Atenea: Entre Deseo y Poder
img img Atenea: Entre Deseo y Poder img Capítulo 5 El nuevo departamento
5
Capítulo 6 Egocentrismo img
Capítulo 7 Las velas del cajón img
Capítulo 8 Inesperado img
Capítulo 9 Agua caliente y sudor img
Capítulo 10 Amor y odio img
Capítulo 11 Algunas verdades img
Capítulo 12 Algo más que deseo img
Capítulo 13 Falta de cordura img
img
  /  1
img

Capítulo 5 El nuevo departamento

Armin ya nos esperaba abajo con algunos papeles. Se lo veía espléndido bajo el caluroso sol de ese verano en Vancouver. Me saludó con una sonrisa apagada, la madre de Maia estaba más que feliz que mi padre nos hubiera dado la oportunidad de irnos a Nueva York a estudiar y trabajar de lo que tanto queríamos.

Armé mi pequeño bolso y vestí de lo mejor, mi madre seguía enojada con mi padre sobre no decirle lo de mi idea de irme de la casa. Le había dicho que no podía mantenerme ni en pie cuando tomaba, que era irresponsable, y desde que se había ido Dixon todo había sido un caos. Apenas había pasado una semana desde que él se había casado.

Era una buena excusa para comenzar a olvidarlo completamente.

Él como Maia sabían que mi sueño era simplemente seguir lo que deseaba.

-Mi padre ya debe estar por venir, supongo que se habrá tardado por algunos asuntos de su empleo y...

-El señor Brown no nos acompañará en el día de hoy. Nos reuniremos con Daniela en Nueva York, es la chica de las propiedades. Ella nos llevará a ver los departamentos para usted, y luego me ha pedido que las lleve a comer y de compras. -Armin lo dijo todo tan rápido que tardé en procesar que mi padre no iría ese día.

Siempre sus asuntos del trabajo eran más importantes que yo.

-Oh, bueno... La pasaremos bien de todas formas, amiga -Maia me tomó de la mano bastante alegre de que no fuese mi padre. Ella vestía de un vestido floral muy de su estilo. Se veía muy distinta a otros días. Cameron no había estado para verlo.

Asentí sin nada que decir y procedimos a subirnos al coche.

Cuando estaba por subir vi a Rebeca en la ventana mirándome. Con desprecio, se dio la vuelta y la cortina blanca cayó detrás de ella. Cerré la puerta del coche, Maia se había sentado a mi lado ya que en el asiento acompañante Armin llevaba un maletín. Supuse que era dinero de mi padre o papeles de los lugares que íbamos a visitar.

Después de tanto silencio, comenzamos a salir del bosque a las afueras de Vancouver para adentrarnos a la ciudad. Rumbo al aeropuerto, donde nos encontraríamos con Billie -la secretaria de mi padre- y nos iba a acompañar hasta el aeropuerto de Nueva York para asegurarse de que lleguemos bien.

Maia no dejaba de parlotear sobre el departamento en el que viviríamos.

-Mmm, entonces, ¿prefieres rústico o elegante? He visto Friends, y me gustaría algo de ese estilo. Muy Brooklyn, ya sabes, como en las series de televisión... -noté que Armin sonrió cuando Maia mencionó eso-. ¡O mejor aún! Podríamos tener un gato, como Chester, ¿recuerdas a Chester, Atenea? ¿Recuerdas cuando te asustó mientras dormías?

Armin se echó a reír y se me subieron los humos a la cabeza.

-¿De qué tanto te ríes tú? ¿Mi padre te paga por reírte? -dije furiosa, Maia me codeó y me dijo que fuese más amable. En todo el viaje Armin no había dicho nada más que tararear las canciones de la radio.

-No, señorita, ojalá me pagara por reírme de su cara -respondió, me fue inesperado y Maia levantó las cejas riéndose a carcajadas-. Y por cierto, me fue gracioso porque me ha pasado algo similar de niño. No me reía tanto de usted, señorita Atenea.

Me enfurecí aún más.

-Pues no escuches, niño, no te metas en algo que no te incumbe. Y me importa un comino si tuviste un gato de niño. No te pregunté, ¿entiendes?

-Oye, oye, bájale, hermana. Armin fue buena onda, ¿sabes? -Maia lo defendió en ese momento y me crucé de brazos muy furiosa por ello. Ninguno de los empleados de mi padre había hecho algo así. Jamás de los jamases.

Armin le sonrió a Maia, por un momento pensé en el coqueteo que le estaba haciendo.

-No tienes por qué defenderme de niñas caprichosas, señorita, puedo defenderme perfectamente solo. Y no vale la pena pelear por un rasguño de gato, ¿no es así, señorita Atenea? -me dirigió la mirada a través del retrovisor.

Qué vergüenza sentí en ese maldito momento.

-Ay, Dios, qué gracioso eres. Pero tienes un raro acento, ¿eres alemán o algo así? -preguntó Maia luego de tanto escándalo.

-Sí, mi madre es de Berlín. Aunque se crío en el sur de Alemania con mis abuelos paternos. Mi padre falleció hace algunos años, no tenía mucha relación con él... -contestó algo triste, Maia le volvió a preguntar sobre su familia-. Vivo con mi hermana y mi madre en el bajo Vancouver, pero te juro que no robamos. Mi madre es enfermera en el hospital público, está de pasantía. Y mi hermana estudia Finanzas en la universidad.

Maia le tocó el hombro dándole las disculpas por haber preguntado aquello.

-Lamento lo sucedido, pero veo que ahora estás mejor. ¿Y tu piel es así?

-No... -se río bastante ante eso, justo se detuvo en un semáforo y se dio la vuelta a dirigirnos la palabra-. Me fui a España con mi hermana para visitar unos tíos lejanos. Trabajé casi dos años para poder pagar ese viaje, me he bronceado. Así que no soy así naturalmente.

-Te queda precioso, créeme. -Respondió Maia con una sonrisa coqueta.

Armin me miró y yo le esquivé la mirada, aún cruzada de brazos.

Volvió a acomodarse y seguir el rumbo, cuando llegamos al aeropuerto me adelanté al bajar y dirigirme al avión dejando a Maia atrás. Saludé a Billie con un beso y me subí rápidamente. Allí, cuando vi la botella de champagne rosado, no dudé en servirme una copa. Le di un trago y me senté del lado izquierdo como siempre.

Armin y Maia subieron, Billie por detrás les comentaba que había visto varios departamentos preciosos en la Gran Manzana. Pero que Daniela era experta en todo eso y ella nos iba a orientar mejor en Nueva York.

Nuevamente Maia y Armin hablaron de algunos intereses y gustos. Resultaba que Armin había compartido la escuela con Maia, aunque Armin era cinco años mayor que nosotras. Parecía muy buena gente, pero algo tenía escondido.

No me iba a dar el tiempo ni tomar la molestia de descubrirlo.

Aún mi corazón seguía latiendo a fuego lento.

( * * * )

Daniela era una esbelta mujer que sabía mucho de Nueva York. Nos llevó por todos los departamentos posibles hasta encontrar el indicado. Paseamos por toda la Gran Manzana viendo los lujosos pent-house que nos ofrecía a precios bastante altos.

Fuimos a ver el cuarto departamento. Era un rustico departamento al estilo Brooklyn muy cerca del Empire State. Tenía grandes ventanales hacía toda la ciudad, paredes de un oscuro ladrillo y una escalera que nos llevaba a las habitaciones de arriba. Tenía un gran balcón y una piscina enorme. Maia quedó encantada al igual que yo. Aunque no era mi estilo, a elegancia de ese lugar se sentía como mi hogar.

-Lo queremos -dije por Maia, ella emocionada viendo todo el departamento. Armin se había quedado plantado en la puerta mirando algunos papeles-. ¿Puedes decirme el precio?

Daniela me miró confundida.

-Bueno... es uno de los departamentos más baratos. Pensé que buscabas algo más... ya sabes, tu padre me dijo que puedes pagar lo que quieras -Daniela dijo todo eso un tono bastante confuso. Sabía que mi padre iba a querer que tuviera un buen departamento lujoso. Pero ese departamento era tan ideal para mí como para Maia.

-Lo queremos y ya, Daniela. -Dije sin más, llamando la atención de Armin. Recordé que Armin debía quedarse en Nueva York-. ¿Tienes otro departamento libre en este edificio? -pregunté mientras abría mi bolso para sacar mi teléfono.

Daniela revolvió los papeles nerviosa.

-Bueno... tenemos el departamento de al frente de este. Es mucho más pequeño y barato, no tiene balcón ni escaleras... Es un precio básico -le señalé al muchacho que se hizo el distraído cuando nos dirigimos a él.

-Lo quiero también, es para él. -Dije levantando mi mentón, Armin se sorprendió ante ello y me miró inmediatamente. Daniela no objetó nada más y anotó ambos departamentos.

Maia bajó junto a ella mientras yo le daba una última vista al departamento.

Armin se acercó y se puso cerca de mí.

-No tienes por qué hacerlo ni ser amable, Atenea. -Fue la primera vez que no escuché que me haya respondido con un simple 'señorita' de su parte. Fue borde, estaba muy enojado-. Sí todo esto es por qué me burle de ese estúpido gato, te pido disculpas. No necesito que pagues un departamento por mí, puedo vigilarte de todas formas y puedo pagarme mis propias cosas.

-¿Ni siquiera me darás las gracias? Dios, se nota que eres del bajo Vancouver. No lo hago por humildad ni por qué me caigas bien. Se lo prometí a mi padre, este es tu empleo, y deberías ocuparte de tus asuntos la próxima vez. No te he dado tanta confianza para que me trates de tu amiga... -me di la vuelta y lo ignoré-. Y, por cierto, el trabajo de mesero te quedaba mejor que esto.

Armin se acercó bruscamente y se posicionó delante de mí.

Desafiante y provocador, su mirada no era del mismo niño inocente de antes.

-Parece que tu alma de capricho no te deja ser un poco sincera y humilde, ¿no es así? Y es que le creí a tu padre cuando me mencionó tu corazón generoso, pero ahora veo que lo eres bajo sus órdenes... -Armin se acercó un poco más para que pudiera levantar mi vista y mirarle fijamente a los ojos-. Sí no fuese por qué le debo un favor a un viejo amigo, yo no estaría aquí cuidando de lo insoportable que eres.

-Pues renuncia, ¡ve y renuncia, es muy fácil! -dije casi a los gritos, Armin pasó por mi lado mientras se dirigía a la entrada con pasos lentos-. No tengo que soportarte ni tú a mí, niño pobre.

Él se detuvo y volvió a enfrentarme, camino tan rápido que retrocedí también.

-Lo siento mucho, niña rica y caprichosa. Lamento no ser el típico fortachón y millonario hombre que debe mendigarle a una niña maleducada. No tengo por qué escucharte ni soportar tus quejidos de niñita que se cree el centro de atención... -Armin me enfrentaba como nadie antes lo había hecho. Quizás Dixon, algunas veces, pero de la manera en que él lo hizo jamás había pasado-. Gracias, Atenea, espero que seas feliz con este agradecimiento de alguien pobre que debe cuidar de una niña rica.

Se dio la vuelta y me dejó plantada en el departamento, llena de bronca.

Caminé rápido por el pasillo hasta encontrarme con él en el ascensor. También lo esperaba, había olvidado de cerrar la puerta a mis espaldas. Volví al departamento y en cuanto lo cerré vi a Armin subiéndose al ascensor con una sonrisa.

Las puertas se cerraron cuando llegué corriendo, enojada y furiosa pateé una de las puertas pronunciando su nombre y diciéndole idiota. Muchas veces.

Me quité los zapatos y bajé rápidamente por las escaleras.

Llegué abrumada, cansada, Maia se sorprendió al verme acalorada.

-¿Atenea? ¡Había ascensor! -me tocó la frente y notó lo transpirada que estaba, Armin me miraba con una sonrisa triunfante-. Dios mío, te ves fatal, ¡se corrió tu maquillaje!

No dije nada, solamente lo miraba a él. Bajé mi mirada y me mordí la lengua para no largarme a llorar. Me daba muy mal gusto pelear con alguien que en ese momento no valía la pena.

-Dejé que Armin tomara el ascensor -dije tratando de tener un poco más de respiración-. Quería usar las escaleras y bajar de peso, creo que solo se me bajó la presión...

Daniela se echó a reír junto a Maia, Armin contuvo la risa.

-Bueno, suele pasar, amiga... ¡Vayamos de compras ahora! Te hará bien, y de paso te cambias de ropa... en serio te ves fatal -Maia me llevó al coche mientras que Daniela se subía con Armin adelante.

Él estaba desafiándome, y aquella manera era la que iba a despertarme completamente para demostrarle quién era realmente Atenea Brown.

Y no tenía la más mínima idea de quién era realmente.

                         

COPYRIGHT(©) 2022