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img img Romance img Casada Por Contrato Con El CEO... Y El Cometió Su Peor Error
Casada Por Contrato Con El CEO... Y El Cometió Su Peor Error

Casada Por Contrato Con El CEO... Y El Cometió Su Peor Error

img Romance
img 11 Capítulo
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5.0
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Acerca de

Sofía es una doctora brillante y reconocida, admirada por su ética y su talento. Su vida cambia por completo cuando es comprometida con el CEO de K.O. Company, el imperio empresarial más poderoso de Occidente, en un matrimonio arreglado que prometía estabilidad, prestigio y respeto. Pero lo que parecía un acuerdo perfecto se transforma en una pesadilla cuando el amor de la infancia de su esposo regresa al país y, bajo el título de secretaria ejecutiva, se instala en el corazón y en la vida del CEO. Cegado por esa presencia del pasado, él comienza a relegar a su esposa, ignorando su amor, su lealtad... y su verdadero valor. Lo que él jamás imagina es que Sofía no solo es la mujer a la que está perdiendo, sino también la mayor accionista de K.O. Company, la única persona con el poder suficiente para destruir el imperio que él cree gobernar. Lo que parecía destinado a terminar en un divorcio silencioso se convierte en una caída implacable. Porque cuando el amor es traicionado, el karma no pide permiso... y el CEO está a punto de pagar el precio más alto de su vida.

Capítulo 1 01

-Doctora Sofía, ¿está segura de que quiere firmar el documento y realizar el tratamiento? -preguntó el médico de cabecera de familia.

-Sí, Edwards, quiero terminar con esto lo antes posible -dije mientras sostenía con fuerza el lápiz de tinta en mi mano.

-Bueno, entonces quiero que sepa que una vez que firme no hay vuelta atrás. La dejaremos en observación por tres días y luego podrá ir a casa.

-Claro, doctor.

Aún no podía creer que mi esposo Francisco estuviera siendo el causante de todo eso. Desde que su secretaria, Anais, su amor de la infancia, había vuelto de Estados Unidos, él era un hombre irreconocible, como si no tuviera tiempo para mí.

Con el dolor de mi alma bajé la mano con el lápiz para firmar los papeles del aborto. Así es, estaba embarazada. Embarazada de mi esposo, que ya no estaba enamorado de mí, que cada vez que podía elegía a Anais antes que a mí.

Él se lo pierde, me dije para mis adentros, conteniendo las lágrimas. Si no hubiera sido por el correo electrónico que me envió Leandro en ese momento, habría cometido el error más grande de toda mi vida.

-Lo lamento, surgió algo -dije mientras tomaba mi abrigo y salía del lugar.

Lo curioso fue que, al momento de salir de la consulta, Matt estaba frente a mí, junto con Anais. La chica se sujetaba fuertemente el estómago, con gestos de dolor y quejidos. No pregunté qué hacían ahí; ¿qué otra cosa estarían haciendo en el área de maternidad?

-Sofía, puedo explicarlo -dijo Matt mientras sonreía nervioso.

-No expliques nada -dije, desviando la vista.

-¿Qué haces aquí? -me preguntó, incrédulo.

-Matt, trabajo aquí. ¿Se te olvidó?

Nuestra conversación fue interrumpida por un falso quejido de Anais. Rodé los ojos y me marché.

¿Cómo podría describir mi relación con Matt? Digamos que yo, Sofía Adams, de veintisiete años, egresada de medicina hace algunos años, un día, durante mis prácticas matutinas, conocí a Philip Stone, un gran empresario multimillonario con un carácter odioso. No lo juzgo: era mayor, estaba cansado y además enfermo.

Ese sábado por la mañana me tocó ser su doctora. Lo atendí como nunca, no porque fuera un CEO súper importante de una empresa, sino porque ese hombre estaba perdiendo su humanidad. Sentía lástima por él.

Su hijo, Matt Stone, llegó esa misma tarde, ebrio como nunca. Luchaba contra los guardias mientras intentaba entrar a la habitación.

-Alto, déjenlo pasar, es el hijo del paciente -les dije.

Esa fue la primera vez que Matt me miró a los ojos con ese brillo inexplicable.

Dentro de la habitación, Matt discutía con su padre. Poco corazón tenía al seguir discutiendo con un hombre que estaba a punto de fallecer.

-¡Silencio! -grité con firmeza-. El paciente debe descansar. No es momento para disputas familiares. Si te comportas como un niño, mejor lárgate.

En ese instante, el señor Philip sonrió como si hubiera encontrado oro.

-Tú -dijo firmemente-. Tú serás la esposa de mi hijo.

Quedé boquiabierta. Había conocido recién a aquel muchacho malcriado y su padre quería que nos casáramos.

Eso ocurrió hace aproximadamente cinco años. El señor Philip estaba fascinado conmigo, una doctora joven que podía controlar a su hijo. Lamentablemente, Matt no sentía lo mismo. A pesar de que aceptó sin hacer reproches, sabía que su corazón no me pertenecería.

Acepté porque me ofrecieron una gran cantidad de dinero. Lamentablemente, no tenía a mis padres conmigo para que pagaran mis estudios; tuve que endeudarme para poder ejercer. Esto cayó como un regalo del cielo. Lo bueno era que se trataba de un matrimonio de puertas hacia afuera: solo fingíamos para los noticieros, y eso no me molestaba.

Pero, como era de esperarse, estar tantos años con ese hombre hizo que generara sentimientos por él. Por un momento pensé que Matt también los sentía por mí. Éramos una pareja feliz y muy enamorada... hasta que su padre, Philip, el CEO de K.O. Company, falleció.

Matt se convirtió en el nuevo CEO. Pasaba más tiempo trabajando que conmigo. La distancia se hizo aún mayor cuando Anais, su ex amor de la infancia, volvió de Estados Unidos por la muerte de Philip, con la excusa de querer ver a su viejo mejor amigo. Yo estaba segura de que regresó porque sabía que Matt ahora era el CEO con mayores riquezas del continente.

Pensé que solo sería una burda visita, pero no contaba con que Anais fuera contratada por Matt como su secretaria personal. Estaban juntos en todos lados, incluso se veían más que conmigo.

No estaba lista. No quería ser madre soltera si el hombre que amaba estaba enamorado de su mejor amiga y dispuesto a criar al bebé que ella supuestamente llevaba en su vientre. ¿Cómo podía competir con eso?

No quería luchar contra una mujer más joven que yo. Preferí concentrarme en mi trabajo, así como Matt lo hacía con el suyo. De esa manera, todos seríamos felices. Pero, sin darme cuenta, yo ya no era feliz junto a él. Lo mejor sería que firmáramos el divorcio.

La pena en mi corazón era enorme, pero mayor era la lástima que sentía por Philip. Juré que amaría a su hijo y lo guiaría por el camino del bien, pero no pude hacerlo. Matt estaba más concentrado en otras cosas que en su esposa embarazada; estaba concentrado en su secretaria embarazada, que cargaba un hijo que ni siquiera era suyo.

Una idea se iluminó en mi cabeza. Como doctora tenía acceso a los archivos del hospital. Sabía que era poco ético, pero necesitaba sacarme la duda. Busqué los datos de Anais Carrera y, como esperaba, estaban vacíos. No había rastro de embarazo. Era mentira, una total farsa.

Sonreí para mis adentros. Podría usarlo en su contra, pero esa no era yo. Preferí cerrar los expedientes y seguir con mi vida. No caería tan bajo como ella.

Cuatro años atrás...

Ahí estaba yo, esperando a Matt con una cena por nuestro aniversario de bodas. Cumplíamos un año juntos y nuestra historia recién comenzaba. Era momento de celebrar. Philip estaba en un viaje de negocios en China, mientras nosotros vivíamos en Canadá.

Matt estaba más cansado que nunca. Su padre lo estaba preparando para ser el próximo CEO de K.O. Company, así que, notando su esfuerzo, le preparé su cena favorita: filete con ensaladas.

Mi corazón se prendió en llamas cuando lo vi entrar por la puerta con su traje azul marino, el mismo que usó cuando nos casamos. Sonreí feliz y corrí hacia sus brazos.

-Qué linda te ves, mi bella Luna.

Amaba ese apodo. Decía que la Luna era todo para él; cuando su madre falleció, le hablaba para calmarse. Me pareció tierno y romántico cuando me lo contó.

-Te amo, mi rey -comenté mientras besaba sus labios.

Matt estaba más cansado que nunca. Su padre lo estaba preparando para ser el próximo CEO de K.O. Company, así que, notando su esfuerzo, le preparé su cena favorita: filete con ensaladas.

Mi corazón se prendió en llamas cuando lo vi entrar por la puerta con su traje azul marino, el mismo que usó cuando nos casamos. Sonreí feliz y corrí hacia sus brazos.

-Qué linda te ves, mi bella Luna.

Amaba ese apodo. Decía que la Luna era todo para él; cuando su madre falleció, le hablaba para calmarse. Me pareció tierno y romántico cuando me lo contó.

-Te amo, mi rey -comenté mientras besaba sus labios

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