Corazón Roto de La Bailaora
img img Corazón Roto de La Bailaora img Capítulo 1
2
Capítulo 4 img
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 1

El suelo del tablao vibraba bajo mis pies, una extensión de mi propio corazón latiendo al ritmo de la seguiriya. Estaba en la Bienal de Flamenco, el escenario más importante de Sevilla, y dentro de mí, además del compás, crecía una nueva vida de cuatro meses. Javier, mi novio y socio en la peña, me miraba desde la primera fila, su sonrisa era mi faro, la promesa de nuestro futuro juntos.

Todo era perfecto.

Entonces, el mundo se inclinó.

Un empujón violento y repentino desde la oscuridad de las bambalinas me desequilibró. Mis brazos se agitaron en el aire, buscando un apoyo que no existía. El rostro de Javier, deformado por la sorpresa, fue lo último que vi antes de que mi cuerpo golpeara el borde del escenario y cayera al vacío. Un dolor agudo, brutal, me atravesó el vientre y la espalda. Luego, solo oscuridad.

Desperté en una habitación de hospital, el olor a antiséptico llenando mis pulmones. La luz era blanca y cruel. Mi cuerpo, una masa de dolor sordo. Una enfermera me dijo que había sufrido una caída, que habían tenido que operarme de urgencia. Mi bebé... mi bebé se había ido. La lesión en mi columna era grave.

Me inyectaron sedantes, y el mundo se volvió borroso, una niebla de dolor y confusión. Flotaba en un duermevela cuando escuché voces al otro lado de la puerta entreabierta. Era Javier, hablando con su primo Mateo.

"¿Cómo está?", preguntó Mateo, su voz sonaba tensa.

"Desesperado", respondió Javier, pero su tono no contenía desesperación, sino un extraño alivio. "Llorando, preguntando por el bebé".

Hubo una pausa.

"Javier, esto es una locura. ¿Sabes lo que ha pasado? Ha perdido al niño".

"Lo sé", la voz de Javier era un susurro frío. "Y es mejor así, Mateo. Es una tragedia, sí, pero es mejor así".

Sentí un frío que no tenía nada que ver con la anestesia.

"¿Mejor? ¿De qué coño hablas?", la voz de Mateo subió de tono.

"Le prometí a Catalina que su hijo sería mi primogénito", confesó Javier, sin rastro de culpa. "Nuestro primer hijo. El heredero. Este... este embarazo de Isabela lo complicaba todo. No esperaba que Catalina llegara tan lejos, no quería que Isabela se hiciera tanto daño, pero el niño... el niño tenía que desaparecer".

Mi respiración se detuvo. Catalina. Su amiga de la infancia. La rica heredera.

"¿Permitiste que esto pasara?", la voz de Mateo era de pura incredulidad.

"No lo planeé, pero tampoco lo detuve con suficiente fuerza. Catalina está loca de celos", justificó Javier. "Ahora debo cuidarla. Es mi deber. La mantendré a mi lado, la compensaré. Nadie podrá decir que no soy un hombre de honor".

"¿Honor? ¡Le has destrozado la vida! Los médicos dicen que la lesión de la columna... puede que no vuelva a bailar, Javier. ¡Bailar es su vida!"

"Ya encontraremos una solución para eso. Se recuperará. Pagaré la mejor terapia. Ahora lo importante es que el problema principal está resuelto".

La puerta se cerró suavemente.

El "problema principal". Mi hijo.

El dolor en mi vientre se convirtió en un vacío helado. Mis manos temblorosas buscaron mi abdomen, ahora plano. La realidad me golpeó con la fuerza de la caída. No había sido un accidente. Había sido una ejecución. Y el hombre que yo amaba, el padre del hijo que acababa de perder, era el autor intelectual.

Mis ojos se abrieron de golpe, fijos en el techo blanco. Las lágrimas no salían. Solo sentía un odio puro y helado.

Javier. Catalina. Me habéis quitado a mi hijo.

Ahora, yo os lo quitaré todo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022