La Casa De Los Silencios
img img La Casa De Los Silencios img Capítulo 5 5
5
Capítulo 6 6 img
Capítulo 7 7 img
Capítulo 8 8 img
Capítulo 9 9 img
Capítulo 10 10 img
Capítulo 11 11 img
Capítulo 12 12 img
Capítulo 13 13 img
Capítulo 14 14 img
Capítulo 15 15 img
Capítulo 16 16 img
Capítulo 17 17 img
Capítulo 18 18 img
Capítulo 19 19 img
Capítulo 20 20 img
Capítulo 21 21 img
Capítulo 22 22 img
Capítulo 23 23 img
Capítulo 24 24 img
Capítulo 25 25 img
Capítulo 26 26 img
Capítulo 27 27 img
Capítulo 28 28 img
Capítulo 29 29 img
Capítulo 30 30 img
Capítulo 31 31 img
Capítulo 32 32 img
Capítulo 33 33 img
Capítulo 34 34 img
Capítulo 35 35 img
Capítulo 36 36 img
Capítulo 37 37 img
Capítulo 38 38 img
Capítulo 39 39 img
Capítulo 40 40 img
Capítulo 41 41 img
Capítulo 42 42 img
Capítulo 43 43 img
Capítulo 44 44 img
Capítulo 45 45 img
Capítulo 46 46 img
Capítulo 47 47 img
Capítulo 48 48 img
Capítulo 49 49 img
Capítulo 50 50 img
Capítulo 51 51 img
Capítulo 52 52 img
Capítulo 53 53 img
Capítulo 54 54 img
Capítulo 55 55 img
Capítulo 56 56 img
Capítulo 57 57 img
Capítulo 58 58 img
Capítulo 59 59 img
Capítulo 60 60 img
Capítulo 61 61 img
Capítulo 62 62 img
Capítulo 63 63 img
Capítulo 64 64 img
Capítulo 65 65 img
Capítulo 66 66 img
Capítulo 67 67 img
Capítulo 68 68 img
Capítulo 69 69 img
Capítulo 70 70 img
Capítulo 71 71 img
Capítulo 72 72 img
Capítulo 73 73 img
Capítulo 74 74 img
Capítulo 75 75 img
Capítulo 76 76 img
Capítulo 77 77 img
Capítulo 78 78 img
Capítulo 79 79 img
Capítulo 80 80 img
Capítulo 81 81 img
Capítulo 82 82 img
Capítulo 83 Epílogo img
img
  /  1
img

Capítulo 5 5

La mañana siguiente amaneció empapada. La lluvia había caído sin tregua durante la noche, y ahora reposaba sobre el pueblo como una niebla densa, saturando el aire de humedad y el aroma a tierra mojada.

Eleanor se despertó temprano, aunque apenas había dormido. Pasó horas reviviendo la silueta que juraba haber visto afuera de la casa. Se repetía que podía haber sido un reflejo, o la sombra de los árboles... pero una parte más profunda -instintiva- se negaba a creerlo.

Preparó café. Intentó distraerse leyendo las antiguas anotaciones de su tía: fragmentos de pensamientos, frases sueltas en cuadernos repartidos por la casa. Había muchas menciones al "peso de la memoria" y a la "voz de los lugares". Un pasaje la hizo detenerse:

"Algunas casas guardan más que recuerdos. Protegen, acusan, esconden. A veces, revelan. Pero siempre, siempre cobran."

Fue interrumpida por un ruido seco que llegó desde el porche.

Un crujido. Como algo partiéndose.

Asustada, Eleanor se calzó las botas rápidamente y salió a investigar. Al bajar los escalones del porche, lo vio: una de las tablas de la cerca lateral estaba rota, caída hacia el interior del jardín. Al lado, marcas recientes en el suelo encharcado. Como si alguien - o algo - hubiera pasado por allí poco antes.

Siguió el rastro con el corazón acelerado, pero antes de que pudiera acercarse al límite del terreno, escuchó una voz.

- ¿Está siguiendo fantasmas o tratando de espantarlos?

Se giró bruscamente.

Allí, junto al portón oxidado, estaba él.

Theo Ravenscroft.

Llevaba un abrigo negro, húmedo en los hombros, y unos gruesos guantes en las manos. Sus ojos eran de un gris cortante, como el cielo de enero.

- ¿Qué está haciendo aquí? - preguntó ella, con más dureza de la que pretendía.

- La cerca de mi terreno linda con el suyo. Vi el daño y vine a comprobar. -Hizo un gesto vago hacia el costado.- Pero parece que no soy el único que anda por aquí.

Eleanor respiró hondo.

- Usted vive... cerca del lago, ¿verdad?

Theo asintió.

- Por lo visto, me reconoció.

- Alguien mencionó su nombre ayer en el pub.

Él arqueó una ceja.

- Imagino que con entusiasmo.

- No. Con miedo.

Silencio. Un silencio que se alargó, denso como la niebla.

Entonces él dio dos pasos hacia ella - no amenazantes, pero firmes.

- ¿Y usted? ¿Me tiene miedo, señorita Hartwood?

Su nombre sonó extraño en sus labios. Casi formal. Casi una provocación.

- Todavía no lo he decidido - respondió, alzando la barbilla.

Theo sonrió. Una sonrisa pequeña, casi imperceptible, pero que no era de humor. Era de quien reconoce el juego y acepta jugarlo.

- Bien. Le sugiero que decida antes de aceptar ayuda. - Señaló la cerca caída.- Puedo arreglar esto por usted. Tengo herramientas en casa.

Eleanor vaciló. Él se dio cuenta.

- No necesita invitarme a entrar. Ni ofrecerme té. Solo pensé que sería mejor que dejarlo abierto... expuesto.

Ella se mordió el labio inferior, indecisa.

- Gracias. Si de verdad pudiera...

- Por la tarde. Volveré cuando pare la lluvia.

Y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y caminó hacia el sendero que llevaba al lago, pasos firmes, las manos en los bolsillos.

Eleanor se quedó allí, observando hasta que desapareció entre los árboles.

Sintió una mezcla de alivio e inquietud.

Había algo en Theo que no era exactamente peligroso - pero tampoco era seguro. Una tensión latente, como una rama a punto de quebrarse.

Volvió adentro y cerró la puerta con cuidado. Se sentó a la mesa, mirando la taza de café frío.

La visita inesperada. La cerca rota. Su mirada - tan directa como incómoda.

Tal vez empezaba a comprender lo que su tía quería decir en los cuadernos.

La casa guardaba secretos.

Pero no estaba sola en eso.

Theo Ravenscroft también guardaba los suyos. Y había algo en él que parecía... reflejar los silencios de la casa.

Quizá porque, en el fondo, él también estaba hecho de ellos.

                         

COPYRIGHT(©) 2022