Capítulo 2 Sábado, 9 de abril.

Creo que nunca me había levantado tan tarde de la cama como ese día. Para mi suerte era sábado y no tenía que madrugar, aunque el trabajo extraoficial me reclamaba. Amanda el trabajo es trabajo levanta que nadie va ha venir y hacerlo por ti pensé y sin darme otra explicación salí de la cama y me adentré en el baño. Estando en esa ducha solo podía pensar en lo ocurro en diciembre. Pequeños flashes corrían libremente por mi mente. La policía, unas esposas, mi ex desmayado, mis perros asustados y encerrados, drogas y dinero.

Sacudí la cabeza y me obligué a dejar de pensar esa clase de cosas hoy tenía trabajo y a más estaría con los niños toda la tarde. Tengo muchas ganas de verlos y abrazarlos hasta que me muerdan pensé y eso hizo que me animara al instante. Los niños son el motor de mi vida y haría cualquier cosa por ellos.

Salí de casa, en chandal, para ir a trabajar de la manera mas cómoda, no tenía ganas de ir oliendo a marihuana todo el día y siempre llevaba ropa de recambio para cuando terminase. En el caminó a la casa empecé a pensar en las palabras de ese chico nuevo que acababa de conocer. "Tengo que contarte algo, pero no se si vas a querer saberlo" esa frase retumbaba en mi cerebro. Que habría querido decir con eso?? Pensé una y otra vez. Al llegar a la casa, salude a las personas que allí vivían, ellos eran la cubierta de un libro de mentira. Sólo estaban allí para aparentar ser una familia normal y así evitar sospechas, pero en esa casa había una plantación de maria, para ser concretos 30 focos y unas 700 plantas. Entre a la casa por la puerta del parking para no dejar el coche fuera. Nada mas verme el pequeño de la familia corrió a saludarme. - Tita Amanda!!- gritaba sin parar. - ¿Has estado en la cárcel?. Niño cabrón pensé. - No enano, aun no he entrado y espero no hacerlo. - le dije mientras le tocaba la cabeza. - Por suerte la tita a salido bien para venirte a ver pequeño. Ya sabes que nunca se perdería tu cumpleaños cariño. - Y del maletero saqué una bolsa con un pequeño regalo. - Feliz cumpleaños enano. - le dije mientras lo abrazaba. - Te as acordado! - me dijo mientras me miraba estando entre mis brazos. - Pues claro enano. - Venga ahora ves a jugar que la tia tiene que hablar con los papis. - Vale tia, pero después vienes a jugar conmigo hee. - me dijo mientras me miraba en modo chantaje. Enano desgraciado pensé el tío aprende rápido. Segundos después ya había desaparecido, y la bolsa de regalo también. - Seré muy breve, saldré por esa puerta y no os pondréis en contacto conmigo hasta nuevo aviso. - dije mirándolos seriamente. - Las cosas des de diciembre se han complicado un poco por lo que para vuestra seguridad es mejor que yo no aparezca por aquí. No sólo soys mis amigos, sabéis que os considero familia por lo que tendremos que distanciarnos un poco por la seguridad de todos. - les dije ya más seriamente. - Aquí tenéis. - y como si de algo sencillo se tratara les pase un papel con las instrucciones exactas de como cuidar las plantas. - Ahora estáis vosotros al mando del barco. Entramos y os termino de explicar 4 cosas más y me iré, no quiero quedarme mas tiempo del necesario. Sin decir una palabra asintieron con la cabeza, sabían que la situación era muy delicada y cualquier error nos costaría muy caro a todos. En el garaje abrimos la puerta de un armario de madera esquinero lleno de ropa de invierno colgadas por colores. Que maniática del orden esta mujer, y eso me hizo sonreír durante unos instantes. Al apartar la ropa y mover la placa del fondo del armario una puerta blanca quedó a la vista. Entramos los tres, y una vez explicado lo más importante me dispuse a regar mis plantas por última vez en algún tiempo. - Guantes, acordaros de poneros guantes. -les ordene antes de que tocarán nada.- No quiero aquí ninguna de vuestras huellas. Sabia que iba a extrañar esa plantación, una de las mejor que he montado en mi vida. Una sala completamente blanca, con luces les lilas para optimizar cada Mw utilizado. Una obra de arte para los ojos que supieran apreciarlo. 20 minutos después, y con 700 plantas de maria casi listas para cortar aun me quedaban detalles para cuadrar para un último viajecito.

De vuelta a casa, con la cabeza llena de posibles alternativas, muchos de ellos descartadas por su peligrosidad encontré algo que nos podría beneficiar a todos. De golpe mi teléfono sonó sacándome de mis mil pensamientos. Joder un número que no conozco, eso me puso en alerta, instantes después, al ver que el teléfono que sonaba era el personal decidí contestar. - ¿Hola?- dije sorprendía.- ¿Quiés es?. - Joder, que pasa que ¿ya te olvidaste de mi?- dijo la voz de un joven al otro lado del teléfono. - Soy Amin, el chico de ayer del shishas. En ese momento me relaje enormemente, pero ¿porque me estaba llamando? a saber qué quiere. - ¿Que vais hacer hoy?¿Os apetece salir a fumar un poco?- me dijo sin darme tiempo a nisiquiera pensar. - Si claro, nosotras estaremos donde Reda un rato. - le dije esperando que declinara mi oferta. - Si quieres te aviso cuando lleguemos. -Perfecto, pues me dices algo. Grábate mi numero y cualquier cosa me dices. Segundos después le colgué el teléfono. Una buena cachimba es todo lo que necesito para poder tener la mente en paz unas horas. Y a más decir, la curiosidad me estaba matando ¿que me querrá contar?

Horas más tardes, mi hermana, el mecánico y su amigo, el nuevo y yo andábamos en nuestro local de confianza divirtiéndonos y hablando de la vida en general. Todo fluía bien sin preocupaciones. Solo reíamos y nos provocábamos los unos a los otros. Pero en un preciso instante todo se volvió una pesadilla. - Cuéntale la verdad- dijo el mecánico - Tiene derecho a saberlo. - ¿Que verdad?- conteste. - Acompañame fuera. - me dijo Amin, el chico nuevo. Sin pensármelo dos veces salí del bar mientras un seguido de pensamientos invadían mi cerebro. - Tu aun estás con él ¿verdad? (haciendo referencia al que ahora es mi exmarido). - Sí. Ves al grano. Esas fueron las palabras que desataron el desastre. - Tu novio lleva engañándote hace más de 1 año. Des de que te fuiste a Sevilla para ser exactos. Al menos delante mío.- me dijo.

Eso era un echo que mi cerebro no descartaba. Nuestra vida había sido siempre muy diferente. Él un árabe musulmán con las ideas antiguas y un orgullo tan grande que no cabía en este planeta. Mi cara debió de ser un poema porque me puso una mano encima del hombro y me preguntó si estaba bien. Sin mediar una palabra, solo con un gesto entendió y siguió explicándome como era el que en aquel momento era el supuesto amor de mi vida. No voy a entrar en detalles de todo lo que pasó porque esa noche bebí tanto para olvidarlo todo que solo recuerdo pequeños trozos. Y aquí empieza la verdadera historia. Mi historia.

                         

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