El recuerdo la golpeó como una ola helada.
Su vida anterior.
La misma escena. Mateo proponiendo la fiesta.
Ella, la delegada responsable, levantándose.
"Chicos, no creo que sea buena idea. Mañana es la Selectividad. Deberíamos descansar, repasar."
Las risas. Las burlas.
"Sofía, siempre tan aguafiestas," dijo una compañera.
"Déjala, seguro que tiene envidia porque no tiene con quién ir," añadió otra, mirando a Luci.
Luci sonrió con dulzura venenosa. "Oh, Sofía, solo queremos divertirnos un poco. No seas así."
Mateo la miró con decepción. "Sofía, relájate. Será solo un rato."
Ella insistió, advirtió sobre los peligros de una discoteca nueva, desconocida, la víspera de un examen tan importante.
La ignoraron. Todos fueron.
La noche terminó en desastre.
Luci, supuestamente drogada y agredida en la discoteca.
Un montaje perfecto.
Sofía lo supo después, como espíritu, cuando vio a Luci confesárselo a una amiga por teléfono, riéndose.
Luci estaba embarazada. No quería hacer la Selectividad porque sabía que suspendería. Necesitaba un drama.
Pero en ese momento, todos culparon a Sofía.
"Tú nos gafaste."
"Tu energía negativa atrajo esto."
"¡Es tu culpa por ser tan envidiosa!"
Mateo, el primero en señalarla. Ciego de amor, o de estupidez.
Lideró el acoso.
Días de insultos, de aislamiento.
Hasta que, en una discusión en las escaleras del instituto, la acorralaron.
Un empujón.
No supo quién fue.
Cayó.
Oscuridad.
Muerte.
Sus padres, destrozados.
El linchamiento mediático, orquestado por Luci y sus contactos, los destruyó.
El Dr. Valdés perdió su reputación. Isabel, su trabajo.
Poco después, un "accidente" de coche. Sospechoso.
Ambos muertos.
Sofía, como un eco en el vacío, lo vio todo. La verdad sobre Luci, su embarazo secreto, su desprecio por Mateo, a quien solo usaba.
Ahora, renacida, el recuerdo era una cicatriz fría en su alma.
Luci la miró desde el otro lado del aula, una sonrisa condescendiente en sus labios.
"¿Verdad, Sofía? ¿Vendrás esta noche?"
La pregunta era una burla.
Sofía la miró, sus ojos vacíos de la antigua calidez.
"No. Tengo que estudiar."
Luci arqueó una ceja, como si no pudiera creer que alguien rechazara su magnánima invitación.
Mateo frunció el ceño.
El timbre sonó, anunciando el final de las clases.
Sofía recogió sus cosas, dispuesta a irse a casa.
A estudiar. A sobrevivir.