Capítulo 3 LIMPIOS

La enfermera vivía en una casa antigua de paredes altas y techo en madera, con olor a húmedo y a viejo, en ese lugar acomodo a Viviana junto con su hija, llego un hombre medio gordito de aproximadamente cincuenta años, con una verruga al lado de la boca, la saludo diciéndole:

-hola señora Viviana, me llamo Lorenzo, mi esposa Pepita me llamo a contar lo sucedido, por favor siéntate como en tu casa, si necesitas algo, lo que sea no dudes en pedírnoslo, nosotros estamos para servirte.

Viviana agachando la cabeza le contestaba:

-Don Lorenzo, estoy en deuda con ustedes, espero poder pagarles algún día, trataré de ayudarles en lo que más pueda.

La enfermera Pepita la interrumpió enunciándole:

-no mi niña bonita, usted no está para hacer aseo, tiene que recuperarse del parto, coger fuerza para que pueda dar buena alimentación a él, bebe, no la quiero ver que agarre la escoba, se tiene que cuidar.

Como si fuera una bruja, su predicción se cumplió, Viviana todos los días le hizo aseo a esa enorme casa cambiándole el olor, los primeros días la señora Pepita intento frenarla, después ya disfrutaba de su empleada personal e incluso le buscaba otras labores, tanto que la muchacha por la noche quedaba fundida en su dormitorio, ya que su hija a la que aún no le colocaba un nombre fijo, le decía Pepita en honor a su salvadora.

Lo complicado eran las noches en que la enfermera trabajaba y don Lorenzo trataba de sobrepasársele, le golpeaba en la puerta susurrándole:

-Viviana, debería venir a mi cuarto a calentarme, puesto que está haciendo mucho frío.

Ella se encerraba con llave, abrasando su pequeña hija, tratando de no confrontarlo ni hacerlo sentir mal, le decía cosas como:

-no don Lorenzo, estoy muy enferma, tengo mucho cansancio, es que hoy no me bañe.

Aparte de eso todo fue normal hasta que en el primer mes de su bebe, don Lorenzo les compro ropa a las dos y una torta junto a una bebida para celebrar, Viviana se tomó más de media botella, que junto con el cansancio le provocaron que se quedara dormida profundamente.

El llanto del bebe hizo que despertara, trato de levantarse, pero un dolor en su cuello y manos se lo impidió, descubrió que estaba amarrada y amordazada, a su hija la escuchaba lejos, aunque estaba encerrada en una caja en la misma habitación

...

Mientras tanto, a unas cuadras de ese lugar se encontraban los cuatro guardaespaldas desempleados entraron a celebrar a un bar que estaba lleno de mujeres vestidas con pequeños vestidos, Juan llego gritando:

-mesero deme su mejor mesa y la botella, la más costosa que tenga.

Enseguida fueron acomodados en una mesa donde los meseros les trajeron una botella importada, que aunque su contenido no era fino, si lo estaban cobrando como tal, aunque esto los transformo en apuestos príncipes, por qué las mujeres les empezaron a sonreír e incluso se peleaban por sentarse con ellos.

Jefferson abrasó a dos bellas mujeres y muy alegre les dijo:

-un fin de semana con este par de bellezas y de seguro recupero mi peso.

Juan se rio mostrando sus pocos dientes, le mencionó con una voz ronca:

-eso ya no importa, ahora que tenemos mucho dinero nos vemos lindos como sea y si no, pues se puede mandar a hacer la liposucción.

Carlos se levantó para añadir:

-eso es ahora que somos los patrones, nos veremos siempre rodeados de mujeres hermosas.

La botella se desocupó en segundos y pedían otra que tampoco duro y luego otra, solo Jon se oponía opinándoles:

-esperen, cojámosla suave, no podemos dar mala apariencia, mejor deberíamos tomar solo gaseosa.

Los demás se le burlaban diciéndole:

-no sea miserable, deje de ser tacaño, por eso es que nunca va a ser nadie en la vida por ser tan amarrado.

Pero él tenía la razón, pronto los tragos se les subieron en la cabeza y resultaron solos, con la mesa llena de botellas vacías y sin dinero ni para el servicio de taxi.

Juan se exaltó tumbando la mesa, grito:

-esas malvadas mujeres me robaron el dinero.

Automáticamente, los guardias del bar les empezaron a pegarles garrotazos sin preguntarles una palabra.

-vámonos, corramos -les propuso Jon cubriéndose con una silla los ataques de un guardia.

-Yo no me voy sin mi plata, me la tienen que devolver -gritaba Juan como un loco.

-Si es verdad, este bar nos tiene que responder por nuestro dinero, -le reclamo Jefferson al cantinero y este le contesto:

-no, señor, el bar no tiene relación con las mujeres que vienen aquí, es que ni siquiera conozco a esas muchachas que se sentaron con ustedes, es la primera vez que las veo, pero tranquilos que ya viene la policía.

Todos quedaron fríos y Jon les manifestó:

-esperen, no podemos dejar que la policía nos capture, mejor marchémonos, ya perdimos.

Muy a su pesar, todos lo aceptaron, aunque ya era muy tarde. Dos policías entraban a revisar el problema, sabían que no era para tanto, un problema más de unos borrachos que no quieren pagar la cuenta, quienes terminarían en un calabozo por veinticuatro horas, por eso ni siquiera entraron con las dotaciones listas, solo les proclamaron:

-señores, tienen que pagar y desalojar enseguida.

Jefferson trató de disimular su voz enredada al replicarles:

-Qué pena, señores policías, pero ya pagamos, es más, ya nos marchábamos.

A lo que Juan interrumpió con un grito y sacudiendo las manos:

- ¡además, es que estas cualesquiera nos robaron!

De entre la sombra salió una de las mujeres respondiéndole a alaridos:

- ¿Cuáles cualesquiera?, respétenos que usted lo parió una mujer y nadie le robo nada, ustedes pidieron de todo como locos, según ustedes son mafiosos que se salvaron de que los apresaran, como cogieron hoy a ese narco que lo delato su novia la famosa modelo del momento.

En ese instante los policías les apuntaron ordenándoles:

-señores, nos tiene que acompañar.

Jefferson se lanzó contra un policía, girándolo y empujándolo contra una pared, rugiendo:

- ¡corran, muchachos!,

Carlos también tecleo al otro policía, derribándolo. De esta forma todos salieron, como si fueran mariscales de futbol americano, demoliendo todo lo que se les atravesaba de aquel sitio donde se les disolvió el enorme botín, pero que su amistad se afianzó.

Al salir se encontraron con otros dos policías, quienes les dio pereza entrar y decidieron esperar en la calle, haciendo guardia. Estos al ver a los cuatro tipos salir corriendo los alertaron:

- ¡deténganse o los neutralizaremos!

Por supuesto que ninguno hizo caso, todos salieron corriendo sin importar que el peligro les zumbaran en las orejas, hasta que Jefferson paro tomando aire con la boca abierta, manifestándoles:

-esperen muchachos, no podemos huir de ellos, nos persiguen en motos y de seguro ya habrán llamado refuerzos, mejor déjenme, yo les doy tiempo para que puedan escapar, además sospecho que no voy a lograr adelgazar de esta manera.

Jon lo agarro para interrogarle la razón de su decisión, pero al acercarse detalló la razón de su ofrecimiento, era que estaba herido de gravedad, así que solo le pudo decir:

-listo, amigo, tienes razón, nunca te olvidaremos, muchas gracias

Jefferson tomó un rumbo contrario procurando hacer ruido para despistar a los policías, queriendo que solo lo persiguieran a él.

            
            

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