Prohibido Amor
img img Prohibido Amor img Capítulo 5 Realidad... que real
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Capítulo 6 Aburrido no... lo siguiente img
Capítulo 7 Alpha img
Capítulo 8 Mi perdición img
Capítulo 9 Noche dark img
Capítulo 10 Crazys img
Capítulo 11 Momentáneamente feliz img
Capítulo 12 Una verdad conveniente img
Capítulo 13 Sólo las miradas hablan img
Capítulo 14 Comiendo de la manzana img
Capítulo 15 Mi gran secreto img
Capítulo 16 Definitivamente el amor tiene sus trucos img
Capítulo 17 ¿Un hijo img
Capítulo 18 La mentira tiene patas cortas img
Capítulo 19 De otro mundo img
Capítulo 20 Camus de testigo img
Capítulo 21 Un deseo tácito img
Capítulo 22 Amo la lluvia img
Capítulo 23 La noche anhelada img
Capítulo 24 Una noche destinada para los amantes img
Capítulo 25 Deteniendo el tiempo o abducidos... img
Capítulo 26 La cólera de Mauricio img
Capítulo 27 La abogada del diablo img
Capítulo 28 El lado oscuro del amor img
Capítulo 29 Nuestro segundo encuentro img
Capítulo 30 La fuente del placer img
Capítulo 31 Algo que no esperaba img
Capítulo 32 Una promesa de amor img
Capítulo 33 Mi recaída con Mauricio img
Capítulo 34 Fin de la temporada img
Capítulo 35 En la soledad de mi img
Capítulo 36 Vibrando en la misma frecuencia img
Capítulo 37 Follamiento consensuado img
Capítulo 38 Creando mi propia historia img
Capítulo 39 Orgasmo virtual img
Capítulo 40 Conectados img
Capítulo 41 Triste despedida img
Capítulo 42 La vida sigue img
Capítulo 43 El primer año lejos de él img
Capítulo 44 Ratón moral img
Capítulo 45 Una cita a ciegas img
Capítulo 46 Pieles nocturnas img
Capítulo 47 Siempre que el amor es verdadero sobre al tiempo y a la distancia img
Capítulo 48 Lo amaba infinitamente img
Capítulo 49 Amantes por siempre img
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Capítulo 5 Realidad... que real

Suena el teléfono, retorno a la realidad. Levanto el auricular.

–Bendición Mamá.

–Dios te bendiga hija. ¿Mi yerno preferido estará por ahí?

–No mamá, se fue hace unos minutos. Pero, yo estoy bien, gracias ¿y tú?– pregunto com sarcasmo.

–Bien mi amor. ¿Cuándo regresa Mauricio?

–En la noche ¿por qué?

–Se me dañó el calentador mi amor y quería ver si puede venir a revisarlo.

–Ok cuando regrese le digo. Chao Mamá, cuídate.

Cuelgo el teléfono. A veces la realidad nunca deja de ser real.

Me levanto. Voy hasta la sala, tomó mi laptop. Abro un nuevo archivo. Y comienzo a escribir. Necesito desahogar mis emociones. Es la mejor manera que tengo para ello. Eso lo aprendí desde pequeña.

Un beso sutil

Unos labios son candentes si son prohibidos. Unas mejillas sonrosadas. Un latido vaginal. Un estruendoso corazón. Su mano tomando la mía, la mía tomando sus tiempos y convirtiéndolos en un puñado de arena. Acortando las distancias para sentirlo. Un beso sutil cuyo nombre es etéreo. Un pedazo de mí, atado a sus recuerdos.

Cierro el archivo. Me levanto y preparo una taza de café. Aún el medio sándwich está sobre la mesa. Recojo y limpio todo, trato de concentrarme en la realidad, en quien soy y que debo hacer. No es bueno pensar tanto. Aunque la frase "piensa dos veces antes de actuar" se haya acicalado en mi cerebro que cada vez que soy feliz, debo pensar si me conviene serlo.

Pero los pensamientos son incontrolables, igual que las emociones. Recuerdo entonces, ya mañana es martes y luego miércoles, miércoles es mi día de buena suerte.

No sólo es mi día de buena suerte. Asúmelo Violeta, es el día en que podrás compartir hora y media de su compañía, de su sonrisa, de su maravillosa manera de estremecerse con sus intervenciones geniales durante la clase.

Tomo mi celular. Escribo un mensaje y se lo envío a Mauricio:

–Mi amor, mamá necesita que pases por la casa y la ayudes con algo que se le daño.

Espero su respuesta. Aún no recibo su mensaje. Me distraigo preparando la clase del día siguiente, escogiendo los poemas, esos que inconscientemente me conecten con él, que le sugieran sobre lo que siento sobre lo que pienso.

Sonrió, estas emociones, me regresan a mi etapa adolescente cuando estaba enamorada de mi profesor de historia. La historia nunca fue mi asignatura preferida, pero cuando él la contaba, era tan intenso que desde allí, comencé a tomar interés por ella.

Es esa misma emoción que te hace vibrar y sentir que todo tiene sentido. Que te hace despertar alegre y sonreír a solas como tonta.

Cuánto tiempo sin sentirme así. Algunos diez años. Sí, apenas tenía dieciséis, la misma edad que tiene él. Las hormonas a mil, esas ganas de devorar el mundo, de sentir y vibrar, eso quería, pero fue justamente lo que no hice y no he hecho hasta ahora.

Cuando mamá supo que estaba de novia con Mauricio, cosa que tuve que contarle, para poder salir los fines de semana al cine o a alguna fiesta, inmediatamente habló con él, le dijo que debía comprometerse conmigo para que mi re-pu-ta-ción no fuese puesta en tela de juicio.

Mamá sabía que ya teníamos relaciones y eso era ya común para la época, al comienzo estaba infartada pero luego aceptó que era parte de la realidad. Su historia de ser virgen hasta el matrimonio había caducado.

Un año después de él terminar en la universidad, nos casamos. Sólo había sentido su cuerpo, sus besos, su supuesto amor.

Y digo supuesto porque un mes antes de casarnos, descubrí por unos mensajes en su celular, que tenía un romance con una colega suya.

No era de revisar sus cosas, no hasta ese entonces. Esa noche luego de llegar, se metió al baño para darse una ducha. Yo estaba recogiendo su ropa y el celular cayó al piso. Lo tomé creyendo que podía haberse roto y justo llegó aquel mensaje: "gracias por la velada, estuvo inolvidable".

Abrí entonces, la conversación. Cada mensaje era peor que el anterior. Me sentía traicionada. Salí hasta la sala, mamá preparaba la cena. Me senté en la silla. Respiraba intentando calmarme.

–¿Qué te ocurre muchacha? ¿Tienes una cara?

No pude evitar ponerme a llorar.

–¿Qué te ocurre?– preguntó entonces con preocupación.

Le mostré el móvil. Ella leyó en silencio. Podía observar sus expresiones de asombro en el rostro.

Dejó lo que hacía y se sentó a mi lado:

–Hija, los hombres son así, aunque no lo entiendas o aceptes. Yo tuve años sabiendo que tu padre tenía otra mujer. Pero nunca se lo dije, sino me hubiese abandonado mucho antes.

Yo la miraba sorprendida. Aquello me parecía inconcebible. Continuó diciendo:

–Tú ya perdiste tu virginidad con él. Por más que tu opines que son otros tiempos, ellos han sido criados de la misma manera. Sólo la mujer que sea "buena" merece casarse.

Sus palabras me confundían aún más.

–Deja que yo hablo con él.

Nunca supe que le dijo, ni tampoco que acordaron. Pero un mes después estábamos en la prefectura civil, firmando nuestro matrimonio.

                         

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