Los Angeles se encuentran en extraños lugares
img img Los Angeles se encuentran en extraños lugares img Capítulo 3 Reacción
3
Capítulo 6 Choque img
Capítulo 7 Volantazo img
Capítulo 8 Amanda img
Capítulo 9 Ruleta img
Capítulo 10 Abrázame mucho img
Capítulo 11 Quiero ser pediatra img
Capítulo 12 El examen img
Capítulo 13 Fragmentos img
Capítulo 14 Andrew img
img
  /  1
img

Capítulo 3 Reacción

Resulta que el chico, sostenía un gran lagarto cuando lo mire, y yo odiaba cualquier reptil, excepto las tortugas; les tenía pánico.

Él sólo reía sin parar y acariciando la cabeza del animal, respondió:

-Vamos Kraft, dile que no le harás daño. Y se acercó a mí.

Yo retrocedí mientras le gritaba que se alejara. Entonces él soltó al lagarto y se aproximó, mirándome de una extraña manera.

Entró a la casa y rápidamente me pasó una toalla, pero antes de hacerlo, me echó una mirada fugaz.

-Creo que le di en el blanco con la talla.

Al principio no entendí, pero luego me percaté de que al caer al agua, la remera blanca que llevaba se había adherido a mi cuerpo, revelando el brasier que llevaba.

Entré en pánico y una guerra campal empezó.

-¡Maldito pervertido! Eres detestable. Primero me despierto en la cama sin saber qué me has hecho y ahora descubro que estuviste mirando mis pechos.

-¡Oye! ¡Oye! ¡Oye! ¡Espera!. En primer lugar ayer te llevé a la cama porque te noté muy incomoda en el sofá, pero ahora sé que no debo preocuparme más por ti, y en segundo lugar, no te miré los pechos como tú dices. Bueno sí, pero no de la manera que imaginas. Los miré para poder traerte algo de ropa y así pudieses cambiarte. Y además es imposible no mirarlos si traes un soutien rosa debajo de una remera blanca. ¿A qué mujer decente se le ocurre hacer eso?

¡Diablos, eres demasiado paranoica!

Dio media vuelta dejándome estupefacta en el jardín, con la toalla en las manos.

No sé si me quedé allí quince minutos o media hora, pero él vino a buscarme, me tomó de la mano y me arrastró dentro.

Me dejó frente al baño, me puso una toalla en la mano, quitándome antes la que yo llevaba y luego me dio una bolsa y se marchó. Pero primero se giró, y conteniendo la risa, me miró y dijo:

-Además, no me gustan las chicas con pechos pequeños.

Recién en ese momento reaccioné.

-¡Aisshh! ¡Te odio!- y estampé la bolsa en el suelo.

Él se volvió y se acercó peligrosamente a mi rostro:

-¿Me odias? Si aún no me conoces, ¿Cómo puedes odiarme?

Yo, primero me ruboricé, y luego respondí como siempre lo hacía; de manera violenta.

Lo empujé y cerré la puerta con un fuerte golpe, asegurándome de trabarla.

Una vez a salvo,abrí la bolsa e inspeccione lo que había dentro.

Un conjunto muy lindo, blanco, de algodón, de mi talla exacta debo decir. Todavía me avergüenzo al recordarlo. También había un vestido celeste con flores blancas, que me daba un poco más arriba de las rodillas. Usualmente no usaba esa clase de pijamas. Me gustaba andar en mi departamento ,y dormir, con boxers y musculosa, pero no tenía opción y tampoco iba a despreciar la amabilidad de ese perfecto desconocido.

Salí del baño ya vestida y con mi ropa sucia en la bolsa. Lo vi sentado en la mesa del comedor con su computadora portátil. Él levantó la vista y me invitó a desayunar.

El típico desayuno continental: café, tostadas y jugo de naranja.

Comimos en silencio y luego me guió hasta su habitación.

Sobre la cama había una muy linda bolsa de shopping. Él la abrió y me paso un conjunto deportivo, un par de zapatillas, calcetines y una sudadera.

-¿Compraste todo esto?- cuestioné sorprendida.

Si. ¿No te gusta?. Porque sino te gusta...

-Me encanta. Pero...¿por qué haces todo esto por mí?.

-Cambiate rápido. Quiero llevarte a un lugar.

Y simplemente se fue.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022