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𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀
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Sus manos comenzaron a subir por debajo del vestido, preocupada me aparté de él por un momento queriendo decir algo para que no siguiéramos dándome cuenta del mal que hice con mi pequeño atrevimiento.
- Shhh... nada. - Sus labios comienzan a bajar por mi cuello, siendo una gran sensación. - Estoy mejor contigo en este momento.
- ¿Y si no les agrado?- Se aleja de mí, entiendo que trata de calmarse. Y apreció que me dé mi espacio cuando mis inseguridades se apoderan de mi mente llenándome de pensamientos que nadie quisiera saber.- Sabes, nunca ha sido del agrado de nadie, aparte hace mucho que no me ha visto tu mamá.
- Giovanna, hace unas semanas que paso eso. Mamá no juzgó que salieras con las mejillas acaloradas. - Niego, eso fue penoso, ¿y si su madre piensa que soy una cualquiera? - Y tampoco dijo nada por mirar como jadeabas mientras tratabas de volverte a peinar.
- Estuvimos a punto de hacerlo Abdel. Aparte me siento insegura, ¿me veo bien hoy? - Murmuro un poco avergonzada, siempre me ocurre esto cuando menos quiero. Aun cuando haya tenido una seguridad sobre mi misma, eso desaparece en cuestión de segundos cuando mis pensamientos me invaden.
Mi corazón late con fuerza y tragó nerviosa el nudo en mi garganta que crece cada vez más cuando no recibo respuesta de él "no debo de ponerme nerviosa, nadie debe de ver mi colita" pienso tratando de ser más fuerte de lo habitual, sonrió mirando a Abdel que pone su mano sobre las mías mientras sonríe.
- Te ves demasiado HERMOSA. - Bajo mi rostro sonrojándome por sus palabras.
Sale del auto y después me ayuda a mí a bajar, cuando llegamos a la puerta me oculto detrás de Abdel nerviosa de lo que pueda ocurrir y tratando de que mis pensamientos inseguros no me ataquen. Alguien aparece en las escaleras al mismo tiempo que abrimos la puerta y eso hace ponerme nerviosa, es una mujer con cabello negro y ojos claros.
- ¡Oh, han llegado! Es bueno saber al fin que es la persona de la que tanto habla este niño. - Aquella mujer mira a Abdel con una sonrisa y frunzo mis labios mirándolos a los dos, ¿qué será de él? - Oh, claro de la chica de la que tanto habla mi sobrino. Le causas muchos problemas...
Intente entender sus palabras mientras observaba sus ojos claros que disimuladamente miraban hacia otro lugar que no comprendí. Logro recordar que un día escuche esa misma voz cuando vine a la casa, parecía que la madre de Abdel estaba en una videollamada.
- ¿E-ella... es tu tía? - Digo con gran vergüenza, ella me mira con una sonrisa por escuchar mi nerviosismo.
- Claro, estoy encantada de saber qué habrá otra coneja en la familia. - Me abraza con fuerza más de la que yo tengo y Abdel gruñe advirtiéndole sobre algo. - Estaba cansada de tantos lobos, es bueno que ahora seas parte. Así nos reímos de los chuchos y sus rarezas.
- P-pero soy su amiga... ¿No?
Ella me calla, aunque mi mente se está distanciando de todo. Yo también soy alguien rara, tengo transformaciones involuntarias en todo mi cuerpo. El ligero apretón de Abdel me hace volver de sí y escuchar lo que sucede a mi alrededor.
- Eres familia. - Me sonrojo por escuchar eso. - Oh, que linda.- Mira el tazón de galletas en mis manos.- ¿Trajiste eso para nosotros?
Asiento dándoselas y nos deja solos yéndose ella por un umbral demasiado grande hacia otra habitación, agacho mi cabeza. Siento las manos de él que agarran mi rostro, pero me alejo para que no suceda nada entre nosotros, estuvo mal de mi parte hacer aquello cuando él en algún momento encontrara a alguien y sé ira.
- Son mías, ¿lo sabes? - Comprendo después de un momento de lo que habla por lo que comienzo a reír.
- Mañana te haré otras, okay. - Sonríe y suspiro alejándome por lo descontrolada que me pongo en esta situación. - Tu tía es muy bonita. - Frunce sus labios por lo que dije y niega asqueado.
- Es un demonio, no te confundas. - Niego, agarra mi mano y comienza a guiarme por toda la casa hasta llegar a lo que creo es la sala secundaria de la casa. Todas las personas están metidas en sus cosas hablando de diversos temas y sonriendo como si hubiera tanta alegría en el lugar.
- Ves cariño, te dije que era hermosa. - Preste más atención y mire a su tía sonrojada, todos me miraron provocando que me pusiera roja. Agarró el brazo de Abdel tímidamente y él tose con falsedad haciendo que todos lo miren solo a él.
- Dejen de mirarla que les había dicho. - Alzo mi rostro y lo miró con una pequeña sonrisa.
- Hace un tiempo que no te vi. Con que tú eras. - Dice luna y creo saber a lo que se refiere, asiento sonrojada, mayormente sonrojada que todo lo demás y suspiro.
- Siempre habla de ti, pero pensaba que ya estaba alucinando, ya sabes. Que se estaba poniendo loquito, pues. - Ríe su tía.
- ¡Ivanna! - Gruñe Abdel mirando a su tía, no conozco muy bien su relación, ya que Abdel nunca ha sido de hablar mucho de su familia.
Sonrío al saber cómo se llama, creo ella es una buena persona en la cual puedo confiar, asiento un poco sin dejar escapar el nombre de ella, veo a Luna callar a Abdel cuando gruñe por hacer una de sus escenas.
Que se me hacen algo habituales en mi rutina, siempre ha sido un gruñón y no creo que eso se le quite en largos años, hasta pienso que si tiene hijos los hará igual de gruñones que él y serán su séquito cuando planee algo. No tengo dudas de que será así en un futuro cuando tenga familia.
- Cariño, es verdad y no tienes que comportarte así.
Respondió su madre con dulzura mientras Abdel me mira, yo lo miraba igual porque sentía que se estaba descontrolando por su celo.
- Mejor pasemos al comedor para la cena. - Dice el Alpha con seriedad y asiento levemente, sé que mi nerviosismo comienza a ganarme para que algo salga mal.
Abdel pasa su mano por mi espalda atrayendo mi mirada de nuevo a la suya, una que está oscura por su celo, me guía por la sala hasta llegar al comedor, es algo demasiado grande e ideal para esta gran familia.
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Miro como un grupo de niñas, entre ellas las hermanas de Abdel, se posan enfrente mío mirando entre curiosas y con un orgullo alto algunas. Nunca había estado rodeada de tantas personas sin sufrir alguna burla, es muy diferente todo en este momento para mí.
- ¿Las conejas siempre son bonitas?, mi tía y tú son muy bonitas. - Murmura, una niña de cabello negro y ojos medianamente rasgados, creo ella era la hermana adoptiva de Abdel. - Quiero ser una coneja como ustedes, así seré bonita como ustedes.
Sonrió un poco, por lo que sé la historia de ella está llena de desgracias, por lo que se me hace difícil el verla sin sentirme mal por lo que ella ha sufrido.
- Tú también eres bonita. - Digo para que deje de decir eso, aún la especie de conejos sufre de discriminación y nadie nos comprende, creo que solo Abdel intenta comprender mi especie por lo buena persona que es, pero temo que aquello acabe en algún momento. No le deseo lo mismo que pase a ella se ve que es muy adorable.
- Jazmín, tú eres muy fea.- Miro a la niña con poco parecido a Ivanna.- Siempre lo serás. - Sigue diciendo, miro a Jazmín que entre un asentimiento aprieta sus pequeñas manos.
Yo también he sido así, temo gritar lo injusto que son conmigo, pero prefiero callarme pensando que en serio yo tengo la culpa de lo que soy. Abdel llega a nosotras interviniendo mientras yo sigo pensando en lo que siempre me ha sucedido.
- Leticia, le diré a Ivanna lo que le has dicho a Jazmín, sabes que a ella no le gusta eso de los comentarios sobre burla hacia otros. - Suspiro sonriendo, miro el ceño fruncido de Abdel hacia su prima y niego.
La niña de nombre Leticia se va enojada y rio un poco, las hermanas de Abdel solo lo miran y se van corriendo detrás de la otra niña al igual que otras dos más, suelto una carcajada algo silenciosa por verlo de esa forma.
- Eres todo un caso perdido, Abdel. - Pongo mi mano en su hombro sosteniéndome por la risa. - Son unas niñas, no tienes que mirarlas así.
- Tú también eres algo perdido, eres demasiado ilusa que nunca te das cuentas de las cosas que suceden a tú alrededor.
Noto como se acerca más a mí por lo que me alejo y frunzo el ceño.
- Auch... que fuertes palabras. - Pasa sus manos por mi cintura, me deja sobre los escalones de la escalera, dejándome a su altura. Respiro pesadamente, ocultando que mi colita esponjosa se note para él.
No quiero que esté en cuenta que ese punto es uno de los más débiles de mi cuerpo.
- Giovanna, piensa mejor y no te vayas. - Niego suspirando de que no haga o intente algo más.
- Abdel, si mi pareja no está aquí no debo de quedarme aquí. Este no es mi hogar, nadie me ha respetado en todo lo que he vivido aquí.- Siento como una de sus manos busca algo en mi cuerpo. No he sentido incomodidad porque él me toque, después de todo lo que ha sucedido me ha gustado que él me ayude.- Quiero vivir sin ser la burla de alguien.
Digo alejándolo un poco cuando siento hacia donde quiere dirigirse, niego en un puchero mientras él ríe apretando mis mejillas por un momento.
Luna llega haciendo que sienta algo de vergüenza porque su hijo estuvo posiblemente a devorarme en mitad de las escaleras, ella nos da unas tazas de chocolate caliente distrayéndonos de la tensión que era evidente entre nosotros.
- No podre soportar más de esta forma tu delicioso aroma, Gio. - Me sonrojo tomando del chocolate. - Dame el frasco que siempre te menciono que es importante traer contigo junto con tus pastillas.
Asiento, le paso el frasco lleno de un líquido morado que él se toma. Cierra los ojos por un momento y noto como el color verde de sus ojos regresa, tomo la pastilla que me ofrece e igual la tomo.
Tomo del chocolate en silencio para pasarme la pastilla, mientras ambos miramos la gran luna llena que hay en el cielo nocturno. Siempre hemos hecho eso cuando preferimos callarnos, ya que así preferimos pasar algunos momentos incómodos o peleas entre nosotros.