Capítulo 3 No.3

La oficina de Ethan Kensington en el piso cuarenta y dos parecía una fortaleza de cristal y acero. El abogado Mr. Davis colocó una carpeta de cuero sobre el escritorio inmaculado con una calma exasperante.

-Aquí están los documentos finales, señor Kensington. Mi cliente solicita la disolución inmediata. Renuncia explícita a pensión compensatoria, bienes inmuebles y acciones.

Ethan miró al abogado con incredulidad. -¿Quién le paga, Davis? Usted es el abogado más caro de la ciudad. Iris no tiene ni para pagar el alquiler de un sótano. ¿Tiene un amante? ¿Es eso?

Davis mantuvo su expresión profesional. -Mis honorarios han sido cubiertos por un fideicomiso privado. La señora Sterling valora su libertad por encima de cualquier negociación.

La palabra libertad se clavó en el ego de Ethan. Firmó los papeles con trazos violentos. -Bien. Si quiere jugar a ser independiente, que lo sea. Dígale que cuando esté viviendo debajo de un puente, no venga a pedirme ayuda.

Cuando el abogado salió, Ethan presionó el intercomunicador. -Liam, averigua dónde está viviendo. Y bloquéale el acceso a cualquier cuenta conjunta residual. Quiero saber cada movimiento que haga.

Liam entró en la oficina más tarde, luciendo incómodo. -Señor, es extraño. No hay rastro de ella en los hoteles de la ciudad. Tampoco hay contratos de alquiler a su nombre. Es como si se hubiera evaporado.

-Nadie se evapora, Liam. Sigue buscando.

Mientras tanto, Iris caminaba hacia un concesionario de coches de segunda mano en las afueras. Necesitaba transporte, pero no podía permitirse llamar la atención. Nada de Ferraris ni coches deportivos que gritaran "mírame". Necesitaba algo fiable y anónimo.

-Quiero ese sedán negro -señaló un modelo común, de hace tres años, con el motor en buen estado-. Pago al contado.

El vendedor, un hombre con camisa sudada, sonrió al ver el fajo de billetes. -Buena elección, señorita. Papeles a nombre de...

-A nombre de "Blue Jay Logistics" -dijo Iris, entregándole los datos de una sociedad pantalla que había creado esa misma mañana.

Una hora después, conducía hacia el centro comercial de lujo. Necesitaba ropa adecuada para las reuniones que se avecinaban, no los trajes beige que Ethan aprobaba. Entró en una boutique de alta costura, moviéndose con una seguridad que antes ocultaba bajo capas de timidez fingida.

Al fondo de la tienda, escuchó una voz familiar.

-Mamá, mira este vestido. Es perfecto para la gala de caridad. Ethan va a babear.

Eran Scarlett y Evelyn. Iris se detuvo un momento tras un perchero de abrigos de piel. Llevaban bolsas de las tiendas más caras.

-Pobre Ethan -dijo Evelyn con su voz viperina-. Tener que lidiar con el divorcio de esa inútil. Dicen que se fue sin nada. Probablemente termine limpiando baños.

Scarlett rió. -Se lo merece por intentar robarme la vida. Oh, mira, ¿quién es esa mujer de allí?

Iris sabía que no podía esconderse eternamente. Se ajustó las gafas de sol oscuras y salió de detrás del perchero. Caminó con paso firme hacia la salida, pasando a escasos metros de ellas. Su postura era erguida, su aura fría.

-¿Iris? -susurró Scarlett, atónita, reconociendo vagamente la silueta.

Iris no se detuvo. Ni siquiera giró la cabeza. Las ignoró con la indiferencia absoluta con la que se ignora a un insecto en la pared. Esa falta de reacción, esa negación de su existencia, fue más insultante que cualquier grito.

-¡Oye! -gritó Evelyn-. ¡Te estoy hablando!

Pero Iris ya había salido de la tienda, dejando que la puerta de cristal se cerrara suavemente tras de sí.

Scarlett sacó su teléfono y escribió furiosamente un mensaje a Ethan: Acabo de ver a Iris. Nos ignoró por completo. Iba vestida como una vagabunda, pero actuaba como si fuera la reina de Inglaterra. Es patética.

Ethan recibió el mensaje mientras conducía hacia casa. La descripción contradictoria lo confundió. ¿Vagabunda o reina? Mark Jones lo llamó en ese momento.

-Tío, olvida tus penas. Vamos a 'The Void'. Hoy es noche de máscaras. Necesitas despejarte.

Ethan miró el mensaje de Scarlett de nuevo. La curiosidad le quemaba. Si Iris estaba en la ciudad, tarde o temprano cometería un error. -Voy -dijo Ethan-. Necesito dejar de pensar en esa mujer ingrata.

            
            

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