Capítulo 8 Capítulo 8

Después de escuchar lo que dijo, Aimee no supo qué decir.

"Aimee, tómalo como un deseo de cumpleaños de mi parte. ¿Puedes venir a la fiesta mañana?"

Temerosa de que la rechazaran nuevamente, la señora Smith añadió: "Te he extrañado mucho".

Esas palabras hicieron imposible que Aimee encontrara otra excusa. Ella sólo pudo decir que sí.

"Está bien, señora Smith, vendré mañana".

Al escuchar las palabras de Aimee, Gillian sonrió aliviada. "Eso es genial, te estaré esperando".

Después de colgar el teléfono, Aimee se acostó en la cama, de cara al techo.

Respiró hondo y se sintió un poco avergonzada. Le había prometido a su madre que no iría, pero ahora le prometió a Gillian que estaría allí.

"¿Qué debería hacer ahora?" Pensó.

De todos modos, se acercaba el cumpleaños de la señora Smith y no había nada mejor que eso. Aimee decidió ir a la fiesta en secreto mañana. ¡Después de darle las bendiciones a la Sra. Smith, ella regresaría a casa inmediatamente!

Después de tomar la decisión, Aimee comenzó sus trabajos de preparación. Como tenía que escaparse, era imposible pedirle a Dana que la llevara allí.

La única solución era coger un taxi.

Aunque le quitaron la tarjeta bancaria a la anterior Aimee, todavía le quedaba algo de efectivo en su bolso.

No era mucho, pero sí suficiente para llegar en taxi.

Para no despertar sospechas en Dana, Aimee se levantó al día siguiente vestida con su ropa habitual de todos los días: una camiseta y pantalones cortos de mezclilla, con un moño en forma de manzana.

¡Así de simple, todavía se veía absolutamente adorable!

Como la fiesta se celebró por la noche, Aimee no tenía prisa.

Después del almuerzo, cuando Dana terminó su trabajo y regresó a su habitación para tomar una siesta, Aimee apagó su teléfono móvil y salió a hurtadillas con algo de dinero.

Al bajar las escaleras, corrió hacia la puerta del establecimiento.

Detuvo un taxi y le dijo al conductor que fuera a la villa de la familia Hall.

Era un hombre de mediana edad quien conducía el coche. Después de un rato, se dio cuenta de que Aimee estaba hablando de una villa donde vivían los ricos. Preguntó con curiosidad: "Oye, señorita, ¿qué estás haciendo allí?"

El hombre parecía bastante agradable, así que Aimee empezó a charlar con él.

"Voy a la fiesta de cumpleaños de una tía".

"¡Veo!" El hombre asintió y miró las manos vacías de Aimee. "¿Vas a asistir a la fiesta de cumpleaños sin regalo?"

Después de que él se lo recordara, Aimee recordó que aunque su madre ya le había enviado un regalo a la Sra. Smith, ¡todavía no podía ir con las manos vacías!

Cuando Aimee estaba preocupada, vio un hermoso jardín a lo lejos. Sin embargo, estaba rodeado por vallas huecas grabadas.

Una idea le vino a la mente. Le pidió al conductor que se detuviera y le dijo que esperara un rato. Al bajarse del coche, corrió hacia el jardín.

Esas vallas huecas no pudieron detener a Aimee en absoluto.

Trepando las vallas, ¡Aimee inmediatamente comenzó a recoger las flores!

Para ahorrar algo de tiempo, Aimee recogió claveles y algunas otras flores también sin espinas. Después de un tiempo, consiguió un gran ramo de flores.

Cuando estaba a punto de darse la vuelta, de repente, se escuchó un ruido detrás de ella.

Aimee miró hacia atrás y vio una Alaska grande y madura que sacaba su lengua roja y corría hacia ella con la cola en alto.

Aimee se sorprendió e inmediatamente se escapó con las flores en sus brazos. Pero ¿cómo podría dejar atrás a un perro?

Cuando el perro estaba a punto de alcanzarla, se escuchó un silbido proveniente de una villa detrás del jardín.

Al escuchar esto, el perro inmediatamente dejó de perseguir a Aimee y se volvió.

Al ver que el perro dejó de perseguirla, Aimee respiró aliviada.

Regresó al taxi.

Sin embargo, ella no sabía que un hombre que estaba parado junto a la ventana en el segundo piso de la villa lo vio todo...