan prestigiosa. No voy a rendirme," contestó, sintiendo que la determinación crecía dentro de ella.

Alex inclinó la cabeza, como si ponderara su respuesta. "Eso espero, señorita Kim. Porque si no, no tengo problemas en ser quien te despida." Su mirada se volvió intensa, como si cada palabra tuviera un peso ineludible, desafiándola a demostrar su valía. La tensión en el aire era palpable, y un silencio reverberante envolvió la habitación, mientras las expectativas se entrelazaban con la incertidumbre.

La amenaza colgó en el aire, pesada e ineludible. Laura salió de su oficina sintiéndose abrumada, no solo por la presión de cumplir con las expectativas de Alex, sino también por el peso de su propia ambición.

La lucha que había comenzado en su primer día ahora se sentía más intensa y personal. No solo se trataba de demostrar que era capaz; se trataba de demostrar que tenía el coraje para resistir.

                         

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