Capítulo 5 Por favor, no hablemos sobre el divorcio

La expresión de Jeremy cambió al instante y su voz se volvió cortante. "¿Qué tanto miras?".

"Nada. Perdón, recogeré lo que se cayó".

Kayla se agachó rápidamente para recoger los frascos del suelo, pero su movimiento fue demasiado rápido, provocando que su vestido se desplazara. El escote bajó más de lo que esperaba, por lo que fue imposible de ignorar, sobre todo desde la posición donde se encontraba Jeremy.

Cuando la chica se levantó, intentando recomponerse, él avanzó y colocó su chaqueta sobre sus hombros. Un tenue aroma a sándalo se aferraba a ella.

"¿Liam te pidió que te vistieras así para seducir a los demás?".

Sin darle oportunidad de responder, el hombre se dio la vuelta y se alejó.

Kayla se quedó allí, atónita y con su mente luchando por asimilar lo sucedido, pero en cuanto lo comprendió, sus mejillas se sonrojaron de ira. '¡¿Qué rayos le pasa?!', exclamó internamente.

Jeremy era tal como decían los rumores: frío, insensible y nada accesible.

Una vez dentro de su auto, este aventó la bolsa con los frascos, como si ya no le importara. "Dile al médico de mi padre que de ahora en adelante envíe los medicamentos a su casa. Yo no volveré a recogerlos".

Edwin asintió desde el asiento del pasajero. "Entendido, señor Graham".

Los ojos de Jeremy miraron a través de la ventana y se fijaron en el edificio del hospital. "¿Alguna novedad sobre esa mujer?".

"Sigo buscándola", respondió su asistente con un tono sereno y firme.

Después de salir del hospital, Kayla condujo directamente a la sede del Grupo Perennia.

Todavía recordaba cuando ella y Liam eligieron juntos el nombre de la empresa. En aquel entonces, solo era un sueño, pero su negocio creció rápidamente y su esposo ahora se codeaba con la alta sociedad.

Desde la oficina del gerente general resonaba una risa alegre y despreocupada, seguida por la suave carcajada de una mujer, dulce y coqueta.

Kayla no llamó a la puerta y la abrió.

Allí, Tricia estaba de rodillas entre las piernas de Liam, moviéndose de una manera que dejaba poco a la imaginación.

Cuando vio a la recién llegada, la mujer se levantó de un salto y se apartó. Su blusa estaba desabrochada hasta la mitad, mostrando un escote pronunciado que revelaba su busto. Sus mejillas lucían sonrojadas y el cabello, ligeramente desordenado. Esbozó una sonrisa empalagosa mientras decía: "¡Señora Graham, qué sorpresa!".

Liam se volvió para mirar a su esposa, con su rostro palideciendo de vergüenza por un segundo. "¿Kayla?".

La aludida se quedó clavada en el lugar, contemplando la escena con una mirada fría. Verlos así fue repugnante y le revolvió el estómago.

"¿Interrumpí algo?", preguntó con desdén.

"¿Qué? ¡No! Se me cayó un bolígrafo; eso es todo. Ella solo lo estaba recogiendo". Liam caminó hacia la puerta y luego se volvió bruscamente hacia Tricia. "Retírate de inmediato".

Esta no discutió y se fue. Cuando pasó junto a Kayla, dejó un rastro de su perfume, el mismo que siempre parecía adherirse a Liam.

El mensaje que transmitió fue claro y fuerte.

Tratando de disimular, el hombre le sirvió un vaso de agua y dijo: "Me alegra que hayas venido a verme. Hay que almorzar y charlar un rato".

"No vine aquí para almorzar. Quiero hablar sobre nuestro divorcio".

El vaso se resbaló de la mano de Liam, cayó al suelo y se hizo añicos, salpicando agua en todas direcciones.

Haciéndose a un lado, él masajeó sus sienes como si intentara aliviar un agudo dolor de cabeza. "¿Por cuánto tiempo vas a seguir con esto? Comprendo que últimamente has estado de mal humor, pero si esto es por Tricia, puedo despedirla ahora mismo".

Kayla ni siquiera parpadeó; no estaba allí para discutir.

Sacó una carpeta de su bolso y la colocó firmemente sobre la mesa. "No quiero pelear contigo ni nada por el estilo. Después del divorcio, el Grupo Perennia será tuyo; no planeo quedármelo. Pero sí quiero que me devuelvas la parte del dinero que invertí, y también necesito que me regreses el Grupo Cooper".

Un agudo destello de molestia cruzó por el rostro de Liam y su mandíbula se tensó por la furia. "Estamos casados y nos amamos. ¿Cómo puedes estar hablando de divorcio?".

"¿Amarnos?", espetó Kayla con una risa gélida.

Su esposo juraba amarla, pero estaba intimando con otra mujer; esa era su versión retorcida del amor.

"Ya tomé una decisión. Firma el acuerdo de divorcio y no prolongues esto", declaró la chica con determinación a la vez que colocaba el documento sobre el escritorio.

Liam le echó un vistazo y, por un breve momento, un destello de vulnerabilidad cruzó por sus ojos. "Kayla, ¿qué crees que estás haciendo? ¿Realmente vas a destruir lo que construimos juntos? ¿Después de todo lo que hemos pasado?".

Pero ella hacía tiempo que había dejado de tener esperanzas para su relación. Con una voz fría y tajante, insistió: "Fírmalo. Terminemos esto de una vez por todas."

"¿Terminar esto?". El dolor tiñó la expresión del hombre. "¿Así, como si nada? ¿Después de todos estos años juntos, te irás? Yo te amo y juré que siempre cuidaría de ti".

La otra cerró los ojos, respiró hondo y dijo con firmeza: "No me vengas con tus discursos. Prefiero creer en lo que veo, no en lo que dices. Y no cambiaré de postura. Tienes que devolverme el Grupo Cooper".

El rostro de Liam se volvió sombrío y habló de nuevo, esta vez claramente a la defensiva: "Tú me entregaste el Grupo Cooper. Mi empresa está atravesando por problemas financieros ahora mismo, casi al borde de la bancarrota. Estoy haciendo todo lo posible por salvarla. Una vez que los proyectos principales se concreten, te regresaré el Grupo Cooper. Solo dame algo de tiempo. Y por favor, deja de mencionar el divorcio".

Ahora estaba claro: había hipotecado el Grupo Cooper, y recuperarlo no sería tan sencillo.

"¡No tienes vergüenza!". La voz de Kayla temblaba de incredulidad. Su esposo sabía exactamente lo que esa compañía significaba para ella, y aun así la utilizó como si no fuera nada.

"Construimos el Grupo Perennia juntos. No querrás verlo desmoronarse, ¿verdad? Usar el Grupo Cooper fue solo una solución temporal. Por favor, no hablemos sobre el divorcio. Te daré todo lo que quieras".

Liam llegó por detrás y la envolvió con sus brazos, bajando la cabeza para inhalar el aroma de su cabello.

Asqueada, Kayla se liberó bruscamente y se giró para propinarle una fuerte bofetada en la cara.

La cabeza del hombre se giró por la fuerza del impacto, y cinco marcas rojas de dedos aparecieron en su mejilla al instante.

Él levantó lentamente una mano para cubrir su rostro, tensando la mandíbula y con sus ojos ardiendo de ira mientras se volvía hacia la chica. "¿Por qué te estás comportando de esta manera? Ya intenté arreglar las cosas contigo. ¿Qué más quieres?".

"Tú fuiste quien se equivocó, no yo. Por eso, este matrimonio no puede continuar. ¡Ya no quiero estar contigo!".