Capítulo 4 Una joya inesperada

De regreso a la universidad, Kelsey sintió que su teléfono vibraba en el bolsillo.

Lo sacó y vio un mensaje del gerente de Devotion Jewels. "Señorita Lawson, la joya que diseñó está lista. Ya fue terminada en nuestra fábrica y enviada al estudio. ¿Prefiere venir a recogerla o desea que se la enviemos?".

¿Una joya?

Kelsey recordó entonces que, efectivamente, había diseñado una pieza y encargado su fabricación a Devotion Jewels.

Su intención original era dársela a Louise como regalo de cumpleaños el próximo mes, pero ahora había cambiado de opinión.

Respondió sin dudarlo: "Pónganla a la venta".

"Entendido, señorita Lawson", fue la respuesta inmediata.

Justo cuando Kelsey iba a guardar el teléfono, este volvió a sonar.

Era su mejor amiga, Abby Yates.

Contestó la llamada.

Antes de que pudiera decir una palabra, la voz dulce y apremiante de Abby resonó en el auricular.

"¡Mi querida Kelsey, estoy en un aprieto terrible! Me machuqué la mano con una puerta y no puedo tocar el piano por ahora. Al equipo le está costando un mundo encontrar un reemplazo. ¿Crees que podrías cubrirme?".

"Claro", respondió Kelsey sin dudar.

Para ella, tocar el piano no era ninguna dificultad.

"¡Ay, Kelsey, eres mi salvadora! ¡Te adoro! ¡Te mando un beso enorme!". La voz de Abby, llena de emoción, terminó con el sonido de un beso lanzado al aire.

Kelsey sonrió con cariño y respondió: "Nos vemos en un rato".

El rodaje tenía lugar en el Hospital Eleslens.

Apenas llegó, Abby la recibió con un cálido abrazo.

"¡Cuánto tiempo sin verte, Kelsey!".

"Lo mismo digo, Abby".

La amistad entre Kelsey y Abby había surgido poco después del regreso de la primera a Eleslens.

En aquel entonces, Abby se había metido en una pelea con unos buscapleitos y Kelsey la había defendido.

La conexión fue instantánea y desde entonces forjaron una sólida amistad.

Ahora, como actriz itinerante, Abby rara vez permanecía mucho tiempo en un mismo lugar. Para poder verla, Kelsey prácticamente tenía que pedirle una cita.

El reciente regreso de Abby a Eleslens era una oportunidad única, por lo que había planeado invitar a Kelsey a cenar, pero una emergencia inesperada trastocó sus planes y la obligó a pedirle este favor.

Abby la observó con preocupación. "Amiga, ¿estás más delgada?".

Kelsey no sentía haber perdido peso; siempre había sido de complexión delgada.

Supuso que, al llevar tanto tiempo sin verse, el comentario de su amiga era más un gesto de cortesía que una preocupación real, así que desvió la conversación con una sonrisa. "¿No deberíamos ir a prepararnos para el rodaje? Vamos". Además, hablar de su físico podría sonar presuntuoso, sobre todo al lado de una actriz como Abby.

"Tendrás que usar mi vestuario para la escena", le informó Abby mientras caminaban hacia el set.

"De acuerdo", respondió Kelsey, atenta a sus indicaciones.

El piano ocupaba un lugar central en el amplio vestíbulo del hospital.

La escena que iban a grabar era sobre una joven adinerada que le daba una serenata a su novio, enfermo de cáncer. A través de la música, le proponía matrimonio.

Kelsey se quitó la camiseta y los jeans que llevaba y se puso el vestido blanco de Abby. La estilista le hizo el mismo peinado que a su amiga.

Al salir del camerino, parecía la viva imagen de una joven rica y elegante.

Se sentó con elegancia frente al piano negro y posó sus delicados dedos sobre las teclas, sumergiéndose en las emociones del personaje.

Cuando comenzó el rodaje, sus dedos se deslizaron sobre el teclado, tejiendo una tierna melodía de amor que llenó el silencioso vestíbulo.

La música flotó por todo el hospital, atrayendo las miradas curiosas de quienes se asomaban desde los pisos superiores y deteniendo los pasos de quienes pasaban por la planta baja para escuchar.

Julien también estaba allí, bajando las escaleras para pagar las facturas del hospital de Eileen Holt.

Al ver a Kelsey, vestida de blanco y tocando el piano con tanta elegancia, se quedó atónito. Su postura era impecable, su cuello, grácil. Mientras sus dedos danzaban sobre las teclas, parecía una auténtica princesa.

En los tres meses que llevaban juntos, Julien se dio cuenta de que apenas la conocía.

Sabía que tenía veinte años, que cursaba el tercer año en la Universidad de Eleslens y que sus padres vivían.

Fuera de eso, su vida era un completo misterio para él, y nunca se había molestado en indagar más.

Su encuentro inicial había sido un impulso, un capricho de una noche que, inesperadamente, se convirtió en una relación más prolongada.

Para los demás, Kelsey era su novia, pero para él, era más una compañía conveniente que una pareja en el sentido romántico.

Tenía el título de novia, pero los privilegios que normalmente acompañaban ese rol eran escasos.

Julien no la trataba mal.

De hecho, era generoso con los regalos y la colmaba de artículos de lujo.

Mientras ella no lo irritara ni tuviera caprichos, él estaba más que dispuesto a consentirla.

Había estado con muchas mujeres, pero ninguna relación le había durado tanto como la que tenía con Kelsey.

Quizás era su belleza, su docilidad o su nulo interés por los dramas lo que había mantenido su atención por tanto tiempo.

Hasta ese momento, Julien había catalogado a Kelsey como una simple estudiante universitaria, sin nada que destacar más allá de su atractivo físico.

Bajo la suave iluminación, la joven al piano brillaba con el resplandor de una perla. Ese nuevo brillo en Kelsey despertó algo en Julien: la emoción de un cazador que divisa a su presa.

Su docilidad, que hasta ahora le había parecido monótona, de repente se antojaba un velo que ocultaba algo más.

Ahora, Julien se planteó la posibilidad de haberla juzgado mal.

Quizás no era aburrida por naturaleza, sino que simplemente no había tenido la oportunidad de mostrar sus facetas más interesantes.

Al terminar la toma, Abby se acercó a Kelsey, con el rostro iluminado por la gratitud. "¡Amiga, estuviste increíble! De verdad que me salvaste. Si no fuera por ti, estaría en serios problemas. Todavía me quedan algunas escenas por grabar. ¿Por qué no te quedas por aquí? Te invito a cenar cuando terminemos".

Kelsey estaba a punto de negarse, pero Abby ya se había marchado a toda prisa para atender el llamado del director.

Sin muchas opciones, decidió quedarse a observar el rodaje.

Mientras observaba distraídamente, con la barbilla apoyada en la mano, una figura apareció de repente ante ella.

Kelsey parpadeó, levantó la vista y se sorprendió al ver a Julien de pie frente a ella.

Antes de que pudiera reaccionar, él la tomó del brazo, la sacó del vestíbulo y la condujo a un baño de hombres en remodelación en el primer piso.

Aún sorprendida, Kelsey se vio dentro de un cubículo antes de poder procesar el giro de los acontecimientos.

De inmediato, Julien la sujetó y la besó con una pasión casi feroz.

Fue tan intenso que a ella le costó encontrar fuerzas para resistirse.

En el estrecho espacio, el sonido de sus besos era lo único que se oía.

Julien nunca la había besado con tanto fervor.

Kelsey podía sentir en él una excitación inusual, como si estuviera bajo el efecto de un potente estimulante.

Sus manos recorrían su cuerpo con una avidez que no le conocía.

Cuando Julien finalmente la soltó, Kelsey tenía los labios hinchados por la intensidad del beso.

Él le sostuvo el rostro con delicadeza y apoyó su frente contra la de ella. Su pecho subía y bajaba con agitación, su respiración entrecortada. "No tenía idea de que supieras tocar el piano. Eres toda una joya inesperada, ¿no es así?".