/0/8677/coverbig.jpg?v=1aa8797a4569e5f3858a1790292c0d9d)
Había una vez un lugar mágico donde el arroyo corría cristalino y las piedras eran suaves y redondeadas. Era mi lugar favorito para jugar con mis amigos. Mi nombre es Gus y hoy, estamos construyendo una barricada en el arroyo para ver si podemos mantener el agua dentro de un pequeño espacio.
El clima es perfecto para construir una barricada en el arroyo. Hace un día soleado y cálido, pero el agua del arroyo es fresca y refrescante. Todos estamos usando pantalones cortos y camisetas, y hemos traído nuestras botas de agua para poder entrar en el arroyo.
El sonido del agua que fluye por el arroyo es tranquilo, y los pájaros están cantando en los árboles cercanos. Es el lugar perfecto para construir nuestra barricada. Hemos estado trabajando en ella durante horas, apilando piedras y ramitas para que el agua no se escape.
Finalmente, la barricada está lista. Nos sentamos y observamos mientras el agua fluye alrededor de ella. Todo parece estar funcionando correctamente, y estamos emocionados de haber construido algo tan impresionante juntos.
Pero justo cuando nos preparamos para celebrar nuestro éxito, un fuerte sonido de trueno se escucha en la distancia. Las nubes grises comienzan a cubrir el sol y el viento empieza a soplar fuerte. La corriente del arroyo se hace más rápida y más fuerte, y pronto nuestro pequeño muro de piedras no será suficiente para contener el agua.
¿Qué haremos ahora? ¿Seremos capaces de mantener nuestra barricada en su lugar durante la tormenta?
De repente, aparece en el horizonte mi hermano mayor Fabricio y algunos de sus amigos. ¡Qué emoción! Los saludamos y les mostramos nuestra barrica, pero les contamos acerca de la tormenta que se avecina.
Fabricio nos mira con una sonrisa y dice que puede ayudarnos a mejorar la barricada y hacerla más resistente. Todos estamos emocionados y empezamos a trabajar juntos.
Fabricio y sus amigos traen más piedras y ramas y nos ayudan a reforzar la barricada. La corriente del arroyo se hace más fuerte y más peligrosa, pero estamos decididos a no dejar que el agua se escape.
Tratamos de convencer a Fabricio de que se quede con nosotros y nos ayude a mantener la barricada en su lugar, pero él insiste en que tiene que irse. Sin embargo, antes de partir, nos da algunos consejos sobre cómo podemos resistir mejor la tormenta.
Seguimos trabajando duro y resistiendo las fuertes lluvias. Pero la tormenta se hace cada vez más fuerte y la corriente del arroyo se hace más peligrosa. A pesar de nuestros esfuerzos, la barricada empieza a ceder y el agua comienza a salirse.
A pesar de todos nuestros esfuerzos, la barricada terminó cediendo ante la fuerza del agua. Nos sentimos desanimados y desilusionados de no haber podido mantener el agua dentro del pequeño espacio que habíamos construido.
Gus, en particular, se sintió muy decepcionado. Él había trabajado duro en la barricada y estaba muy emocionado por haber construido algo con sus amigos. Pero ahora, todo su trabajo había sido en vano.
Mi hermano Fabricio se acercó a Gus y le dijo que no se preocupara, que habíamos hecho todo lo que pudimos y que lo importante era haber trabajado juntos y divertirse en el proceso. Esto hizo que Gus se sintiera un poco mejor, pero todavía estaba triste por el fracaso de la barricada.
Mientras tanto, la tormenta seguía su curso, y el arroyo se hacía cada vez más peligroso. Decidimos salir del agua y buscar refugio en un lugar más seguro. Nos refugiamos debajo de un gran árbol y esperamos a que la tormenta pasara.
Mientras esperábamos, recordamos todas las cosas divertidas que habíamos hecho en el arroyo. Recordamos cómo habíamos construido nuestra primera presa y cómo habíamos encontrado un pequeño tesoro escondido entre las rocas. También recordamos cómo habíamos saltado por encima de los charcos y nos habíamos reído a carcajadas mientras nos mojábamos los pantalones.
Todos nos dimos cuenta de que, a pesar de que nuestra barricada había fracasado, habíamos pasado un tiempo increíble juntos. Nos habíamos divertido, habíamos aprendido cosas nuevas y habíamos trabajado juntos como un equipo.
Cuando la tormenta finalmente pasó, nos pusimos nuestras botas de agua de nuevo y regresamos al arroyo para ver los daños. Nos dimos cuenta de que, aunque nuestra barricada había fallado, habíamos hecho algunos progresos en nuestra construcción. Habíamos aprendido de nuestros errores y sabíamos lo que teníamos que hacer para hacerla más resistente en el futuro.
Gus, en particular, estaba muy emocionado por esta oportunidad de aprender y mejorar. Él se dio cuenta de que el fracaso era parte del proceso de aprendizaje y que, a pesar de que su barricada había fallado, había aprendido mucho sobre cómo construir una mejor en el futuro.
Mi hermano Fabricio se acercó a Gus de nuevo y le dijo que estaba muy orgulloso de él por haber trabajado tan duro y por no haberse dado por vencido a pesar del fracaso. Esto hizo que Gus se sintiera aún mejor, y se dio cuenta de que, aunque su barricada había fallado, había ganado mucho en términos de aprendizaje y crecimiento personal.
Así terminó nuestra aventura en el arroyo. A pesar del fracaso de la barricada, habíamos pasado un tiempo increíble juntos, habíamos aprendido cosas nuevas y habíamos crecido como individuos y como equipo. Todos nos fuimos a casa con una sensación de satisfacción y la promesa de volver al arroyo para construir una barricada aún mejor en el futuro.
Mientras caminábamos de regreso a casa, mi hermano Fabricio se acercó a mí y me dijo que estaba muy orgulloso de mi hermano Gus por no haberse dado por vencido y por haber seguido adelante a pesar del fracaso. Me sorprendió un poco escuchar eso de mi hermano, pero al mismo tiempo sentí un gran orgullo por mi hermano menor.
Desde pequeños, Gus y yo habíamos sido muy cercanos. Siempre había tratado de ser su protector, pero en ese momento me di cuenta de que era yo quien necesitaba protección. La determinación y la valentía de mi hermano me recordaron lo mucho que había aprendido de él a lo largo de los años, y lo mucho que todavía tenía por aprender de él.
Durante todo el camino de regreso a casa, estuve reflexionando sobre lo que mi hermano había logrado. Era increíble ver cómo un niño tan pequeño podía tener tanta determinación y coraje. Me di cuenta de que no importa cuánto crezcas, siempre puedes aprender algo de los más jóvenes.
Al llegar a casa, le pedí a Gus que se sentara conmigo y me contara todo lo que había aprendido ese día en el arroyo. Él estaba emocionado de compartir sus pensamientos y me contó sobre cómo había aprendido la importancia de trabajar en equipo, de aprender de los errores y de no darse por vencido.
Mientras lo escuchaba hablar, sentí una gran admiración y respeto por mi hermano menor. A pesar de ser más joven, había demostrado una sabiduría y una madurez que yo mismo todavía estaba tratando de alcanzar.
Le dije a Gus que estaba muy orgulloso de él, no solo por haber intentado construir la barricada, sino por haber aprendido tanto en el proceso. Le dije que lo admiraba por su valentía y determinación, y que estaba seguro de que llegaría lejos en la vida si seguía trabajando duro y aprendiendo de cada experiencia.
Gus sonrió con satisfacción y yo supe que había hecho algo bien. Me sentí agradecido de tener a un hermano tan sabio y valiente, y supe que había aprendido algo valioso de él ese día.
Esa noche, mientras me acostaba en la cama, reflexioné sobre la experiencia en el arroyo y sobre lo mucho que había aprendido de mi hermano menor. Me di cuenta de que, aunque yo era el hermano mayor, podía aprender mucho de él. Admiré su coraje y determinación, y me inspiró a ser un mejor hermano y persona en general.
En definitiva, la experiencia en el arroyo nos había enseñado mucho a todos. Habíamos aprendido a trabajar en equipo, a aprender de los errores y a no darse por vencido ante el fracaso. Pero lo más importante, habíamos aprendido a respetarnos y admirarnos mutuamente, sin importar la edad o la posición. Y eso era algo que nunca olvidaríamos.