El Regreso Gélido del Amante Mancillado
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Capítulo 2

POV de Anya:

El celular yacía destrozado en el pavimento, un final apropiado para la falsa realidad que una vez había transmitido. No lo recogí. No había vuelta atrás.

Mi cuerpo se movía en piloto automático, llevándome por las calles desconocidas fuera de Bellas Artes. El mundo académico, que alguna vez fue un santuario, ahora se sentía como otro escenario para su crueldad teatral.

Apreté el rollo del diploma secreto del Conservatorio en mi mano, mientras la otra iba instintivamente a mi estómago. Un gesto protector. Mi mente estaba en un torbellino.

Necesitaba procesarlo. Cada detalle cruel.

La forma en que Camila me había mirado en clase hoy, sus ojos brillando con una emoción casi conspiradora. Ella lo sabía. Tenía que saberlo.

Mi "amiga más cercana". Otra mentira, otra traición amontonada sobre la pila monumental.

Encontré una banca tranquila en el Parque México, el metal frío en marcado contraste con el ardor en mi pecho. Me dejé caer en ella, llevando mis rodillas al pecho.

Un recuerdo brilló: Damián, abrazándome fuerte después del rescate del cártel, su voz áspera por la emoción: "Eres mía, Anya. Siempre. Estamos unidos".

Unidos por un matrimonio secreto e inquebrantable, había dicho. Un vínculo que aparentemente consideraba fácil de romper.

Recordé la ceremonia silenciosa que habíamos compartido hace años, solo nosotros, un voto sagrado susurrado bajo la luz de la luna. Sin papeles oficiales, solo su palabra. Y mi fe absoluta.

Qué ingenua había sido. Qué completamente tonta.

Mi cabeza palpitaba. El dolor en mi costado, de antes, volvió a estallar. Era un latido sordo, un recordatorio constante de las heridas físicas y emocionales que llevaba.

Cerré los ojos, tratando de bloquear la imagen de él besando a Camila. Estaba grabada a fuego detrás de mis párpados.

Pensé en todos los sacrificios. Mi vida por él. Mis sueños en pausa.

Mi talento para el piano clásico, cultivado en secreto, una pasión oculta. Él lo había alentado, pero siempre en las sombras. "Demasiado peligroso que te conozcan, mi amor", había dicho.

Mi graduación. Mi momento de triunfo silencioso. Reducido a esto.

Sentí que una rabia fría crecía. No la ira impulsiva y ardiente de mi juventud, sino una furia profunda y helada que se instaló en mis huesos.

No era un peón. No era un juguete.

Él veía a Camila como una versión "pura" de mí, antes de que yo fuera "manchada". Las palabras resonaban en mi cabeza, un susurro venenoso.

¿Manchada? ¿Por salvarle la vida? ¿Por soportar lo que soporté por él?

La injusticia de todo era sofocante.

De repente sentí una profunda necesidad de contactar a mi familia. La familia que había perdido, la familia que había estado buscando discretamente a lo largo de los años a través de una red de genealogía.

Era un plan desesperado y poco probable. Pero ahora, era mi única esperanza. Mi única salida.

Saqué mi celular de prepago de repuesto, el que él no conocía. Mis dedos temblaron mientras escribía. Un único y urgente mensaje al contacto de la red.

"Necesito ayuda. Ya. Tengo información".

La respuesta fue casi inmediata. "¿Ubicación?".

Envié mis coordenadas, luego apagué el celular, hundiéndolo profundamente en mi bolso.

Un pensamiento escalofriante me golpeó. ¿Sabía él de mi búsqueda? ¿Lo había permitido, sabiendo que me cortaría el paso cuando llegara el momento?

Ya no importaba. Lo que importaba era la supervivencia. Y el escape.

Tenía que salir, no solo de él, sino de la sombra de su traición.

Me levanté, apartando el dolor persistente en mi costado, el peso fantasma de sus mentiras.

Mi pasado con él era una hermosa jaula. Ahora, los barrotes estaban rotos.

Me reclamaría a mí misma. Mi identidad. Mi valor.

El aire frío de la noche se sentía vigorizante, una limpieza brutal. Me alejé del parque, mis pasos firmes, mi resolución solidificándose con cada zancada.

Dejé atrás el celular destrozado, las promesas rotas y el fantasma de un matrimonio secreto.

Mi nueva vida comenzaría esta noche.

            
            

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