Anyelo... ¿Qué puedo decir de Anyelo? Él era... bueno, es el niño más guapo que veré -debo confesarlo. Aún no conozco a un hombre que lo supere-. El caso fue que de inmediato nació en mí un sentimiento hacia él. Obviamente En ese momento no lo supe descifrar, solo era una niña demasiado ingenua e inocente.
Él a diferencia de su hermana no era para nada amable conmigo. El trato entre nosotros inicio cuando los inscribieron en mi colegio. Esto fue como un mes después de su llegada, antes nunca los había visto a pesar de estar separados solo por una pared.
Cuando llegaron al pueblo no había cupo en mi colegio por esta razón fue que los inscribieron en otros, pero eran tan estresante que de todos los echaron. No duraban ni cinco días en el mismo sitio, es por esto que tuvieron que pagar mucho dinero porque los aceptaran en el mío.
La bella amistad que formamos Any y yo solo paró cuando me marche. Sin embargo, su reacción al verme me demostró que sigue intacta. Cosa que me alegra bastante.
Recuerdo que de niña mi madre no me permitía comer dulces, lo tenía estrictamente prohibido. Ella decía era insano para mi cuerpo, mi dieta, mis dientes. Era horrible, porque como toda niña yo quería comerlos sin embargo me acostumbré a no hacerlo. Entonces Any se burlaba de mí, me decía era extraña por no comer dulces. Ella si comían de todo. Era tremenda a veces se detenía frente a mi comerlos. Primero no le prestaba atención, pero ya después de un tiempo lo hacía con tanta exageración que un día caí. Conocí las gomitas sus dulces preferidos desde allí no tuve vuelta atrás.
Mi madre no me permitía tener visitas, sin embargo Any se las ingeniaba y entraba a la casa, como mi habitación queda en la segunda planta, la muy loca echaba las gomitas en una canasta, yo le tiraba una cuerda, ella la amarraba y yo la subía. Después de todo el esfuerzo terminábamos comiendo gomitas y hablando como Romeo y Julieta, por la ventana.
Después se trepaba hasta mi ventana y hacíamos desastre, esto hasta que un día mi madre nos descubrió. Lo dejé de nuevo. A veces me daba el gustito pero con ese, "deja la mentalidad de gorda" martirizándome la cabeza.
Como dije, con Anyelo la cosa fue más compleja, desde el día uno nos enredamos en una relación insana, al punto que no podíamos vernos sin pelearnos ya fuera verbal o físicamente, porque sí, nos empujábamos, jalábamos del cabello, nos pellizcábamos, un día hasta llegué a morderlo.
Un poco de nostalgia me llega al darme cuenta que tantos años después, todavía no sé cómo definir nuestra relación. Suspiro.
Bueno ya no es necesario. Me recuerdo. Debo ubicarme, no puedo permitirme salirme de la línea. Siento que el aire se me escapa de nuevo, así que vuelvo a suspirar. No pensé fuera tan difícil estar cerca de él, solo basto con olerlo para descontrolarme.
Anyelo fue mi primero en muchas cosas, las mayorías locas y malas y... de no haberme ido hubiese terminado en muchos problemas y...
-Creo, deberías a comer. -El susurro a mi lado me trae de vuelta.
Desvió la mirada a mi derecha encontrándome a un desconocido sonriéndome con las mejillas sonrojadas. Le medio sonrío antes de volver mi mirada al platillo que no se en que momento me dejaron en frente. Doy el primer bocado, mirando de reojo a los presentes.
En el cabezal de la mesa, está Julián el padre de los gemelos, con ese porte serio que lo caracteriza. Por el lado derecho está, la señora Grecia y el señor Manuel. Los abuelos paternos de los gemelos, le sigue Anyelo, Raúl y Marcos, los dos hermanos menores de Julián. Luego van sus dos hijos varones, de los cuales ni los nombres recuerdo y termina en un señor que no reconozco. Por el lado izquierdo están Berenice y Alexander, los abuelos maternos de los gemelos, y Roció, Any, mis padres, una señora que tampoco reconozco, el hombre que no deja de mirarme y sonreírme y yo.
No sé porque mis ojos se posan a mi lado derecho de nuevo, y ahí está otra vez este desconocido sonriéndome. Es curioso, por su sonrisa pareciera me conoce y por su mirada que yo soy una cosa sobrenatural y espléndida. Es tanto la intensidad que empiezo a sentirme incomoda. Lo detallo.
Debe tener más de 30 años, tiene estilo formal y su sonrisa y porte me dicen que es reservado. La señora que tiene al lado le palmea la mano llamando su atención. Le susurra algo que no logro escuchar, pero lo hace quitar sus ojos de mí. Creo es la madre.
No sé cómo sincronizo mis actos sin embargo término de comer al igual que los demás. Esta vez, es el abuelo paterno quien se levanta, llamando la atención de todos.
-Solo quiero decir una cosa -alza la copa-, yo no estoy contento con la decisión, pero no puedo hacer nada así que, espero les vaya bastante mal.
- ¡Papá!
Reprende Julián a su padre mirando a su lado izquierdo. Sigo su mirada deteniéndome en Any. Frunzo el ceño al verla tan distraída, girando el cuchillo en el plato de comida, parece perdida en su mundo, sin ningún tipo de interés en lo que está pasando a su alrededor. Mi sorpresa se debe a que Any, es el alma de las fiestas y hoy está bastante ausente.
-Vamos que es broma. -Se retracta el señor, antes de tomarse un trago de lo que sea que lleva en la copa que tiene en su mano.
-Bueno, ya me conocen si quieren no es broma. -Se echa a reír, mientras los demás alzan las copas para brindar. No sé de qué me perdí sin embargo igual termino brindando. Karla lleva rato destrozándome con la mirada y yo llevo rato ignorándola.
-Mi nombre es Fran. -Se presenta mi compañero mientras el señor Manuel continuo su hablar.
- ¡Perdón! por no saludarte antes, es que me vuelvo un desastre cuando te veo. -La sorpresa me arruga el entrecejo. No puedo dejar de mirarlo como si estuviera loco.
-No me mires así, llevo rato observándote y no soporto más el que me mires como si me faltara un tornillo. -Intenta acabar con el espacio que nos separa, inclinándose hacia mí.
-Pasa... -Empieza a susurrar-. Que me incomoda mucho el que solo yo este consiente que soy tu futuro esposo.
La risa que me provoca su comentario no la puedo esconder, así que esta sale bastante escandalosa. Obviamente pone a todos a mirarme.
¡Su madre!
- ¿Le parece gracioso mi tema señorita...?
El señor Manuel actúa como si no me conociera poniéndome a mirarlo mal.
-Rull. -Aclara mi madre por mí e intenta intervenir pero, el señor le pide silencio llevándose el dedo índice a los labios. Cojo el vaso de agua y me bebo un trago al verla perder el color.
Lo que me faltaba caer en las garras del señor alcahueta, prepotente, egocéntrico y odioso.
Gesticulo la palabra disculpa, mas esta no sale de mi boca generando cierta burla en los presentes. Paso todas menos al imbécil de Anyelo. El que mi madre me clave par de tiros con la mirada me pone a bajar la cabeza.
Reacciona. Mentalmente suplico a mi autocontrol que aparezca, pero este decidió tomarse un descanso.
-Ha sido mi culpa -interviene el hombre a mi lado poniéndome a levantar la cabeza a mirarlo con el ceño fruncido.
-He contado un chiste -continua justificándome-, le pido disculpa, señor. Elegí un mal momento. -Concluye mi compañero bajando la cabeza. El señor Manuel levanta una ceja trasladando su mirada a los desconocidos que tengo al otro lado de la mesa. Yo debo estar peor que el mantel.
-Digno hijo de ustedes. -Suelta sin gracia alguna señalando a mi lado. Por si alguien de los presentes no se percató de a quien le habla lo noten. Procede a mirarlos con ligeros tintes de desprecio. No me sorprendo ese señor es un mal educado igualito al nieto, nieto que no deja de burlarse de la situación sacudiendo la cabeza.
-Deberían aflojarle un poco la correa. -Sigue con la burla-, que coma un poco a ver si espabila y termina de convertirse en un hombre, porque...
- ¡Manuel!
Interviene Roció, pero el señor solo se encoje de hombros restándole importancia. Niego al entender la referencia que da el señor y creo todos la captan solo que disimulan la risa obviamente a excepto de Anyelo. Me lleno de rabia al verlo burlándose. Any me mira negando pero sé, también está riéndose internamente. El pobre Fran no dice nada, ni los señores tampoco.
-Mir ist schon langweilig...
Anyelo habla en su idioma natal, levantándose. De un bol que está sobre la mesa coge una fresa llevándosela a los labios, la saborea con esa sensualidad que me hace juntar los labios antes de mordérmelos. No puedo dejar de seguir lo que hace, sintiéndome estúpida al verlo sonreír. Sabe lo que está generando en mí.
-Ich werde ficken.
El paso del aire se me corta al entender perfectamente lo que dijo. Antes no les entendía nada de lo que decían los gemelos pero en este tiempo aprendí alemán, así que el mal genio me golpea poniéndome a mirarlo mal. Obviamente ni lo nota ya que camina en busca de la puerta sin mirar atrás. Suelto el aire que no sé en qué momento se me quedó atascado y limpio mi frente antes de beber agua. En realidad estaba sudando. No sé cuándo me dio tanto calor.
-Bueno, pasemos al salón de baile. -Pide Julián levantándose.
-Roció. -Llama a su mujer señalando el camino a seguir mientras él camina al puesto de Any. Le dice algo antes de ponerle las manos en los hombros. Capto como ella se tensa mirando a su madre, pero al notar que esta ni la mira su mirada le cambia a...
Fran me quita el campo de visión al levantarse y colocarse a mi lado. Me ofrece su mano para ayudarme a salir. Me siento extraña pero no quiero dejarlo en feo, después que estuvo dispuesto hacer el ridículo por mí. Le tomo el gesto sosteniendo su mano entonces rueda mi silla y me levanto. Mi amiga ya no está.
Juntos llegamos al salón de fiestas que está en la segunda planta. Caminamos para reunirnos con nuestros padres pero alguien grita el nombre de mi compañero llamando nuestra atención. Fran pide un momento, pero le insisten tanto que termina disculpándose conmigo y yéndose no sin antes pedirme lo espere un momento, después de verme asentir se aleja llegando a un grupo de hombres que están alrededor de un mesero.
La incomodidad me llega cuando pasan 2 minutos y yo sigo parada como una estatua. Decido caminar un poco, en el proceso veo a mi padre. Toma algo de una bandeja que le ofrece la señorita que me abrió la puerta cuando llegué. A pesar de que lo intento no puedo evitar llenarme de rabia porqué, debería venir a saludarme a mí antes de hacer otra cosa. ¡Su madre! que tenemos años sin vernos, y si estoy aquí es...
Sacudo la cabeza cuando ciertas acotaciones quieren entrar en ella. Son mentiras. Me convenzo. La realidad es, qué sí estoy aquí es porque él me lo pidió. Después de suspirar y calmarme, decido dar el primer paso e intento caminar hacia él, pero Karla me coge del brazo arrastrándome tras ella.
Llegamos al cuarto de cambio que hay en la sala y entramos. Lo primero que recibo es una bofetada.
-Ni siquiera te voy a preguntar, ¿Qué fue lo que pasó? -mi madre me endereza la cara de un jalón para que la mire.
-Eso lo arreglaremos después cuando lleguemos a casa. Estoy cansada de decirte que dejes de avergonzarnos he sido la maldita burla de todos, porque a la niña no le da la gana de encajar con su familia, ese bofetón...
El que vuelva a bofetearme me hace mover para salir corriendo, pero me coge del brazo al captar la intención.
-Y ese otro es para que recuerdes que yo soy la que mando. Orden que te dé te guste o no, la apoyes o no la cumples sin titubear. Estoy poniendo mucho en riesgo porque voy a ganar más, no vas a venir tú a dañarme la imagen, comportándote como una estúpida falta de inteligencia. Te amoldas Bianka o terminarás bastante mal. Tienes cinco minutos para llegar a mi lado y demostrarme que todos estos años maduraste un poco.
Se da la vuelta yéndose. Me queda claro que haga lo que haga nunca me aceptará jamás me verá con otros ojos. Limpio mi cara y tras respirar hondo repetidas veces, salgo.
Camino apresurada hasta llegar al final de la sala donde está mi madre con otras personas. Me posiciono donde puedo mirar el frente de la casa a través del cristal de la ventana. Me ofrecen una copa y no dudo en tomarla ingiriéndola de un solo trago, cosa que desata la ira en mi madre. Lo sé por la manera en que se le enturbia la mirada, pero como ella es experta en fingir nadie lo nota más que yo.
-Nena. -Dice mi madre sonriéndome. Como si no acabara de cruzarme la cara a punta de bofetones.
-Quiero presentarte a estos distinguidos, el señor y la señora Rodríguez.
Automáticamente les sonrió a los desconocidos quienes no dudan en devolverme el gesto más entusiasmado que yo, obviamente. El primero que reacciona es el señor, estira la mano para saludarme.
-Un verdadero gusto, señorita. -Habla despacio, le correspondo antes de mirar a la señora.
-No sabes el gusto que nos genera el que ya hayas conocido a nuestro pequeño, Fran. -El tono de la señora es más autoritario. Le frota la espalda de su esposo compartiendo miradas con mi madre. Mantengo la sonrisa, estirando la mano para corresponder el saludo y contestar pero...
Alguien tropieza con Karla haciendo que esta se desbalanceé y termine derramando su copa de vino encima de la señora Rodríguez. Karla se tensa y yo intento dar un paso para limpiarle, pero su mirada me deja tiesa en mi puesto.
- ¡Oh, perdón! Me tropecé.
Es Anyela. Sacudo la cabeza con su disculpa exagerada. Pasa una servilleta por el vestido de la señora pero en vez de ayudar, pareciera quiere dejarla peor y lo logra.
Medio me mira ocultando la risa. Obviamente lo hizo a propósito. Le repruebo el numerito negando pero le vale un carajo, solo se encoje de hombros sonriéndome. Vuelvo a sentirla lejos su mirada no conecta con su sonrisa, se endereza.
- ¡Oh! La mancha no quiere salir mi estimada, distinguida. -Obviamente noto el sarcasmo. Hace pucheros con su rostro exagerando el gesto de desilusión. El que me guiñe el ojo me pone de todos los colores.
Fran llega, y se preocupa de inmediato al ver a su madre a punto de desmayarse hundida en la vergüenza.
-Debería ir al baño -aconseja Any-. Querida Karla acompañe a su solemnidad, no se vaya a perder. -El tono de burla es claro así que mi madre la explota con la mirada, pero no le queda más que sonreír y llevarse a la señora.
- ¡Le compraré un traje nuevo! -El grito de mi amiga hace que las mujeres apresuren el paso al notar que varios de los presentes se giran hacia ellas. Desaparecen por el pasillo.
-Bueno, después de este triste y desafortunado evento, me voy a robar un momento a esta belleza. -Any enreda su brazo en el mío y antes de que los presentes contesten si quiera, me arrastra tras ella.
Por cosas como estas es que mi madre no la tolera. Any, entre otras cosas es: inmadura, caprichosa, insensible, chocante.
Al salir del salón suelta la carcajada y quiero no contagiarme, pero no puedo al verla destornillarse de la risa de la manera más natural y sincera, debe sostenerse de las rodillas para no caerse.
Sacudo la cabeza sonriendo. Ver a Any sonreír es como mirar una película de comedia con, Jim Carrey, Adam Sandler, Mario Moreno, Eddie Murphy, Steve Martin. Te ríes porque te ríes. Termino soltando la carajada cubriéndome el rostro con las manos.
- ¿Vistes la cara de culo de tu madre? -Pregunta enderezándose-. Pero eso no fue lo mejor, sino el que no pudiera darme par de cachetadas porque se le arruinaría el show. Hipócrita de mierda. Es que ver a tu madre rabiar me da cien años de vida.
Sacudo la cabeza, mientras ella termina de recuperarse. -No debiste hacer eso. -Le recuerdo.
Levanta la ceja ladeando la cabeza-. ¿Cómo sobrevivo después si no la hago coger una rabieta? Las ganas de joderla siguen intactas, además...
Se calla cuando mira en direcciona a la puerta. Persigo su mirada encontrando a su padre recostado con los brazos cruzados mirándonos fijamente. Cuando vuelvo a mirarla ya no quedan rastros de alegría.
¡Ay no! ¡Por favor! Ruego, pero...
El hombre levanta la mano y la gira. Mi amiga tuerce los labios apretando los puños. Sabe que su padre vio el numerito y le va a reprender. Siempre ha sido así, desde niña que Any hacia sus travesuras él llegaba se recostaba del marco de la puerta y levantaba la mano haciendo ese gesto, llamándola.
Suspira largo resignada, me sorprende que ya no se queje o haga berrinche. No puedo evitar entristecerme por no saber que paso y pasa a su rededor. Cuando capta mi mirada intenta sonreírme, pero sus labios vuelven a no conectar con sus ojos. No puedo evitar preguntarme ¿Qué le pasa? Sin embargo, no me da oportunidad de materializar la pregunta.
-Me siento con el deber de informarle que Doña Ratiarla está cada día peor. Así que no la vengas a defender.
Desde que Any observó como mi madre se comportaba cuando estábamos a solas, le puso ese apodo tan particular.
-Espérame aquí un minuto, ya vuelvo. -Antes de que pueda contestar, se va dando saltos como si tuviera quince años. Intento no recordar el motivo del apodo, pero no puedo.
Mir ist schon langweilig: Ya me aburrí.
Ich werde ficken: Me iré a follar.