Iván Castillo, heredero de la ganadería Salazar, prometido de la hermosa Luciana y leyenda taurina en ciernes, vivía una vida perfecta, el orgullo de sus padres adoptivos.
Pero su mundo se hizo añicos el día que apareció Máximo Salazar, el hijo biológico "perdido" de la familia.
De repente, la familia que lo adoraba empezó a verlo como un "usurpador", exigiéndole un riñón para el "delicado" Máximo, acusándolo de robarles todo y tratándolo como un mero banco de órganos.
Su prometida, Luciana, le ofreció casarse con él... si donaba. Don Ricardo le escupió que solo lo salvó por su sangre compatible, que su vida les pertenecía. ¿Cómo pudo el amor de veinte años convertirse en un desprecio tan vil y absoluto de la noche a la mañana?
Fue en la mesa de operaciones, mientras su cuerpo fallaba y Luciana ordenaba "¡sigan, él puede soportarlo, salven a Máximo!", que Iván Castillo murió, no sin antes escuchar una voz fría: "Misión fallida. Iniciando transferencia a nuevo anfitrión. Nueva misión: Venganza y una nueva vida".
