Capítulo 9 IX: Arrepentimientos.

Capítulo 9: Arrepentimientos.

[Paulette]

Escuchando como Zion se revuelca con una mal dita zorra, lloro por enojo, lloro por abrir mi corazón.

«Sé que no somos nada, pero... ¿Por qué me duele tanto?».

Con las lágrimas por todas partes, me voy al baño a lavarme la cara, abro el grifo, echo agua en mi cara, está fría, pero no importa porque mi corazón también lo está.

Me mojo el rostro y me restriego con agua fuerte para borrar esta rabia que cargo encima y obvio que no lo logro.

Tomo el jabón y me enjabono mi cara con cuidado de que no entre en mis ojos, claro lo pienso mejor y no es para tanto, así que la lavo mi cara y me miro al espejo.

-Tú eres una mujer arrecha, potra, empoderada, jamás necesitarás de alguien solo a ti y el amor de tu familia. - Me doy ánimos viéndome a los ojos. Salgo del baño y pongo Beethoven para ahogar los sonidos asquerosos de esos estúpidos, que lo que hacen es hacerme sentir repudio hacia ellos.

Pero no puedo dormir, así que abro la puerta y veo que una silueta femenina está saliendo de la habitación 04. Donde habita el idiota por el que estoy sintiendo un manantial de sentimientos y ya he entendido que a él no le importa eso.

«Mala suerte que los pasillos a esta hora no tengan luz».

La sigo hasta la cocina, pero desaparece.

«No sé dónde carajos está».

Me da igual y abro la nevera para beber mi jugo de manzana, que claro tiene mi nombre.

¡Plam!

Se cae el jugo de manzana al suelo, porque alguien me está ahorcando con el brazo.

-Maldita. - Me maldice una voz femenina. Forcejeo un poco. Recuerdo las clases de defensa personal que he tomado, le piso el pie, se descuida con un truco, le doblo el brazo y le muerdo el hombro hasta sangrar. Para después tirarla hacia delante y deshacerme de mi atacante.

-A mí nadie me dice maldita, maldita, ni se te ocurra tocarme ni un pelo o sabrás cuál es el infierno. - La pateo, pero igual aún no puedo ver su identidad, sin embargo, sé que es una mujer por la voz que escuche.

Tomo el jugo del suelo y se lo derramo sin piedad.

-Te dejo vivir por ahora, pero si hay próxima vez, ten por seguro de que no respirarás otra vez. - Me despido y me devuelvo a mi habitación.

«Poca madre. Dios eso desprendió mucha adrenalina de mi cuerpo; creo que ahora si caeré como plomo».

***

Estoy junto a Alish y Alma, es raro no he sabido de Alba desde ayer y de Zion menos, es cierto lo he evitado, a veces le miro a ver cómo está, pero cuando voltea, yo volteo, no quiero que me vea doblegarme ante él.

Hoy nos toca deporte, por lo cual nos toca traer una camisa blanca con unos shorts que tapan hasta por debajo del muslo, en el caso de los hombres llevan pantalones holgados los que los hace ver divertidos.

Afortunada o desafortunadamente obligadamente todos los del grupo A-1, es decir, mi grupo debemos asistir, ya que es el 15% de nuestra calificación final. Yo sé que Zion podrá ser todo un chico problemas, pero es responsable con sus estudios.

Tal y como si lo hubiera invocado está al final de la reja de la cancha rodeado de unos chicos igualmente guapos como él.

«Paulette ya deja de fijarte de Zion capaz él, ni siquiera le pasas por la mente».

Me siento en el banco que da al frente de un jardín muy hermoso que está al lado de la cancha.

-Pau, ¿Por qué estás así?, Llevas así desde esta mañana. - Me saca de mis pensamientos Alma que tiene una cara de preocupación que le debo una explicación. Suspiro por recordar cosas y le respondo.

-Ayer Zion y yo nos besamos, pero no llegamos a mayores porque así lo dictan las reglas de la casa, además no soy una mujer fácil, por lo que él decidió acostarse con una zorra y hacerla sonar como lobo herido. - Soy franca con Alma, la cual ha quedado boquiabierta por mis explicaciones. Tal vez esa sea la razón por la que me siento en este estado de dejadez.

-¿Por qué no me llamaste, sabes que vivo al lado de tu cuarto, soy la numero dos? - Me golpea levemente el brazo, quedo pensativa.

«Es cierto, creo que debí... No mejor fue lo que paso».

-De todos modos, ya sabes y cualquier cosa te diré de aquí en adelante. - Me disculpo por mis acciones, lo que me parece raro, pero ya lo hice. También es bueno saber que tengo la opción de llamar a una amiga.

El profesor nos hace una seña de que "vayamos para allá" y obedecemos, forman grupos, chicas y chicos, hace parejas, no hace falta decir que me toco con el rey de Roma.

Tenemos que hacer un circuito, 8 estaciones, cauchos, cuerdas, pelotas, esas cosas. Somos la pareja número 4.

Mientras que espero al lado de él, sin dirigirle ni una palabra, observo como se hace el circuito para no quedar en ridículo.

-Baudelaire y Agreste. - Llama el entrenador. Y me levanto empoderándome para que vea que soy una mujer fuerte y que las idioteces que él hace no me afectan en nada.

Sin muchas ganas voy con él, hacia la primera estación, que es pasarse el balón.

-Hola, ¿Cómo estás? - Pregunta Zion, un poco tímido, con un tono culpable, lo que me mueve el corazón, pero no quiero mostrar debilidad. Con mi cara seria en todo momento, le contesto.

-No te incumbe. - Respondo cortante para no alargar más a la conversación, debo de ser seca para que se note mi indiferencia hacia él y que se entere de una vez que yo no soy uno de sus juegos.

«Ahora si estoy bien, gracias por preguntar. Respondo a su pregunta cómo me hubiera gustado responder lo que pasa es que no me trago el orgullo».

-Por supuesto me incumbe, tú eres muy importante para mí...- Aparta la mirada, lo último lo dice en un hilo de voz perfectamente audible para mí. Reacciono resoplando la estupidez que dijo, y tan sencillo no me la creo, esa mentira.

Ahora vamos hacia la segunda estación, los cauchos.

-Eso debiste pensar antes de hacer...-Mascullo sin terminar la oración.

«No quiero volver a suponer de él y en lo que hizo ayer».

-¡Pau cuidado! - Me advierte Zion antes de caer al suelo, me atrapa y quedo entre sus brazos, siento su respiración agitada sobre mí, con sus ojos almendras llenos de destellos, porque está cerca de mí, sosteniéndome.

«Mierda, me he sonrojado».

Tomo equilibrio y lo aparto, voy hacia la tercera estación que es escalar una cuerda y bajar sin caerse.

Empiezo a escalar como frenética.

«Quiero terminar con esto de una vez».

Zion no se queda atrás y empieza a escalar rápido para llegar hacia donde estoy.

«Diablos, estoy que no puedo más, he hecho tanto roce con mis manos que están que sangran».

«¿Por qué eres tan impulsiva Paulette Baudelaire?».

Zion me acerca a él, para no caer, me mira ansioso queriendo llevarme de este lugar.

Yo, en otro impulso bajo sin cuidado, me dirijo hacia la cuarta estación.

«Quiero estar lo más lejos posible de él».

Tengo que saltar unos palos que están acostados en el suelo, así que procedo, a brincar como conejito, yendo directamente hacia la quinta que es saltar otros aros, lo hago sin falta, pero me toman de la camisa y caigo.

¡Pum!

Siento como un cuerpo muy pesado cae sobre mí, abro los ojos muy adolorida.

-Zion. - Susurro ahora sin tantas fuerzas sobre su cara. Me mira y me da un piquito, se acerca a mi oído.

-¿Acaso esta es la única manera en la que puedo captar tu atención? - Me masculle, no me quiero mover, quiero seguir sintiendo su calor, su sudor, quiero besarlo, quiero tocarlo, quiero hacerlo MÍO.

«¿Paulette por qué le cargas tantas ganas a este pelirrojo?».

«Tienes que mantenerte firme, ahora sácatelo de encima».

Mi lado racional me domina, pero antes le miro dulcemente, con unas ganas tremendas de hacerlo mío, me contengo y lo aparto con cariño

Voy hacia la sexta estación que es evitar unos conos, me aseguro con la mirada de que nadie haya visto la escena, tengo la certeza de que muy pocos vieron lo que pasó.

«Tengo que ser coherente con lo que siento, tengo que alejarlo de mí, sin embargo, no quiero que esté lejos de mí, que solo me pertenezca a mí».

Sin muchos ánimos termino el circuito y voy por el consuelo de Alma y Alish, desde que llegue aquí se convirtieron en mi muro de apoyo y necesitan saberlo.

-¿Vieron lo que paso? - Pregunto cansada y adolorida por lo compulsiva que fui, me siento en el medio de Alma y Alish, tomo mi termo y bebo de él, como sí hubiera ido al desierto y vuelto.

-Sí, tiene la fortuna de que casi nadie haya visto ese pequeño espectáculo que monto Zion. - Me recalca Alma con un ligero enojo al igual con el que estoy yo, pero a estas alturas me da igual.

-Sí, él te hace daño, conocerá cuál es el infierno. - Musita Alish, casi inaudible para mí, no obstante, logro escucharlo perfectamente.

Tomo su mano con fuerza y la miro con dulzura.

-Gracias por tus palabras Alish. - Le sonrió, se ha sonrojado, la suelto y nos disponemos a ver cómo le toca a Alma el circuito.

                         

COPYRIGHT(©) 2022