Fin de una Confianza Pura
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Capítulo 4

Yo conocía a Alejandro mejor que nadie, sabía que no era un hombre fácil de seducir, a lo largo de los años, había visto a muchas chicas intentarlo, chicas más bonitas, más inteligentes y más astutas que Valeria, pero él nunca les había dado la más mínima oportunidad.

Por eso, el comportamiento de Valeria me parecía tan descarado y peligroso, ella no era sutil, era una depredadora que había fijado su objetivo.

Y lo que más me preocupaba era la reacción de Alejandro, su tolerancia, su defensa, eso era lo que no encajaba.

Se acercaba mi cumpleaños, y habíamos planeado una escapada a la playa, un viaje que esperaba con ansias para reconectar, para olvidar el incidente con Valeria.

Pero el día de mi cumpleaños, justo cuando estaba terminando de empacar, recibí un mensaje de texto de Alejandro.

"Mi amor, lo siento muchísimo, no podré ir, a Valeria le surgió un problema con su proyecto para la competencia de ciencias y necesita mi ayuda urgente, te lo compensaré, te lo prometo".

Leí el mensaje una y otra vez, sintiendo un vacío helado en el pecho, la decepción era tan grande que me costaba respirar.

Me dejó plantada en mi cumpleaños por ella.

Poco después, mi teléfono volvió a sonar, era Diana, mi mejor amiga y compañera de cuarto.

Me envió un video y varias capturas de pantalla, eran del laboratorio de la universidad.

En el video, se veía a Alejandro y a Valeria trabajando juntos, muy de cerca, demasiado cerca.

En una de las fotos, Valeria, sosteniendo un tubo de ensayo, se inclinaba sobre el hombro de Alejandro, casi recostando su cabeza en su espalda.

Él no se apartó, en lugar de eso, giró la cabeza y le sonrió ligeramente.

Otra captura era del perfil de redes sociales de Valeria, había publicado una foto de ambos, con ella mirándolo con una expresión de pura adoración, con las manos en las mejillas.

El pie de foto decía: "¡Mi mentor es el mejor! ¡Tan inteligente y paciente!".

Los comentarios estaban llenos de corazones y emojis de envidia.

Ver esas imágenes fue como recibir un golpe en el estómago, la sonrisa de Alejandro, su falta de objeción, su proximidad con ella... todo confirmaba mis peores miedos.

Sentí el cuerpo helado, la rabia y el dolor luchaban dentro de mí.

Con una calma que me sorprendió a mí misma, guardé todas las pruebas en mi teléfono.

No iba a hacer una escena, no iba a llamarlo para gritarle, no valía la pena gastar mi energía en una persona como Valeria.

Deshice mi maleta, tomé mis cosas y regresé sola a la universidad.

Alejandro no me llamó en todo el día, ni en toda la noche, no hubo una disculpa, ni una explicación, solo un silencio ensordecedor que lo decía todo.

                         

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