Entre telas y secretos
img img Entre telas y secretos img Capítulo 2 La medida exacta del olvido
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Capítulo 6 Lo que empieza a despertar img
Capítulo 7 Alta costura, secretos bajos img
Capítulo 8 Aceptar los secretos img
Capítulo 9 El peso del equilibrio img
Capítulo 10 Secretos bajo la superficie img
Capítulo 11 La verdad oculta img
Capítulo 12 Confrontación y revelaciones img
Capítulo 13 El nuevo jugador en el tablero img
Capítulo 14 Encuentro en la penumbra img
Capítulo 15 Después de la tormenta img
Capítulo 16 La herencia del vacío img
Capítulo 17 Silencios que pesan img
Capítulo 18 Nombres en la oscuridad img
Capítulo 19 La sombra de lo que no se dice img
Capítulo 20 Un mundo que no le pertenece img
Capítulo 21 Pero esta vez, no estaba sola. img
Capítulo 22 Los secretos que compartían img
Capítulo 23 Costuras invisibles img
Capítulo 24 Entre bastidores img
Capítulo 25 La doble vida de Victoria img
Capítulo 26 Ahora tenía que ver con secretos. img
Capítulo 27 El lado oculto del reflejo img
Capítulo 28 La Reina y su Trono img
Capítulo 29 Hilos invisibles img
Capítulo 30 No podía permitirse fallar. img
Capítulo 31 Alianza en la tormenta img
Capítulo 32 La traición más cerca img
Capítulo 33 Podrían estar un paso más cerca img
Capítulo 34 Encuentro en la penumbra img
Capítulo 35 La revelación y la tormenta interna img
Capítulo 36 Lo más importante no era solo la apariencia img
Capítulo 37 Entre secretos y alianzas img
Capítulo 38 La oscuridad era profunda img
Capítulo 39 La red se estrecha img
Capítulo 40 Encuentro en la penumbra img
Capítulo 41 Proteger su empresa y a su hijo img
Capítulo 42 Encuentro en la penumbra img
Capítulo 43 Esto apenas comienza img
Capítulo 44 Su vida y su secreto estaban en juego. img
Capítulo 45 Bajo Vigilancia img
Capítulo 46 La Red Se Cierra img
Capítulo 47 El precio de la verdad img
Capítulo 48 Rostros en la niebla img
Capítulo 49 La línea que no se puede cruzar img
Capítulo 50 Decisiones de sangre img
Capítulo 51 PROYECTO ÉREBO. img
Capítulo 52 La Red Invisible img
Capítulo 53 El Laberinto de la Duda img
Capítulo 54 La fase más peligrosa img
Capítulo 55 Bajo la Máscara del Silencio img
Capítulo 56 La grieta img
Capítulo 57 Cadenas invisibles img
Capítulo 58 La caída del velo img
Capítulo 59 El umbral del juego final img
Capítulo 60 El despertar de la sombra img
Capítulo 61 El Precio de Recordar img
Capítulo 62 Allí para recordarla img
Capítulo 63 Rostros de la Verdad img
Capítulo 64 El Lugar Donde Todo Comenzó img
Capítulo 65 El Miedo de los Dioses img
Capítulo 66 La niña que habló al mundo img
Capítulo 67 La prueba del alma img
Capítulo 68 La emboscada en la oscuridad img
Capítulo 69 La verdad al filo del abismo img
Capítulo 70 La sombra del regreso img
Capítulo 71 La alianza inesperada img
Capítulo 72 Dos caminos, una ruina img
Capítulo 73 Los que aún resisten img
Capítulo 74 El núcleo de la jaula img
Capítulo 75 Cuando se rompe el silencio img
Capítulo 76 Las primeras fisuras img
Capítulo 77 El umbral de la conexión img
Capítulo 78 La red que se estrecha img
Capítulo 79 La resaca del triunfo y la sombra que crece img
Capítulo 80 Cada traición un precio img
Capítulo 81 La verdadera batalla img
Capítulo 82 Encuentro con El Guardián img
Capítulo 83 El Juramento de Laura img
Capítulo 84 La Red se Cierra img
Capítulo 85 Ambiente cargado de tensión img
Capítulo 86 La red se estrecha img
Capítulo 87 Bajo la piel del enemigo img
Capítulo 88 La red se estrecha img
Capítulo 89 El Contraataque img
Capítulo 90 Encuentros y Revelaciones img
Capítulo 91 El enigma de Elena img
Capítulo 92 La infiltración img
Capítulo 93 El aliado inesperado img
Capítulo 94 La Torre de Espejos img
Capítulo 95 El Día en Que la Verdad se Rompió img
Capítulo 96 Donde caen las máscaras img
Capítulo 97 La transición del abismo img
Capítulo 98 La caja de Elías img
Capítulo 99 En la antesala del caos img
Capítulo 100 Noche de plomo img
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Capítulo 2 La medida exacta del olvido

Las luces del estudio fotográfico brillaban con la intensidad cruel de un interrogatorio. Modelos de rostros perfectos posaban frente a las cámaras mientras los creativos gritaban instrucciones. El sonido de tacones sobre el suelo de concreto, telas moviéndose al compás de ventiladores artificiales, el murmullo constante de asistentes... todo en sincronía perfecta.

Y, al centro de ese universo, Victoria Ríos se mantenía firme. Impecable. Inmóvil.

Como si nada hubiera pasado.

Como si aquella noche bajo las estrellas, entre mantas sucias y la piel tibia de un desconocido, no hubiera existido jamás.

Habían pasado tres días desde su desaparición. Tres días desde que dejó atrás a su equipo, su seguridad, su máscara. Y sin embargo, allí estaba, perfectamente vestida con un conjunto negro de diseño propio, gafas oscuras y labios rojos como una advertencia.

-¿Victoria? -La voz de su asistente interrumpió su ensimismamiento-. El equipo de Milán quiere confirmación del viaje. ¿Les confirmamos?

Victoria no respondió de inmediato. Parpadeó. Miró la pasarela improvisada donde una modelo desfilaba con un abrigo de líneas audaces, y asintió con un movimiento apenas perceptible.

-Sí. Vamos a Milán.

Milán. París. Tokio. Era su vida. El desfile no podía detenerse por una noche de debilidad. Mucho menos por un error.

Porque eso era, ¿no?

Un error.

El tipo no tenía nombre. Su rostro era una sombra borrosa en su mente. Y sin embargo, había momentos en los que recordaba con claridad absurda la forma en que la sostuvo, cómo la miró después, sin juicio, como si ella no fuera la emperatriz de la moda, sino simplemente una mujer cansada.

Pero esa versión suya no podía sobrevivir. No en este mundo.

Horas después, en su oficina en el piso 42 del edificio Ríos, Victoria miraba la ciudad a través del ventanal. Una tormenta se avecinaba. Las nubes negras parecían una amenaza personal.

Se había dado una ducha, se había cambiado tres veces de ropa, había respondido correos, hablado con inversionistas, aprobado una nueva línea de bolsos... y aun así, sentía que el día no había empezado.

Tomó su copa de vino -ni siquiera le gustaba el vino, pero lo bebía por costumbre- y dio un sorbo pequeño.

-¿De verdad creías que podías escapar de ti misma? -murmuró al reflejo que el cristal devolvía.

Tocaron a la puerta.

-¿Qué? -preguntó sin voltear.

-Soy yo -respondió Cassandra, su jefa de relaciones públicas, la única persona que se atrevía a tratarla sin rodeos-. Traje los informes de la campaña primavera-verano. Pero... ¿podemos hablar?

Victoria se giró lentamente. Cassandra la miraba con ojos entre preocupados y curiosos.

-Te estuviste desaparecida. Sin escolta. Apareciste en un hotel de paso con el vestido arrugado. Y no das explicaciones. Ni a mí.

Victoria dejó la copa sobre la mesa con fuerza.

-No hay nada que explicar.

-Claro que lo hay. No eres solo una diseñadora, Victoria. Eres una marca. Y si te autodestruyes, arrastras a toda la industria contigo.

El silencio que siguió fue gélido. Victoria caminó hacia su escritorio, tomó una carpeta, se la tendió a Cassandra.

-Aquí tienes. Las nuevas pautas de imagen. Redireccionaremos la narrativa hacia "la CEO que sabe reinventarse". ¿Satisfecha?

Cassandra la observó con una mezcla de admiración y tristeza.

-¿Sabes qué es lo peor de todo? -dijo con suavidad-. Que incluso cuando te caes, lo conviertes en estrategia de marketing.

Victoria no respondió. No podía. Porque, en el fondo, tenía razón.

Esa noche, en su departamento de lujo en el centro de la ciudad, Victoria no encendió las luces. Se deshizo del vestido y se recostó en el sofá, con una manta fina cubriéndola.

Todo estaba en silencio. Pero el silencio no traía paz. Traía memorias.

Recordó cómo sus dedos se aferraron a los de él. Cómo su respiración se sincronizó con la de aquel extraño. Cómo, por unas horas, no necesitó ser nada. Ni diseñadora. Ni líder. Ni diosa.

Solo humana.

Se llevó la mano al pecho.

¿Y si volvía a buscarlo?

¿Y si iba al mismo parque?

¿Y si le preguntaba su nombre?

Sacudió la cabeza con fuerza.

No. No. No.

Era una locura. Él era solo una fuga emocional. Un susurro de locura entre semanas de perfección.

Volvió a servirse vino. Esta vez, lo bebió de golpe.

Pero ni el alcohol logró calmar el temblor en sus dedos.

A la mañana siguiente, llegó temprano a la sede de Maison Ríos. El equipo de diseño la esperaba en la sala de reuniones. Victoria entró con paso firme, ignorando las miradas que aún la seguían desde su desaparición.

-Hoy hablaremos de ruptura -dijo con voz clara-. De desobediencia estética. Quiero una colección que grite libertad. Quiero cortes imperfectos. Telas que no combinen. Quiero caos, pero con elegancia. ¿Entendido?

El equipo asintió, aunque algo confundido.

-Y no quiero modelos perfectas esta vez -añadió-. Busquen rostros reales. Cicatrices, cuerpos no normativos. Esta colección no será para los espejos. Será para quienes no se atreven a mirarse todavía.

Mientras hablaba, una chispa nueva brillaba en sus ojos. No sabía de dónde venía. No sabía por qué sentía esa urgencia de romperlo todo.

Tal vez... solo tal vez... esa noche no había sido un error. Tal vez había sembrado algo más que una historia secreta entre mantas.

Pero aún no lo sabía.

Aún no lo sospechaba.

Eso vendría después.

            
            

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