DE MONJA A ESPOSA
img img DE MONJA A ESPOSA img Capítulo 7 SÉPTIMO CAPÍTULO
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Capítulo 10 DÉCIMO CAPÍTULO img
Capítulo 11 UNDÉCIMO CAPÍTULO img
Capítulo 12 DUODÉCIMO CAPÍTULO img
Capítulo 13 DÉCIMOTERCER CAPÍTULO img
Capítulo 14 DECIMOCUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 15 DÉCIMOQUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 16 DÉCIMOSEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 17 DÉCIMOSEPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 18 DÉCIMOCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 19 DECIMONOVENO CAPÍTULO img
Capítulo 20 VEINTEAVO CAPÍTULO img
Capítulo 21 VIGÉSIMOPRIMER CAPÍTULO img
Capítulo 22 VIGÉSIMOSEGUNDO CAPÍTULO img
Capítulo 23 VIGÉSIMOTERCER CAPÍTULO img
Capítulo 24 VIGÉSIMOCUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 25 VIGÉSIMOQUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 26 VIGÉSIMOSEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 27 VIGESIMOSEPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 28 VIGESIMOCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 29 VIGESIMONOVENO CAPÍTULO img
Capítulo 30 TRIGÉSIMO CAPÍTULO img
Capítulo 31 TRIGÉSIMO PRIMER CAPÍTULO img
Capítulo 32 TRIGÉSIMO SEGUNDO CAPÍTULO img
Capítulo 33 TRIGÉSIMO TERCER CAPÍTULO img
Capítulo 34 TRIGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 35 TRIGÉSIMO QUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 36 TRIGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 37 TRIGÉSIMO SÉPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 38 TRIGÉSIMO OCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 39 TRIGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO img
Capítulo 40 CUATRIGESIMO CAPÍTULO img
Capítulo 41 CUATRIGESIMO PRIMER CAPÍTULO img
Capítulo 42 CUATRIGESIMO SEGUNDO CAPÍTULO img
Capítulo 43 CUATRIGESIMO TERCER CAPÍTULO img
Capítulo 44 CUATRIGESIMO CUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 45 CUATRIGESIMO QUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 46 CUATRIGESIMO SEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 47 CUATRIGESIMO SÉPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 48 CUATRIGESIMO OCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 49 CUATRIGESIMO NOVENO CAPÍTULO img
Capítulo 50 QUINCUAGÉSIMO CAPÍTULO img
Capítulo 51 QUINCUAGÉSIMO PRIMER CAPÍTULO img
Capítulo 52 QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO CAPÍTULO img
Capítulo 53 QUINCUAGÉSIMO TERCER CAPÍTULO img
Capítulo 54 QUINCUAGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 55 QUINCUAGÉSIMO QUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 56 QUINCUAGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 57 QUINCUAGÉSIMO SÉPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 58 QUINCUAGÉSIMO OCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 59 QUINCUAGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO img
Capítulo 60 SEXAGÉSIMO CAPÍTULO img
Capítulo 61 SEXAGÉSIMO PRIMER CAPÍTULO img
Capítulo 62 SEXAGÉSIMO SEGUNDO CAPÍTULO img
Capítulo 63 SEXAGÉSIMO TERCER CAPÍTULO img
Capítulo 64 SEXAGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 65 SEXAGÉSIMO QUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 66 SEXAGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 67 SEXAGÉSIMO SÉPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 68 SEXAGÉSIMO OCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 69 SEXAGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO img
Capítulo 70 SEPTUAGÉSIMO CAPÍTULO img
Capítulo 71 SEPTUAGESIMO PRIMER CAPÍTULO img
Capítulo 72 SEPTUAGÉSIMO SEGUNDO CAPÍTULO img
Capítulo 73 SEPTUAGÉSIMO TERCER CAPÍTULO img
Capítulo 74 SEPTUAGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO img
Capítulo 75 SEPTUAGÉSIMO QUINTO CAPÍTULO img
Capítulo 76 SEPTUAGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO img
Capítulo 77 SEPTUAGÉSIMO SÉPTIMO CAPÍTULO img
Capítulo 78 SEPTUAGÉSIMO OCTAVO CAPÍTULO img
Capítulo 79 SEPTUAGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO img
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Capítulo 7 SÉPTIMO CAPÍTULO

Esa noche, Adriana no hizo más que llorar desconsolada, sola en su habitación. Tenía rabia consigo misma, y con la vida que le tocó. Rabia por sentir un amor no correspondido, rabia por tener que ser la hija de una madre ambiciosa y sin sentimientos, rabia por qué aunque quisiera rebelarse y luchar por ser la esposa de Ares, jamás podría ir en contra de los deseos de su padre, y menos culpar a su hermana. Ella sabía que debía llorar en silencio, y mostrarse tranquila ante los demás, pues ya suficiente tenía la pobre Aurora con tener que casarse con alguien a quien le tenía miedo.

... Al día siguiente, muy temprano en la mañana. Aurora escribe una carta, dirigida a la madre superiora, indicando, que rechaza los hábitos, y que declina su interés de convertirse en monja. Sale y la pone en el buzón, y regresa a la casa pensativa, de lo que de ahora en adelante será su nueva vida. -¿Qué haces ahí de pie tan pensativa? -Le pregunta Adriana, quien al salir de la habitación, para desayunar e irse al trabajo, la ve al pie de las escaleras, con los ojos cerrados, totalmente estática. -La vida es complicada, ¿cierto? -Suelta una bocanada de aire, y mira a su hermana con dulzura, con su rostro angelical, que ya no estaba siendo cubierto por la toca. -¿Lo dices por tu boda? -Es que... Hasta hace tan solo unos días, era una novicia, y ahora me voy a casar. Y ninguna de esas dos elecciones las tomé yo. Dios tiene planes muy extraños para cada uno de sus hijos. -¿Y me lo dices a mí? -Se ríe Adriana de sus propias desgracias. -¡Lo siento! -Finalmente dice Aurora, derramando un par de lágrimas. -Jamás quise hacerte daño -¡Ey!... Tranquila, no pasa nada. -La mira aún desde el segundo piso. -Yo estoy bien. -¿En serio? Adriana empieza a bajar las escaleras, para dar respuesta a la pregunta de Aurora, a quien abraza apenas está cerca. -Sí, lo estoy. Ahora solo me preocupas tú. Pareces distraída, y temerosa. Y mírate, ¿por qué aún usas el hábito? -No es algo de lo que me pueda desprender tan fácilmente. Durante dos años lo usé. Ahora simplemente me dicen que debo dejarlo, y no puedo. -Se aparta de su hermana -Entonces, ¿si querías ser monja? -Más bien, no tengo ropa, solo mis hábitos. -Espera, ¿y la ropa que dejaste aquí cuando te fuiste? -La mayoría no me queda, ya pasaron dos años y mi cuerpo cambió. -Lo entiendo. Pero ahora ya no eres novicia. Tal vez deberíamos ir de compras. -Lo soy hasta que la madre superiora lea mi carta, y redacte mi salida como novicia de forma definitiva. Tal vez cuando reciba la respuesta de mi congregación, acepte tu invitación. -¿Y entonces?, ¿hasta que no te den respuesta, seguirás usando esa ropa? -Es lo que tengo... -Pero no creo que a Ares le guste. Aurora inmediatamente se pone nerviosa al escuchar el nombre de su prometido. -Seguramente, pero, no puedo violar las reglas de la congregación, así como así. Adriana toma sus manos, y la mira fijamente a los ojos. -¡Aurora!, ya has rechazado ser monja. Nadie puede obligarte a hacer lo contrario. Vamos, quizás yo tenga algo que pueda prestarte. Aurora sigue a su hermana no muy convencida, pero ya no quería seguir rechazando sus buenas intenciones. Apenas, estaban subiendo por las escaleras, cuando el timbre de la puerta suena, y se detienen para ver quien es. Es Ares y su madre, que entraron apenas les fue abierta la puerta por Esther. De inmediato, Aurora gira su cara, quedando completamente de espalda hacia ellos, quien se sentía desnuda sin la toca en su rostro. Adriana le comunica con los ojos, que debe calmarse, al sentir sus manos temblorosas. Aunque ella estaba igual, pues debía hacer lo posible, por soportar, ver al hombre que amaba, venir por su hermana, y no por ella. -¡Buenos días, niñas!, ¿y sus padres? -Pregunta Jazmín, quien tiene afán, y desea llegar temprano a la oficina. -¡Buenos días, Señora! Mis padres deben estar en el comedor. -Responde Adriana centrando sus ojos en Ares, que está al igual que siempre perfectamente acicalado, con su traje de oficina, pero era innegable que el aire frío de la mañana le sentaba muy bien, y con esa expresión de indiferencia que lo hacía tan interesante. Ares ni siquiera se digna a saludarlas. Le preocupa más, salir de allí rápidamente para tener tiempo de ver a Vanesa, antes de irse a trabajar. -¿Ya se fueron? -Le pregunta Aurora a su hermana, en voz baja, totalmente petrificada a mitad de escalera. -Sí, se fueron al comedor. Ahora, con más razón, debes venir conmigo. Hay que quitarte esa ropa. -La lleva con prisa Adriana, a su habitación. ... Busca con desespero, en su armario, algo que le guste a Aurora, pues todo le parece muy atrevido. -De verdad que ya no sé qué mostrarte. Eres demasiado mojigata. Así como vamos, terminarás usando una sábana para cubrirte de pies a cabeza. -Le dice muy frustrada. -No seas exagerada. Es solo que toda tu ropa es muy ajustada. No me sentiría cómoda. Me gustaría algo, un poco holgado. A Adriana le viene a su mente, un vestido que compró hace mucho, y que por error empacaron una talla más grande. Siempre dijo que lo devolvería, pero pasó el tiempo y jamás lo hizo. -Ya sé. Creo que tengo algo que te puede gustar. Saca de una caja, guardada en el fondo de su armario, un vestido largo hasta debajo de la rodilla, de color gris, manga larga, cuello redondo. Era simple, y muy recatado, Justo lo que Aurora quería. Adriana lo había comprado, por qué en la talla correcta, acentuaba muy bien la figura, pero como era un poco más grande, quedaba holgado, y sin forma. Aurora apenas lo ve, acepta cambiarse de ropa, y en efecto, al ponérselo, ella se sentía muy cómoda, aunque no le favoreciera en nada. Recoge su cabello en un moño estilo tomate, que Adriana le ayuda a hacerse, dejando ver el esplendor de su hermoso rostro. -Deberías dejar tu cabello suelto. Es hermoso. -Gracias, pero no estoy acostumbrada. -¡Pues es una lástima! -Comenta Adriana, quien ve a Aurora a través del espejo de su tocador, sentada en su cama, mientras termina de arreglarse lo mejor que puede, para Ares, pues era inevitable que no quisiera verse preciosa para llamar su atención, aunque sabía que su hermana era más bonita que ella, y eso en el fondo, le producía algo de envidia. ¡Jamás podría competir con Aurora! *** Isaías y Eloise, estaban sentados en la mesa, esperando el desayuno, muy disgustados entre sí, por una discusión que tuvieron la noche anterior, con respecto al comportamiento de Eloise, y a la condición que puso Isaías, para que Aurora se casara con Ares. Ninguno de los dos dice una palabra, manteniendo su posición de orgullo, hasta que aparecen Jazmine y Ares, sin ser anunciados. -¡Buenos días! -Entra Jazmine, altiva y toma asiento, seguida de su hijo, que hace lo mismo. -Jazmine, no pensé que vendrían tan temprano. -Tengo muchas ocupaciones Isaías, y en un par de semanas me iré de viaje, es por eso que necesito hacer todos los preparativos de la boda. Ares y Aurora se casarán en una semana, y la luna de miel será una semana en las Maldivas. Apenas regresen, Aurora podrá retomar sus estudios de derecho, y cumpliré todo lo que te prometí. -Está bien, si ya lo han decidido. -Libera un suspiro de cansancio, observando a Ares, al que no parece importarle nada de lo que están diciendo. -Bien. Teniendo todo claro. Dale la información a Aurora, y dile que la espero hoy en mi oficina. Necesito hablar con ella del acuerdo prenupcial. -Yo iré con ella. Aurora no sabe de estas cosas y debe tener a alguien que la represente. -Interviene Eloise -No es necesario. Aurora ya es una persona adulta, y a petición de Isaías, todo estará a nombre de ella, así que no tengo que entenderme con nadie más. Eloise contiene su ira ante las palabras de Jazmine, mientras intenta idear un plan, para que su tonta hijastra, le dé acceso a todo el dinero que obtendrá de los Walton. -Bueno, si no es más, creo que lo mejor es que nos vayamos, mamá. -Comenta Ares, desesperado por regresar a su apartamento, donde debe estar esperándolo su novia. Jazmine, asiente y se levanta junto a su hijo y se marchan. Minutos después bajan Aurora y Adriana, que se topan con la sorpresa de que Ares ya se ha ido. Aurora respira de alivio, y Adriana de frustración, pues se había arreglado tanto para nada, aunque su frustración pasa a un segundo plano, al enterarse de que el hombre de sus sueños, y su hermana, se casarán en una semana. Ninguna de las dos jóvenes comenta nada. La mayor, por tristeza, y la menor, porque no termina de asimilar que se casará. -¿Hoy tienes algún evento? -Le pregunta Isaías a Adriana, al verla tan arreglada. -¡No, papá!, solo voy a la oficina, a trabajar como todos los días. ¿Por qué?, ¿me veo muy elegante? -Algo... -No le prestes atención a tu padre. ¡Te ves hermosa!, de ahora adelante deberías arreglarte así. -Comenta Eloise, que sigue intentando congraciarse con su hija. -¡Gracias! -Le responde fríamente Adriana. -Bueno, ya me voy. -Espera. ¿Puedes llevar a Aurora contigo? -Le pide Isaías. -¿A mí?, por qué? -Jazmine quiere verte. Hablaran del acuerdo prenupcial. -¿¡Qué!? -Se sorprende Aurora, y Adriana también lo hace. -Si claro. No hay problema. Yo la llevo. -Afirma Adriana, quien usa todas sus fuerzas para mostrar una sonrisa. -Antes de que se vayan, me gustaría hablar con Aurora. -Dice Eloise, que intenta levantarse de la mesa pero su esposo, no la deja, sujetándola por el brazo. -¡Siéntate!, tú no tienes nada que hablar con Aurora. -Pero es que... -¡Nada! Las chicas, observan el actuar de sus padres, saben que están disgustados, pero prefieren no intervenir. ... Apenas Jazmine ve entrar por la puerta de su oficina a Aurora, no puede evitar maravillarse ante la hermosura de la joven, y el parecido tan evidente con su madre. -¡Oh, por Dios!, pero que linda eres niña. ¿Cómo pudiste esconder ese hermoso rostro, durante tanto tiempo? -Se acerca a ella, y la abraza con tanto cariño, que hace que la joven se sienta más segura. -De seguro mi hijo se llevará una buena sorpresa cuando te vea. -Comenta Jazmine que ahora tenía la ilusión de que Ares se fijara en Aurora, y se olvidara por completo de la tal Vanesa. Las dos toman asiento -¿A qué se refiere? -A que eres hermosa, querida. Y con un rostro como el tuyo podemos lograr que incluso un hombre tan cabeza dura como mi hijo, caiga rendido a tus pies. Solamente tenemos que intensificar esa belleza. Un mejor peinado, ropa digna de la futura señora Walton, zapatos que estilicen tu altura, joyas que resalten tu belleza, y un maquillaje que te haga ver aún más radiante. Jazmine no para de hablar, aturdiendo a Aurora, planeando tantas cosas con las que ella no se sentiría cómoda. De pronto se escucha la voz de Ares irrumpir en la oficina, y Aurora siente que le dará un ataque al sentir su corazón latir tan fuerte. -Mamá, ya estoy aquí. Podemos firmar de una vez. Tengo afán. Hay algo importante que debo resolver. -¿Y qué puede ser más importante qué tu futura esposa?, a quién por cierto, aún no saludas. -Ares, que está al lado de Aurora, mira hacia abajo, notando por primera vez, a la mujer que está sentada frente a su madre. -¡Hola! - Dice fríamente, y con desgano, percatándose de que ya no lleva el hábito, lo que despierta su curiosidad. Es la primera vez que realmente verá de adulta a su esposa. Por fin conocerá ese rostro que está boca abajo, y se levanta para devolverle el saludo. -¡Hola! -Levanta la cabeza Aurora, observando al imponente hombre que la está mirando fijamente, temerosa de que la desprecie por su verdadero aspecto. ¡Vaya sorpresa!, al ver a la hermosa joven, que lo deslumbra con cada facción de su rostro, esa misma joven que vio hace unas noches en una parada de autobús, y qué lo dejo totalmente impactado. Aquella de cabello largo y rostro dulce a quién incluso comparó con un ángel. -Tú... tú... tú... la otra noche tú... -¡Eh! -Muestra confusión Aurora, que no entiende lo que le dice. -¿Por qué tartamudeas tanto?, ¿acaso te ha dejado desconcertado la belleza de tu esposa? -Comenta complacida Jazmine, al ver la reacción de su hijo, confirmando sus sospechas. Ares de inmediato reacciona ante la intervención de su madre. -¿Dónde tengo qué firmar? -¿No quieres conocer las cláusulas, primero? -Solo dime dónde tengo que firmar. Jazmine abre una carpeta, frente a su hijo, y le ofrece un bolígrafo. Ares, sin leer una sola letra de lo que allí dice, firma, y sale prácticamente despavorido. -¿Tú si quieres leer? -Le pregunta jocosamente Jazmine a Aurora, quien a pesar de estudiar dos semestres de derecho, y conocer un poco las leyes, confiaba ciegamente en la mejor amiga de su madre. -No es necesario. Si Ares firmó es porque confía en usted al igual que yo. Además, ya mi padre me dijo que las cláusulas princípiales es la disolución del matrimonio en 5 años, y los bienes que usted pondrá a mi nombre, que la verdad no me interesan para nada. -¿Segura de qué no quieres leer? -Le vuelve a preguntar Jazmine. -No, tranquila. -Toma tímidamente la pluma, y firma, sellando sin saber, un contrato, donde se les exige un hijo para poder separarse en el lapso de 5 años, o de lo contrario deberán pagar la suma de $100.000 millones de dólares, algo que ni la propia Jazmine puede pagar. Una cláusula que incluyó como un juego, solamente para hacer enojar a su hijo, ya que supuso, que cada uno tendría peticiones que hacer, por lo que eso sería inicialmente un borrador, pero jamás se le cruzó por la cabeza, que ese contrato prenupcial, sería firmado por los dos implicados, sin reparo alguno, dando así la posibilidad de cumplir uno de sus sueños más anhelados, el de ser abuela, y tener un heredero digno para Walton,s Car. #NOTA Lamento la tardanza en subir los capítulos, pero aún no he firmado contrato. Gracias por sus comentarios, y por leer mi nuevo libro. No olviden seguirme en mi página de Facebook, Maxxi Mendoza escritora, allí les doy adelantos de capítulos, las mantengo actualizadas, algunos spoilers, y también contesto sus mensajes. ¡¡Un abrazo!!

            
            

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