Mi Hermosa Mamá y Su Pretendiente Misterioso
img img Mi Hermosa Mamá y Su Pretendiente Misterioso img Capítulo 5 El prostituto
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Capítulo 7 Qué mujer tan caprichosa img
Capítulo 8 Excelentes habilidades de actuación img
Capítulo 9 Un anillo valioso img
Capítulo 10 El Castigo img
Capítulo 11 El pecho del señor Moran img
Capítulo 12 Perseguido por los malos img
Capítulo 13 Este niño me parece familiar img
Capítulo 14 Sospecha img
Capítulo 15 Un pequeño incidente img
Capítulo 16 No eres mi tío img
Capítulo 17 Sospechas img
Capítulo 18 Defender a él sin dudarlo img
Capítulo 19 El prostituto más fuerte del mundo img
Capítulo 20 Ver a papá otra vez img
Capítulo 21 Un tío tan malvado como el diablo img
Capítulo 22 Un sueño sexual img
Capítulo 23 Te ves desastrosa img
Capítulo 24 Intimidad en público img
Capítulo 25 Estás despedida img
Capítulo 26 Saciar sus necesidades img
Capítulo 27 El deseo de cumpleaños img
Capítulo 28 Yo no lo voy a permitir img
Capítulo 29 He visto ese anillo antes img
Capítulo 30 El despiadado señor Moran img
Capítulo 31 El asesinato img
Capítulo 32 El peligro me persigue img
Capítulo 33 Robar a otros img
Capítulo 34 Una cicatriz en el pecho de Maurice img
Capítulo 35 Ve a la fiesta conmigo img
Capítulo 36 No es fácil ganar dinero img
Capítulo 37 Un escudo img
Capítulo 38 Amor verdadero img
Capítulo 39 El beso img
Capítulo 40 Frío y calor extremos img
Capítulo 41 La noche img
Capítulo 42 Asume tu responsabilidad img
Capítulo 43 El trato exclusivo al mejor prostituto img
Capítulo 44 El CEO es un imbécil img
Capítulo 45 La acogeré como mi nieta img
Capítulo 46 Un hombre tacaño img
Capítulo 47 Escándalo en el jardín de infantes img
Capítulo 48 Figura autoritaria img
Capítulo 49 Haz que vuelva al trabajo img
Capítulo 50 Te aprovechaste de mí img
Capítulo 51 El anillo apareció de nuevo img
Capítulo 52 El acuerdo img
Capítulo 53 Ese hombre img
Capítulo 54 Un cliente muy importante img
Capítulo 55 No entiendo a este hombre img
Capítulo 56 Un diamante rosa de Argyle img
Capítulo 57 Será mejor que no se ate el cabello img
Capítulo 58 Nana volvió img
Capítulo 59 No necesitas mentirme img
Capítulo 60 Paga extra img
Capítulo 61 Su enojo img
Capítulo 62 Pertenecía a su madre img
Capítulo 63 El anillo en sus manos img
Capítulo 64 Dos tazas de café img
Capítulo 65 Cobrar el servicio img
Capítulo 66 Una coincidencia img
Capítulo 67 Una trampa img
Capítulo 68 Celos img
Capítulo 69 Herida img
Capítulo 70 Preocupada img
Capítulo 71 La mujer que idolatraba img
Capítulo 72 Sé dónde se encuentra img
Capítulo 73 Creo que vendrás img
Capítulo 74 La preocupación de Preston img
Capítulo 75 Me tienes miedo img
Capítulo 76 Castigarla con un beso img
Capítulo 77 La oportunidad de obtener su venganza img
Capítulo 78 En las garras de Eliana img
Capítulo 79 Negociación img
Capítulo 80 Confía incondicionalmente en ella img
Capítulo 81 Métete en tus asuntos img
Capítulo 82 Sé que soy hermosa img
Capítulo 83 Hay algo raro con el cachorro img
Capítulo 84 Nuestro reencuentro es cosa del destino img
Capítulo 85 Ser cercana al señor Moran img
Capítulo 86 Solo dos opciones img
Capítulo 87 Le gusta Eliana img
Capítulo 88 Maurice le estaba haciendo pasar un mal rato img
Capítulo 89 Evelynn se da aires de grandeza img
Capítulo 90 El dúo madre-hija img
Capítulo 91 Una historia lamentable img
Capítulo 92 El afecto que Maurice sentía hacia Eliana img
Capítulo 93 No más cooperación con la familia Jarvis img
Capítulo 94 Beso en la calle img
Capítulo 95 Molesto por una mujer estúpida img
Capítulo 96 Eliana se equivocó img
Capítulo 97 El padre de los niños img
Capítulo 98 El pasado de Nana img
Capítulo 99 ¿Qué le pasa a Bowling img
Capítulo 100 Estoy enamorada img
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Capítulo 5 El prostituto

"¡Ayuda!".

Maurice miró a la mujer borracha en sus brazos, quien agarró sus mangas como si fuesen un salvavidas en medio del mar.

Cuando sus ojos recorrieron aquel rostro, sintió que la mujer le resultaba un poco familiar.

Pero no tuvo tiempo para pensar, pues Antwan había salido de su habitación privada y encontró a Eliana en sus brazos. "¡Ven conmigo!", rugió con su cara morada de ira a ella.

Maurice lo miró con indiferencia.

Antwan vaciló un poco ante el aire peligroso que emanaba el desconocido.

"Largo", ordenó Maurice.

"¿Quién diablos eres tú para darme órdenes? ¿Cómo te atreves a robarme a mi mujer? ¿Sabes quién soy yo? ¡Devuélvemela!". Antwan intentó inflar el pecho como un macho alfa agresivo. "De lo contrario, ¡no saldrás con vida del Club Imperial Golden!".

Wyatt, quien bebía divertido por la escena, se echó a reír.

¡Qué interesante! El gordo se había atrevido a amenazar a Maurice.

¿Cómo osaba?

"Bueno, ya que rara vez tienes una aventura, deja que te eche una mano". Wyatt se levantó guiñándole un ojo a Maurice antes de caminar hacia el gordo. De repente, levantó el pie y pateó a Antwan en el estómago, haciéndolo retroceder con pasos tambaleantes. A continuación, salió de la habitación y cerró la puerta de golpe.

"Quítenlo de mi vista", ladró Wyatt a los guardaespaldas.

Dos guardaespaldas entraron en acción y arrastraron a Antwan hasta la puerta del Club Imperial Golden para arrojarlo a la calle.

Los transeúntes rodearon a aquel hombre humillado, observándolo con curiosidad.

En la habitación, Eliana seguía sujetando la ropa de Maurice.

Impaciente, él trató de liberarse de sus manos.

No obstante, ella envolvió su cuello con los brazos y se apretó contra su cuerpo. "He visto esos ojos antes...".

El cálido aliento de ella olía un poco a alcohol, rozando su piel como una ligera brisa. La chica se mordió el labio inferior seductoramente con ojos llorosos que captaron la atención de Maurice.

Entonces, lo recordó. El pasado se abrió paso en su mente y se vio teniendo relaciones sexuales con una mujer.

La misma mujer que tenía frente a sus ojos ahora.

Su expresión se oscureció inmediatamente. "Eres tú".

Eliana cerró los ojos, mareada por el alcohol, e hizo una mueca de dolor al apoyar la cabeza en su hombro con cansancio.

Sus suaves labios rozaron la piel desnuda de Maurice, despertando un inexplicable deseo sexual en su cuerpo.

"¿De verdad crees que caeré en el mismo truco dos veces?", se burló.

Había caído con la misma artimaña hacía cinco años. ¿Acaso sus rivales estaban tratando de tenderle una trampa otra vez?

Venga, al menos podrían haber utilizado a otra mujer. ¿Tan tonto creían que era?

"¿Eh? No, yo solo quiero irme a casa. Adrian y Aileen me esperan", murmuró Eliana en voz baja, pero cuando trató de ponerse de pie, perdió momentáneamente el equilibrio y presionó sus manos contra el pecho de Maurice. "Vaya, qué buen cuerpo", comentó sorprendida.

Sus dedos vagaron alrededor de sus músculos firmes y definidos. Además, tenía los hombros anchos y la cintura estrecha, como una escultura griega.

Maurice frunció el ceño y tomó sus manos para evitar sus toqueteos.

Eliana ladeó la cabeza y sus ojos se iluminaron al reconocerlo. "¡Oye! ¡Yo te conozco!". Sonrió.

Maurice enarcó las cejas. "¿En serio? ¿Y quién soy?".

"Eres... de esa clase de hombre".

Maurice preguntó pacientemente: "¿De qué clase?".

Sus hermosos labios rojos se separaron y soltó: "Un prostituto".

Los ojos de Maurice brillaron de ira cuando escuchó su inesperada respuesta. "¿Dices que soy prostituto?", preguntó apretando los dientes para contener su ira. "En ese caso, deja que te sirva esta noche".

Tenía curiosidad por ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar la mujer.

"¡Ah!".

Eliana de repente se sintió mareada y presionó sus delgados dedos contra la sien. Cuando volvió en sí, ya estaba sentada en el sofá.

Bajo la tenue y cálida luz, el hombre se inclinó hacia ella, deslizando los brazos alrededor de su cintura, acto que solo la hizo sentirse más mareada.

Al segundo, sus labios presionaban los de ella.

El hombre la besó apasionadamente, como si quisiera volverse uno con ella.

Eliana notó calor. "Espera, espera...", murmuró agarrando la camisa del hombre con fuerza.

Je, ¿ya había llegado a su límite?

Maurice entrecerró los ojos con frialdad. "¿Qué ocurre?".

"Yo... no llevo dinero encima", dijo arrastrando las palabras y con la visión borrosa.

'Si insiste en seguir actuando, le seguiré el juego', pensó Maurice.

Se inclinó hacia delante de nuevo, pero esta vez, besó y lamió el lóbulo de su oreja. "No necesito tu dinero esta noche", murmuró en su oído. "¿Contenta?".

Eliana tembló, incapaz de pensar con claridad.

Cuando Maurice desabrochó lentamente su camisa, revelando sus músculos cincelados, su mente se quedó totalmente en blanco.

Entonces, sus ojos se posaron en la feroz cicatriz en el pecho del hombre...

¿Por qué le resultaba tan familiar?

Atónita, sacudió la cabeza para recuperar el sentido.

Luego, en un ataque de ira, lo empujó. Después del incidente de hacía cinco años, estuvo muy enojada porque no sabía la identidad del desconocido, pero ahora sabía la verdad.

"¡Eres... eres tú! ¡Tú! ¡Eres el mismo hombre!". Estaba tan furiosa que no podía hablar con coherencia.

Maurice se arregló la camisa y la miró levantando una ceja. "¿Yo?".

"¡Eres el prostituto que conocí hacía cinco años! ¡¿Sabes cuántos problemas me has causado?! Pensé eras el mejor prostituto, pero ¡tu servicio fue malísimo!".

¿A qué jugaba la maldita mujer?

Maurice entrecerró los ojos con impaciencia. "¿Qué significa eso?".

"Lo sabes perfectamente", siseó Eliana señalándolo con el dedo. "¡Me quejaré al encargado!".

¡El estúpido ni siquiera había usado condones en aquella ocasión!

Aunque ahora tenía lindos bebés, ¡nunca olvidaría la desesperación y la impotencia que sintió por culpa de ese hombre!

Maurice miró a la mujer con frialdad mientras la ira se acumulaba violentamente en su interior.

Primero, lo trataba como un prostituto, lo cual ya era un insulto grave. Y ahora, ¡había tenido la osadía de llamarlo inútil!

Maurice se acercó a ella, acorralándola en el sofá.

Eliana, sorprendida, intentó retroceder instintivamente, pero él ya había colocado los brazos alrededor de su cintura.

"¿Qué crees que haces? ¡Suéltame!". A pesar de que Eliana luchó invadida por el pánico, el alcohol la había debilitado demasiado como para poder liberarse.

El hombre apoyó su frente contra la de ella y luego le dio un beso profundo.

Maurice le sujetó la nuca con una mano y la cintura con la otra mientras usaba su lengua para obligarla a abrir la boca.

Eliana fracasó al intentar apartarlo y no tuvo más remedio que aceptar aquel beso.

La tensión sexual flotaba en el ambiente.

La razón le decía que se alejase del hombre. Sin embargo, una pequeña parte de ella quería corresponder al beso, por lo que dejó de luchar y se dejó llevar.

El alcohol surtió efecto y terminó perdiendo el conocimiento.

Maurice la soltó suavemente, examinando su figura dormida.

Al momento, la puerta de la habitación privada se cerró de golpe.

Maurice tenía los labios manchados de pintalabios, revelando lo que acababa de suceder.

Los camareros no se atrevieron a mirarlo a la cara e inclinaron la cabeza respetuosamente.

Maurice señaló la sala privada y ladró una orden: "No permitan que nadie se acerque".

            
            

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