Capítulo 2 Capitulo 2

En aquella oscura sala el rostro de Leo cambiaba constantemente por todo lo que escuchaba, sabía mejor que nadie que las ventas estaban disminuyendo, no solo eso si no que probablemente les estaban haciendo una mala jugada. Lo averiguaría luego, lo que verdaderamente le molestaba era que tres días habían pasado desde aquella cena y aún tenía la esperanza de volverse a encontrar con aquella chica, sin embargo, no supo nada de ella como si hubiera desaparecido de la faz de la Tierra.

-Enciendan las luces. -La voz ronca y demandante de Leo resonó en toda la sala y acto seguido su secretario fue a encender las luces iluminando toda aquella sala- Soy consiente de que nuestras ventas bajaron hace dos meses, pero me parece muy poco probable que en este mes volvamos a tener este problema. Empezaremos a sospechar de qué algo está mal aquí y créanme no quieren eso, haremos recorte de personal así que; estén preparados.

Se levanto de su asiento acto que fue reflejado por los demás empleados seguidos de una reverencia, caminaba por aquellos grandes pasillos al lado de su más fiel empleado Lucas Harrelson. Llevaba al rededor de 5 años a su lado, desde que se volvió director de esa empresa mas que un empleado era su amigo y hermano.

-La señorita Adish lo espera en su oficina -Le comunicó Lucas mientras leía los demás papeles que tenía en manos, se detuvo al ver que algo andaba mal y en efecto así era. Se encontraba a cinco pasos de su jefe, Leo se había detenido en el momento que esas palabras cruzaron por sus oídos.

Un tanto asustado Lucas decidió hablar de nuevo.

-Le dije que podía venir más tarde, pero ella insistió en esperarlo.

-Cancela todas mis reuniones -Demandó para luego empezar a caminar en un paso apresurado a su oficina, incluso se podría decir que iba corriendo.

Ahí nuevamente aquella adrenalina, su corazón a mil, su respiración agitada y sus manos sudando. Se detuvo frente a la puerta, arregló su cabello y su traje, respiró ondo y abrió la puerta adentrándose con una postura rígida y demandante a los ojos de cualquiera, más su mente y su corazón estaban envueltos en un lío.

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Con la música a todo volumen entre risas Kail limpiaba mientras Maya cocinaba, desde la cena de hace tres días se habían quedado juntos. Él iba a su trabajo mientras ella iba a la universidad.

Era una forma de esconderse para ambos, él para no sentirse solo luego de terminar su relación y ella para no recibir un sermón de su padre, se hacían compañía con el fin de protegerse mutuamente.

-¿Irás? -Con un tono serio Kail le pregunto mientras le daba un bocado a su comida- Si me necesitas solo me llamas.

-Gracias, pero no es necesario. Tendré que resolverlo por mi cuenta han pasado ya tres días esto se está alargando, ¿no lo crees?

-No quieres casarte, pero es tu deber. No les importa el sufrimiento del proceso, solo los resultados de estos. -Ambos se miraron y descubrieron que estaban pensando lo mismo- ¿Hay que huir?

-Idiota -Maya sonrió alegre incluso en esos momentos Kail lograba regresarle un poco de la alegría que en muchas ocaciones daba por perdida, colocó su mano derecha en la mejilla de este mientras la acariciaba- No puedes, eres la luz de nuestro padre. Soy yo quien lo decepciona ese papel no te queda.

-Es tiempo que los papeles se inviertan, ya es hora de que yo también acepte las consecuencias. -Algo era seguro, a lo largo de los años que empezaron a convivir Kail dejó de sufrir y eso era debido a ella. Lo protegía y aunque eso lo animara también lo asustaba.

En secundaria, dejaron de molestarlo; tiempo después se dio cuenta que la molestaban a ella.

"Tu hermana aceptó ser molestada siempre y cuando te dejáramos en paz"

"Considérate suertudo pequeño Adish"

Esas eran sus palabras, se hacía el de la vista gorda, cuando quiso pedirle que dejara de hacerlo ella simplemente ignoró sus palabras. Cada vez que su padre se emborrachaba terminaba encerrado en su cuarto, para que al final siempre terminara golpeado. Maya llegó y eso cambió.

Su padre ya no le ponía una mano encima, era más seguro que ella moriría primero a que él lo golpeara.

Esperaba y deseaba con ansias el día en el que ella fuera feliz y no lo defendiera de esas cosas que alguna vez en la vida tendrá que afrontar nuevamente.

Desde la mesa observaba cómo está levantaba los platos mientras una sonrisa adornaba su rostro, ¿realmente era feliz?

-¿Algún día te protegeré? -Cuestionó Kail triste, haciendo que Maya se detuviera abruptamente.

-Ya lo haces. -Contestó con cierta melancolía en su rostro- Al estar aquí, conmigo me proteges de mi misma, y no necesito más protección que esa.

Un Kail un tanto confundido empezó a analizar mucho mejor sus palabras. La estaba protegiendo de sí misma, ¿era eso posible? Siempre pensó que ella era mucho más fuerte no solo física y emocionalmente si no también mentalmente, sabía controlar sus emociones a la perfección y lograba poner en claro sus ideas y era lo que admiraba de ella.

-Me voy... -Anunció la mayor saliendo por aquella puerta de color blanco -Por favor, llama a Helena. -Gritó para solo escuchar cómo el menor renegaba desde adentro.

No recordaba el día que estuvo más nerviosa de lo habitual, solo se reuniría con el Ceo de las empresas Faure no había nada de fascinante en eso.

En esos tres días se desconectó de lo que era prácticamente todo relacionado con tecnología, por ende, no sabía que al salir de aquel lujoso apartamento un fuerte frío colisionaría contra su piel cruzó sus brazos buscando un poco de calor y siguió su camino.

En la parada de bus vio constantemente parejas tomadas de las manos mientras sonreirán ampliamente la hizo sentirse sola, miro sus manos y las junto entrelazando sus dedos para luego mirar de nuevo al frente.

-Me tengo a mi, no necesito que nadie más me sujete.

            
            

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