La receta amor: la pueblerina es una doctora extraordinaria
img img La receta amor: la pueblerina es una doctora extraordinaria img Capítulo 2 La falsedad de Kaia
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Capítulo 6 No me rechaces img
Capítulo 7 ¿Qué estaba planeando img
Capítulo 8 Ella dijo la verdad img
Capítulo 9 Una alianza inesperada img
Capítulo 10 Realmente tienes un gran corazón img
Capítulo 11 Una mujer digna de Isaac img
Capítulo 12 Muéstrale respeto img
Capítulo 13 Joven modelo a seguir img
Capítulo 14 Un poco de calor img
Capítulo 15 Un plan frustrado img
Capítulo 16 Déjame en paz img
Capítulo 17 Hermosa pero inalcanzable img
Capítulo 18 Cuñada ideal vs. doctora de medicina tradicional img
Capítulo 19 Una cercanía imprevista img
Capítulo 20 ¿Por qué confías tanto en ella img
Capítulo 21 Vine a recoger a la señorita Verena Willis img
Capítulo 22 Ahórrame el numerito img
Capítulo 23 Isaac es mi prometido img
Capítulo 24 Seré yo quien le ponga fin img
Capítulo 25 Tenía que conservar su amor img
Capítulo 26 Quiero conocer a Verena img
Capítulo 27 Las grabaciones de las cámaras de seguridad img
Capítulo 28 Él es el afortunado por casarse conmigo img
Capítulo 29 Mentiroso img
Capítulo 30 Mi prometido se avergüenza con facilidad img
Capítulo 31 Verena lo besó img
Capítulo 32 ¿Conoces a la doctora Willis img
Capítulo 33 ¿Y si compito contigo img
Capítulo 34 Bobby confrontó a Verena . img
Capítulo 35 ¿Por qué no darle una oportunidad img
Capítulo 36 ¿Desde cuándo te importo img
Capítulo 37 Un marido reportándose con su esposa img
Capítulo 38 No llores img
Capítulo 39 Parece que lo disfrutas img
Capítulo 40 ¿Con quién estás img
Capítulo 41 Tú eres al que elegí img
Capítulo 42 El precio de un insulto img
Capítulo 43 Rompiendo lazos img
Capítulo 44 No tardará en volver arrastrándose img
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Capítulo 2 La falsedad de Kaia

Alec se detuvo cuando recordó algo: una conversación de años atrás con su madre, en la que esta le mencionó que Verena nunca había presentado un examen de admisión a la universidad.

Eso hizo que soltara un largo y cansado suspiro y comentara: "Te iría mucho mejor si fueras más como tu hermana".

La joven no se dignó a responder, pues el comentario era tan absurdo que casi le resultaba cómico. Sus padres recordaban hasta el mínimo detalle de Kaia, pero cuando se trataba de algo tan importante como la educación de su otra hija, ni siquiera se tomaron la molestia de preguntar, y simplemente asumieron que no estaba a la altura.

...

Para Verena, la casa de los Willis se sentía como un territorio desconocido. Le parecía extraño pensar en ese lugar como su hogar, especialmente porque era la primera vez que ponía un pie allí.

Laura la guio por el pasillo hasta una habitación. Le ofreció una sonrisa tranquilizadora y con un dejo de falsa preocupación, le dijo: "Si hay algo que no te guste, solo dímelo, ¿de acuerdo?".

"Gracias, mamá", respondió la chica, tranquilamente.

"Querida, no tienes que ser tan formal. Soy tu madre", respondió Laura.

Sin embargo, no se fue, sino que se quedó en el umbral, así que su hija le preguntó: "¿Necesitas algo más?".

Laura y Alec habían luchado con uñas y dientes durante años para ascender socialmente, aprovechando su gran oportunidad cuando se les presentó. Aun así, eran recién llegados, y muchas personas de la élite los consideraban nuevos ricos. En contraste, los Bennett eran una dinastía: adinerados, bien conectados y con un prestigio profundamente arraigado.

Por eso, cuando ellos les sugirieron una alianza matrimonial, Laura ni siquiera consideró rechazarla. Ya se imaginaba los beneficios y todas las puertas que se le abrirían. Sin embargo, Isaac sufrió un accidente que lo dejó con una discapacidad permanente, y ella no podía concebir la idea de entregar a su preciosa hija menor a un lisiado. Fue entonces cuando decidió traer de vuelta a su primogénita.

Por un instante, al observar la mirada serena e imperturbable de Verena, Laura sintió una punzada de culpa. No había estado presente durante su crianza y no existía un verdadero lazo entre ellas. Y aunque su culpa era genuina, su desapego era más fuerte.

Sin embargo, se convenció de que esa era una oportunidad para Verena. Desde su perspectiva, el que su hija, criada en un pueblucho, mala para la escuela y que había terminado como doctora en una clínica rural en Trisas, se casara con alguien de la familia Bennett solo podía reportarle beneficios. Discapacitado o no, Isaac representaba riqueza, comodidad y seguridad.

"Hija, de momento necesitas descansar. Esta noche quiero que conozcas a alguien. Yo misma te llevaré".

Aunque Laura no le dijo de quién se trataba, Verena no necesitó preguntar. Sabía que hablaba de Isaac. Además, ya había leído en internet sobre el accidente.

La idea le causaba ganas de reírse con amargura y sacudir la cabeza al mismo tiempo. Se dijo que había sido una tontería haber esperado algo distinto de sus padres. No obstante, los hijos que crecen en un segundo plano, como ella, aprenden a vivir con una mezcla de amargura y resignación.

"De acuerdo", contestó la joven, asintiendo levemente, aunque su aceptación no tenía nada que ver con Laura.

Había ido a Shoildon con un único propósito en mente: ver a Isaac. Se preguntaba en qué estado se encontraría ahora.

"Bien. Entonces descansa. Te dejaré sola", respondió Laura, esbozando una leve sonrisa al no encontrar resistencia en su interlocutora. Justo cuando estaba por irse, se volvió hacia Verena y le dijo: "Cuando lo veas esta noche, si te pregunta por tus estudios, dile que cursaste la maestría en la Facultad de Medicina de Acorith. No te preocupes de que descubran la verdad, que yo me encargaré de todo".

Cuando su madre se fue, cerrando la puerta tras de sí, Verena se acostó en la cama. Al levantar la mano derecha, notó un leve temblor en sus dedos.

Habían pasado seis días desde que no pudo salvar a Shawna en el quirófano. El bisturí se le había resbalado y, desde entonces, la mano no había dejado de temblarle. Para una cirujana, un temblor así era el camino más seguro hacia la ruina.

Su mente iba a mil por hora, pero eventualmente el sueño la venció y terminó atrapada en una pesadilla inquietante.

En otra habitación, Kaia estaba sentada en un sillón. La pantalla de su celular se iluminaba con los mensajes de un chat grupal. Todos querían saber lo mismo: si su hermana era hermosa.

Esa pregunta le agrió el humor. Decir que Verena era bonita era quedarse corto. Incluso con ropa sencilla, poseía una belleza que atraía todas las miradas. Su cutis era terso y sin una sola imperfección; de hecho, su piel se veía tan bien cuidada que nadie pensaría que se había pasado años viviendo en un pueblucho. Y lo peor de todo era que Kaia se sentía como una chica dulce e inofensiva a su lado, pero sin verdadero encanto.

Como las preguntas no cesaban, la chica finalmente contestó: "Es normal. No es fea".

Sabía que esa era una mentira descarada, pero las palabras salieron de ella por instinto.

A esas alturas, en todo Shoildon ya corrían los rumores sobre el próximo matrimonio entre Verena e Isaac

Los jóvenes ricos de la ciudad sentían curiosidad por la mujer con la que Isaac, alguna vez un hombre con un futuro prometedor, estaba a punto de casarse. Por eso, al leer la tibia respuesta de Kaia, el chat grupal se quedó en silencio.

Cuando se decía que una mujer no era fea... en realidad se insinuaba que sí lo era. Y mucho. Eso hizo que sintieran mucha pena por Isaac.

Entre quienes leyeron ese mensaje se encontraba Bobby Bennett, el hermano menor del implicado. Por eso, soltó una grosería, antes de dirigirse a su madre, Danica.

"Mamá, entiendo que mi hermano no volverá a caminar..., ¿pero por eso tienes que casarlo con una pueblerina? Además, Kaia dice que su hermana ni siquiera es bonita".

Ese comentario causó un dolor sordo en Danica. Como cualquier madre, quería que su hijo tuviera una pareja digna, pero la condición de Isaac no solo se limitaba a no poder mover sus piernas. Su virilidad había quedado dañada permanentemente. Y ella, como matriarca de los Bennett, no podía permitir que los rumores sobre su familia se salieran de control. Por eso, el mejor camino era emparejarlo con una novia que no representara ninguna amenaza: Verena, la primogénita de los Willis, era la mejor opción.

"Esa es mi decisión y no está a discusión", sentenció ella, escondiendo sus emociones bajo un tono gélido.

Bobby tensó la mandíbula por la ira.

Por su parte, la impasible Danica se dio la vuelta y comenzó a subir las escaleras, sin mostrar el menor interés en tranquilizar a su hijo. Acababa de recibir un mensaje de Laura, quien le pedía organizar un encuentro entre Verena e Isaac esa misma noche, así que entró en la habitación de su primogénito.

El lugar estaba en penumbras, por lo que caminó directamente hacia la ventana para abrir las cortinas de un tirón. La luz diurna e implacable inundó la estancia, desterrando la oscuridad.

Isaac estaba recostado en la cama. Tenía los ojos ensombrecidos, pero abiertos, y su rostro conservaba sus rasgos definidos.

Como sabía que estaba despierto, Danica le dijo sin rodeos: "Esta noche conocerás a una joven. Y te casarás con ella".

"Si ese es el plan, ¿para qué perder el tiempo en formalidades? Basta con registrar el matrimonio y listo", respondió Isaac, en tono plano.

Una mezcla de compasión y silenciosa indignación se agitó en el pecho de Danica. Nadie fuera de la familia sabía que el accidente no solo había dejado a su hijo paralítico, también había acabado con la vida de su esposo. Sin embargo, con su heredero en ese estado, no se atrevía a anunciar la muerte de su cónyuge, pues eso afectaría la estabilidad de la empresa.

"No discutas conmigo. Que la conozcas primero es una simple cortesía".

Cuando Danica salió de la habitación, las sombras parecieron cernirse de nuevo sobre Isaac. El dolor y el autodesprecio nublaban la mirada del hombre. En su mente, la muerte de su padre era una carga que llevaría para siempre.

Al atardecer, Verena se despertó pues alguien llamó suavemente a su puerta. Instantes después, esta se abrió y apareció Kaia.

Con un tono que oscilaba entre la alegría forzada y una condescendencia apenas velada, esta última dijo: "Te vas a casar con un miembro de los Bennett. Felicidades. Esa es la familia más importante de Shoildon".

Los años de estudio en el extranjero habían agudizado los instintos de Verena, así que vio claramente la falsedad de su hermana. De hecho, le bastó una sola mirada para saber que la despreciaba.

Verena siguió doblando el edredón en silencio, mientras esperaba pacientemente a que Kaia soltara lo que tenía que decir.

            
            

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