Habían pasado semanas desde que comenzaron a hablar. En ese tiempo, Marina había aprendido mucho sobre él: su amor por la literatura, su visión del cine, sus intereses en la fotografía y, sobre todo, cómo su pasión por las historias le daba una perspectiva única sobre la vida. Cada conversación había sido como una pequeña exploración de las ideas y las emociones que compartían, y cada vez se sentía más conectada con él. Había algo en la forma en que Antoine entendía el mundo que la hacía sentir especial, como si no estuviera sola en sus pensamientos, como si realmente la comprendiera.
Y, sin embargo, la propuesta de Antoine la había dejado perpleja. No porque no le interesara conocerlo en persona, sino porque la idea de una cita a ciegas en París parecía... irreal. París. La ciudad del amor. Una ciudad que había visitado solo una vez en su vida, pero que siempre había estado en su lista de lugares por explorar más a fondo. El solo hecho de pensar en ella le provocaba una mezcla de emoción y temor, una sensación de ser lanzada a lo desconocido. ¿Cómo podía alguien que solo conocía a través de la pantalla proponer algo tan audaz? Y lo más desconcertante era que, en el fondo, una pequeña parte de ella deseaba aceptarlo. Algo dentro de ella sentía que esta podría ser la aventura que necesitaba.
Con un suspiro, Marina dejó su teléfono sobre la mesa y se levantó para caminar por su sala. Había algo en la propuesta que la había dejado pensativa, algo que la hacía cuestionar sus propios límites. ¿Estaba lista para dar ese paso? ¿Estaba lista para conocer a Antoine en persona? Después de todo, él había sido tan honesto, tan abierto con ella. Pero, ¿y ella? ¿Podría confiar lo suficiente en él para hacer algo tan impulsivo como una cita a ciegas en París?
Decidió responder, pero su dedo se detuvo en el teclado. No sabía qué decir exactamente. De un lado, Antoine había mostrado ser una persona increíblemente interesante, y la idea de conocerlo en un lugar tan mágico como París le parecía tentadora. Pero, por otro lado, la lógica y la prudencia entraban en juego. Después de todo, no lo conocía en persona. ¿Cómo podía estar segura de que sería una experiencia positiva? No era tan fácil confiar en alguien, incluso si esa persona parecía tan confiable a través de las palabras.
Finalmente, sus dedos comenzaron a moverse por la pantalla de su teléfono.
Marina:
"Vaya, Antoine, no me esperaba algo así. París... suena increíble, pero me da un poco de miedo ser tan impulsiva. Nunca he hecho algo tan... arriesgado. ¿Una cita a ciegas en París? Es casi como un sueño, pero también algo que siento que no podría hacer tan fácilmente. Aún así, hay algo que me atrae de la idea. No sé qué pensar."
Con un suspiro, Marina presionó el botón de "enviar" y dejó el teléfono a un lado. Sus manos temblaban un poco. Había sido honesta, al menos en cuanto a lo que sentía. El miedo estaba allí, pero también había una chispa de emoción. No quería dejar pasar la oportunidad de vivir algo nuevo, algo diferente. ¿Por qué no darle una oportunidad a esa pequeña aventura?
Casi enseguida, el teléfono vibró. Antoine había respondido.
Mensaje de Antoine:
"Lo entiendo completamente, Marina. Puede sonar un poco loco, pero te prometo que no quiero que te sientas presionada. Solo pensé que sería una manera interesante de conocernos en un lugar tan único como París. No tiene que ser una cita formal, ni mucho menos. Solo dos personas que se conocen mejor, en un ambiente distinto. Pero, claro, si no te sientes cómoda, no hay ningún problema. La invitación sigue en pie, pero no quiero que sientas que hay alguna obligación. Lo que importa es que te sientas tranquila."
Marina se quedó mirando el mensaje por un largo momento, sintiendo una mezcla de alivio y más dudas. Antoine había sido tan considerado, tan respetuoso con sus sentimientos. La forma en que había planteado la invitación la hizo sentirse menos presionada, menos como si estuviera a punto de embarcarse en una aventura impredecible. Pero aún así, la incertidumbre seguía allí, como un peso en su pecho. Había algo en la idea de París que la fascinaba, pero al mismo tiempo, la sensación de ser vulnerable, de exponerse a algo tan desconocido, la asustaba.
A lo largo de los días siguientes, Marina se debatió entre sus ganas de vivir la experiencia y su necesidad de seguridad. A veces se veía a sí misma imaginando lo que sería estar en París, caminando por sus calles empedradas junto a Antoine, tomando café en una terraza mientras hablaban sobre sus vidas. Otras veces, se encontraba paralizada por el miedo a lo desconocido, la ansiedad de dar un paso tan grande. ¿Y si no resultaba como esperaba? ¿Y si, en lugar de una conexión profunda, todo se desmoronaba?
Al día siguiente, volvió a abrir la aplicación de Épicé, decidida a dar una respuesta definitiva. Quería ser honesta consigo misma, y eso significaba también serlo con Antoine. Así que, con la respiración entrecortada, escribió.
Marina:
"Sabes, he estado pensando mucho en lo que me propusiste. Y aunque la idea de ir a París suena increíble, también me hace sentir un poco insegura. Creo que no es el momento perfecto para lanzarme a algo tan grande. Pero me gustaría seguir conociéndote más, si te parece bien. Quizás un día, en el futuro, podamos hacer algo así, pero por ahora, prefiero tomármelo con calma. Eso no significa que no me interese conocer más sobre ti, solo que me gustaría avanzar de una manera más gradual."
Con un leve suspiro de alivio, envió el mensaje y luego se quedó mirando la pantalla, esperando una respuesta. Sabía que había sido honesta con él, pero aún temía que Antoine se sintiera decepcionado. Había algo en él que la había hecho dudar de sí misma, de sus propios límites. Pero también sabía que no quería apresurarse a algo que no estaba lista para enfrentar.
Al poco rato, la respuesta llegó.
Mensaje de Antoine:
"Entiendo completamente, Marina. No hay presión. La última cosa que quiero es que te sientas incómoda. París es solo una idea, una forma de explorar algo nuevo, pero lo más importante para mí es que nos sigamos conociendo, sin presiones. Podemos tomar las cosas con calma. Lo que importa es la conexión, y eso no necesita ser apresurado. Gracias por ser tan honesta conmigo."
Marina sonrió, aliviada. Antoine había entendido perfectamente. No solo había respetado su decisión, sino que también le había dado el espacio para seguir explorando su relación a su propio ritmo. Esa respuesta fue todo lo que necesitaba para sentir que había tomado la decisión correcta. Aunque la idea de París seguía siendo tentadora, sabía que había tiempo para todo. Y, por ahora, lo importante era construir algo real, paso a paso.
Se recostó en su sillón, dejando escapar un suspiro de alivio. La invitación a París había sido un paso importante, un giro inesperado en la relación que compartían. Pero, al final, lo que realmente le importaba a Marina era el proceso de conocerse, de descubrir quiénes eran realmente el uno para el otro, sin prisas, sin expectativas exageradas.
Y en ese momento, Marina se dio cuenta de que, tal vez, eso era lo más emocionante de todo: la posibilidad de seguir explorando, sin saber exactamente qué les deparaba el futuro, pero sabiendo que cada conversación los acercaba más.