Hacía tres meses, lo había salvado por casualidad y llevado al hospital. Ahora, se había aprovechado de esa deuda para forzarlo a casarse con ella.
Aunque él había prometido devolverle el favor, debía de estar consternado por haberse visto obligado a casarse con una completa desconocida.
"Gracias, pero vine en mi motoneta. No te preocupes por mí, ve a atender tus asuntos".
Seguramente lo ofrecía por simple cortesía, un reflejo de sus modales de caballero. No sería prudente de su parte aceptar.
Al fin y al cabo, era solo un matrimonio por conveniencia. Le agradecía que hubiera accedido, pero no esperaba que se comportara como un verdadero esposo.
Ethan consultó su reloj y asintió. "De acuerdo, entonces me voy. Lamento que no podamos pasar juntos nuestro primer día de casados".
"No te preocupes", respondió Scarlett, genuinamente impresionada por su cortesía.
Ethan asintió y caminó con paso rápido hacia su auto, estacionado a poca distancia. Justo cuando abría la puerta, un pensamiento lo asaltó. Se giró y vio a Scarlett alejarse en la dirección opuesta sobre su motoneta eléctrica, envuelta en una gruesa chaqueta acolchada.
Su partida lo desconcertó.
Había asumido que lo había presionado para casarse por alguna segunda intención.
Sin embargo, ahí estaba ella, alejándose sin exigirle nada.
¿Era una táctica para hacerse la difícil?
Ethan frunció los labios, pensativo. Si ella era sensata, él la dejaría en paz.
Pero, ya que había prometido casarse, cumpliría con su parte del acuerdo, aunque fuera manteniendo oculta su verdadera identidad.
Dejando eso de lado, subió a su modesto auto y se marchó.
En la siguiente intersección, detuvo el vehículo y se bajó para caminar hacia un Maybach negro que lo esperaba a pocos metros.
Cuando abrió la puerta, el chofer le informó: "Señor, parece que su abuela ya está al tanto de lo suyo con la señorita Knight".
"¿Cómo se enteró?".
"Trey notó su ausencia en la empresa esta mañana e hizo algunas averiguaciones. Así fue como lo descubrió y corrió a contárselo a su abuela".
Ethan soltó una risa carente de humor. Su medio hermano, Trey Dixon, no había perdido el tiempo en correr a contarle a su abuela que se había casado con una mujer de origen humilde.
"Borra cualquier rastro relacionado con ella antes de que la abuela pueda intervenir. No quiero que nadie más se entere de nuestro matrimonio", ordenó.
"Entendido, señor".
Ethan tamborileó con los dedos sobre la ventanilla. Tras una pausa, agregó: "Mantenlo ocupado. No quiero que tenga demasiado tiempo libre".
"Por supuesto, señor". El chofer asintió y luego sugirió: "¿Quiere que organicemos algo de protección para la señorita Knight?".
El rostro de Ethan se endureció mientras sopesaba la sugerencia. "Sí, pero con discreción. Y asegúrate de que no descubra quién soy. No quiero que se haga ideas equivocadas".
Mientras tanto, Scarlett, ajena a toda esta complejidad, llegaba al hospital en su motoneta eléctrica.
En Pradset, el invierno llegaba antes que en otros lugares.
El viento helado, cargado de bruma marina, le azotaba las mejillas. Era un frío que calaba hasta los huesos y entumecía el corazón.
Envuelta en su chaqueta acolchada, Scarlett se detuvo frente a la unidad de cuidados intensivos de neurocirugía. A través del cristal, observó a su abuela, tan frágil, tendida en medio de una maraña de tubos. Los ojos se le anegaron de lágrimas.
Parpadeó para contenerlas y se forzó a sonreír.
"Abuela, ya me casé", susurró, acercando el certificado de matrimonio al cristal para que su abuela, Nicola Knight, pudiera verlo.
"Es alto, fuerte, apuesto... y se comporta como todo un caballero". Incluso después de haberlo forzado a casarse, él se había disculpado por no poder acompañarla en el día de su boda. "Así que no te preocupes por mí, estoy bien. Ahora tú tienes que ponerte bien. Por favor, abuela, resiste... aunque sea por mí. Eres la única familia que me queda. No me dejes sola".
Las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero Scarlett mantuvo la sonrisa, recordando lo mucho que a Nicola le gustaba verla sonreír.
Tras hablarle un rato más a Nicola, Scarlett fue a buscar al médico para preguntar por el estado de su abuela.
El doctor Cody Campbell, joven pero experimentado, se ajustó las gafas. "Su abuela es una persona mayor y el impacto emocional fue muy fuerte... Es un milagro que siga resistiendo. Su condición se ha estabilizado, pero que despierte o no, ahora depende de su propia voluntad".
Scarlett se clavó las uñas en la palma de la mano y asintió. "Gracias, doctor. Por favor, haga todo lo posible por ella. El dinero no es problema, con tal de que despierte. Y, por favor, manténgame informada".
Huérfana desde niña y criada por su abuela, Scarlett no podía concebir una vida sin ella.
No sabía qué había ocurrido el día que Nicola perdió el conocimiento. Solo supo por un vecino que alguien había ido a su casa y que habían tenido una fuerte discusión. Nicola se desmayó después de que esa persona se marchara.
Cody estuvo a punto de decirle que, por la edad de la paciente, existía la posibilidad de que no despertara nunca. Que sin importar cuánto dinero gastara en medicamentos, probablemente todo sería en vano.
Sin embargo, se guardó sus palabras al ver la determinación en el rostro de aquella joven, tan frágil y a la vez tan resiliente.
"Claro que sí. La mantendré informada".
Al salir del hospital, una ráfaga de viento helado le golpeó el rostro, haciéndola tiritar.
El cielo estaba encapotado, como si fuera a desplomarse en cualquier momento.
Frotándose las mejillas para quitarse el frío, Scarlett se dirigió hacia su motoneta eléctrica. Parecía que se avecinaba una fuerte nevada.
Justo cuando iba a encender la motoneta, el sonido de su teléfono rompió el silencio.
Scarlett se quitó los guantes y sacó el teléfono del bolsillo. El remitente del mensaje la sorprendió.
El nombre de usuario, una simple "E", no le decía nada, y la foto de perfil era solo un cielo nocturno, completamente oscuro. No había nada que lo identificara.
Tardó un instante en darse cuenta de que era Ethan, su flamante esposo.
Cuando lo salvó, él le había dado su tarjeta y le había prometido que, como pago, haría cualquier cosa que ella le pidiera, sin condiciones.
Después de que Nicola perdió el conocimiento, Scarlett se preparó para lo peor, tal como el médico le había advertido.
Pensó que, si su abuela se estaba muriendo, al menos quería cumplir su último deseo: verla casada.
Antes de recurrir a Ethan, se lo había pedido a varios hombres, pero todos la rechazaron al saber la condición de Nicola.
Después de tantos intentos fallidos, no le quedó más remedio que contactar a Ethan.
Pero Ethan fue diferente. Tras un simple intercambio en una aplicación social, aceptó de inmediato, lo que los había llevado a ese matrimonio repentino.
El mensaje de Ethan decía: "Mi dirección es Apartamento 1601, Edificio 6, Residencias Horizon, en Oak Road. Si tienes tiempo, puedes mudarte hoy mismo".
Un segundo mensaje llegó enseguida. "Compra lo que necesites. Tengo un día complicado, así que es probable que llegue tarde".
Y a ese mensaje le siguió la notificación de una transferencia por dos mil dólares.
Scarlett leyó los mensajes, desconcertada.
¿Acaso le estaba sugiriendo que vivieran juntos, como lo haría una pareja normal?