Capítulo 5 La mafia italiana

Nick

Cuando al fin di con ella, me la encontré en la cocina, en una posición poco cómoda, pero yo sabía qué era lo que le estaba pasando. Isabella estaba llorando, o, tal vez, descansando un poco de lo agotador que estaba siendo su día por todo el desgaste emocional que estaba teniendo que atravesar. Sabía que a ella no le iba a gustar nada el hecho de que le comentara cómo nos íbamos a manejar de ahora en adelante en su empresa familiar, ni mucho menos escuchar que ahora yo era nuevo CEO de las empresas White, pero era lo mejor que se lo dijera ahora, en vez de guardar el secreto. La verdad, no estaba muy seguro de que Isabella fuera el siguiente lunes a la empresa porque de seguro quería tomarse un tiempo antes de ingresar a la empresa, pero, de todas maneras, tenía que hablarle sobre lo que pasaría de ahora en adelante en las empresas.

Me acerqué a Isabella, pero ella no se dio cuenta de mi presencia hasta que le hablé.

-Hola -rompí el silencio.

-¡Ay! -se sobresaltó, moviéndose de la silla bruscamente por el susto que le di. Isabella, por poco, casi se cae de la silla ante su brusquedad, pero fui lo suficientemente rápido para tomarla de la cintura con firmeza para que ella no terminara desplomada en el suelo.

Isabella me tomó fuertemente de mis hombros para aferrarse y no caerse. Nuestras acciones hicieron que ambos nos encontráramos demasiado cerca, a tal punto que podía sentir su respiración en mi rostro. Desde el momento uno en el que la vi, supe que era hermosísima, pero el estar tan cerca de ella, me lo confirmaba mucho más. Y es que la belleza que Isabella tenía era impresionante. Era la mujer más hermosa que jamás haya visto.

La hermosa chica me observó con algo de curiosidad y poco de desconfianza, pero me analizó casi de cuerpo entero.

-Lo siento -me disculpé, pues sentí su incomodidad y la solté para luego alejarme de ella-. No era mi intención asustarte, Isabella.

Me observó con duda en los ojos, probablemente preguntándose quién era yo y cómo es que sabía su nombre.

-¿Cómo sabes mi nombre? -Quiso saber.

-Porque conozco a tus padres desde que soy pequeño.

No pretendía mentirle sobre eso. De hecho, una de mis intenciones al venir aquí y tener la misión de cuidar a Isabella, era poder hablar con ella con la sinceridad que me fuera posible. Claro que había cosas, como la mafia, como el que sus padres eran los antiguos jefes de La Mafia Italiana, y de que la empresa tenía muchos enemigos fuertes queriendo derrotarnos, que no podía mencionarle ni en un millón de años. Tampoco le podía mencionar que sus padres, antes de fallecer, me impusieron la más importante tarea de proteger a Isabella en caso de que a ellos les pasara algo.

Isabella elevó las cejas.

-¿De quién eres hijo?

-Mis padres han hecho muchas negociaciones con los tuyos. Son socios muy cercanos -le contesté, y me di cuenta de que cometí un error, uno que ella se dio cuenta de inmediato, pues le hizo algo de ruido.

-Eran, querrás decir -me corrigió. Vi el dolor en los ojos de Isabella y quise darle un fuerte abrazo, pues, aunque ella no me creyera, sus padres también fueron importantes para mí. No lo veía hace un tiempo, pero el cariño que les tenía siempre estuvo dentro de mí y los echaba de menos. Era una pena que los hubieran matado.

Los padres de Isabella y no fallecieron por la caída de su avión mientras viajaban a Italia, sino que fallecieron porque fueron asesinados en un auto en la ruta cuando se dirigían a ver a mis padres allí en Italia. Se dijo que fallecieron en un avión porque coincidió que, justo, y lamentablemente, un avión que se dirigía a Italia se derrumbó el mismo día del viaje. Fue la excusa perfecta para no entregar los cadáveres de los padres de Isabella a ella, pues su padre también fue muy claro conmigo y mis padres de que no quería que Isabella los viera muertos. Hasta ahora, lo único que estábamos haciendo era cumplir con sus órdenes. Puede que yo fuera el jefe ahora, pero el señor White, para mí, siempre fue y sería el verdadero jefe de las empresas White y la mafia italiana.

-Lo siento, tienes razón. Mi nombre es Nicholas Leone, Isabella. Tus padres me han hablado mucho sobre ti -me disculpé con ella y me presenté. Hace mucho tiempo que quería conocer a Isabella en persona.